Ciclistas
Contador se lo ha montado muy bien
Quienes hemos podido seguir desde principio a fin la trayectoria deportiva de Alberto Contador, podríamos temer más o menos por cómo saldría del ciclismo. Miles de días después de convertirse en rutilante estrella, pasados diez años de su primer Tour y todo lo que ha pasado desde entonces, el madrileño no siempre ha estado afortunado en la gestión de los hechos fuera de la carretera.
Se podrían enumerar muchos casos, historietas y otras moralejas que dibujan al personaje, pero no creo que ahora mismo nos deba ocupar eso, porque tenemos aún regusto de su retirada en odor de multitudes hace menos de tres días, retirada completada con la obligada visita a la plaza de su pueblo, Pinto, donde el “contadorismo” acaricia el cielo con las manos.
No cabe otra que admitir que Alberto Contador se ha despedido por la puerta grande, y que, como decimos en el titular, se lo ha montado pero que muy bien, de forma diría, incluso, insuperable, su retirada ha respondido todos los anhelos y compensado los sinsabores que la carretera le ha dado.
Se ha hablado mucho estos días de la etapa de Andorra, donde el ciclista se descolgó de los mejores y perdió un tiempo a la postre decisivo para el podio, sin embargo aquel día se abrió la puerta de la épica y el espectáculo, un discurso muy de Contador cuando las cosas no le resultan en lo deportivo.
Ese día se abrió la caja de pandora e hizo felices a miles de aficionados que ahora dicen valorarle por lo que hace y no por lo que ha ganado, un palmarés impresionante, de los pocos que aglutina las tres grandes y además por partida doble e incluso triple, en el caso de la Vuelta.
Contador no hacía estas locuras de atacar a diario cuando se jugaba piezas gordas. No obstante su movimiento en los prolegómenos del Angliru fue de traca, bien hecho y mejor ejecutado, con el resultado que llevaba tantísimo tiempo esperando, porque no lo olvidemos hacía tres años que el ya exciclista no ganaba una etapa en una gran vuelta, aquel triunfo que le rebañó a Froome vestido de rojo en Ancares.
Con todo, se lo ha sabido montar bien, como no hubiera imaginado nunca. Lo deja pero que muy arriba, tanto que ya ha asegurado que el relevo tiene “el listón muy alto”. En ese cénit podrá construir su nueva imagen, la de exitoso exciclista, que yo creo que es la que ha movido cada pedalada que ha realizado en esta Vuelta que, increíble, algunos insinúan como la mejor de la historia. Eso sí que es venirse arriba.
Imagen tomada de FB de Trek-Segafredo
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
Ciclistas
El día y la Amstel que merecía Tom Pidcock
Esta Amstel es un bálsamo para Pidcock e Ineos
Habiendo sido tercero y segundo, a Tom Pidcock no le valía otro resultado que la victoria en la Amstel Gold Race.
Simbólica, en este sentido, la imagen de Tom Pidcock abrazándose con Michal Kwiatkowski en la meta de la Amstel, ganador dos veces aquí, como su los saberes para ganar la clásica de la cerveza se transmitieran en el seno del equipo.
A inicios de año, nos preguntamos en este mal anillado cuaderno cuál sería el día grande de Tom Pidcock este año.
¿Cuál sería su Alpe d´Huez o Strade Bianche en 2024?
Pues bien lo ha sido la Amstel Gold Race, la carrera que le negó fortuna a Tom Pidcock mediante dos fuera de serie.
Hace tres años frente a Van Aert, en un photofinish muy discutible y el pasado ante Pogacar, intratable.
Esta vez Pidcock fue el más listo de la clase.
En una jornada en la que Mathieu Van der Poel no pareció en su prime, se apresuró a sacarlo de la ecuación rápido.
En estas carreras hay un momento en el que si Van der Poel no se ha ido solo, el tema se revuelve y el pronóstico se torna incierto.
Así, fue, en un corte de cortes, Pidcock se metió con gente que no racanea como Vansevenant, Hirschi y Benoot para hacer hueco y jugarlo todo al sprint final, sabedor que es muy fuerte en estas lides.
Su victoria es agua de mayo caída en abril sobre el palmarés de un Ineos que ha dado un claro paso atrás en su presencia en el pelotón, que yo no hegemonía.
Es el tercer triunfo, ojo del equipo inglés, pero qué triunfo, toda una Amstel Gold Race que el equipo británico ya tenía en sus vitrinas, una carrera que un soplo a un equipo sin duda en apuros.
El imperio sigue de pie…
Imagen: @Eltiodelmazo
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5 desenlaces de capo en los monumentos
Ander
13 de septiembre, 2017 En 23:48
Eres muy anti Contador y lo sabes… Siento que el final de la vuelta te haya obligado a cambiar el discurso pero se te ve el plumero… 🙂
Iván Vega
20 de septiembre, 2017 En 9:20
cuándo he cambiado el discurso???