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Tour de Francia 2020, la excelencia llega en septiembre

El camino hasta el Tour de Francia 2020

Tour de Francia JoanSeguidor

FB de Le Tour de France

Tour es julio, es mes de vacaciones en Francia. El Tour de Francia es la fiesta del ciclismo y quizá del deporte mundial.

Es, o mejor dicho, era hasta este veinte-veinte, ahora el tinglado es en septiembre y con protocolos.

El evento deportivo anual más importante que tiene lugar en el periodo entre Juegos Olímpicos y Mundial de Fútbol, con quien compartirá unos días de balón por Rusia.

Mov_Gore

El Tour de Francia congrega las estrellas en plena forma

En plena forma y a punto para estado de revista, es el objetivo del año para los más grandes.

Desde los favoritos a la general, que optan a la gloria reservada a menos de cien hombres en toda la humanidad, a los «caza etapas», a los que se obsesionan con los maillots de montaña, el «dot polka jersey», y el verde de la regularidad, cuyo rey, Peter Sagan vuelve para recuperarlo.

También están los mejores sprints de la campaña. La primera semana, es el mundial ficticio de la velocidad.
Todos, se quien sea, dispute lo que dispute, todos llegan a tope, al 110%, sabiendo que un triunfo aquí cuenta por cien respecto a cualquier otro durante la campaña.

Es el Tour, «c´est le Tour». La carrera de las carreras, la que encumbra y hunde en las miserias, la que acuña grandes emblemas, la que puso un día nombres universales, mitos de siempre, y llenó de leyendas y tardes sin siesta nuestra niñez.

«Allez, allez. Nous sommes au Tour de France»

Tour de Francia - Richie Porte JoanSeguidor

FB Le Tour de France

Henri Desgrange, el «soñador» del Tour de Francia

Cuando Mariano Cañardo se erigió en el primer ciclista español a tiempo completo y quiso saber algo más del otro lado de los Pirineos, le recomendaron leer Henri Desgrange.

Por aquel entonces, en los años treinta, el Tour de Francia ya era la grande más grande del mundo del ciclismo.
Era una carrera que había vuelto tras la primera Guerra Mundial y vivía en plena efervescencia los cambios y revoluciones del momento.
Aquella historia había tenido personajes de toda índole, pero desde luego el nombre de Henri Desgrange era el más destacado.

Mucho antes de empezar el Tour de Francia a rodar por las casi inexistentes carreteras del hexágono, Desgrange ya era conocido en la sociedad francesa del cambio de siglo.

Tour de Francia - Henry Desgrange JoanSeguidor

Henry Desgrange

Nacido en 1865 fue cocinero antes que fraile, y entre sus hazañas ciclistas se cuentan récords de la hora en el histórico velódromo de Buffalo, en París.
El 11 de mayo de 1893, Henri Desgrange había firmado un registro de 35,325 kilómetros en 60 minutos en la elipse parisina quedando en los anales como el primer lo de historia.
Como redactor jefe del diario «L´Auto-Vélo» jugó un rol importante en la primera edición del Tour de Francia.

Anotar que en esa aventura, por eso, Desgrange se acompañó de varios personajes, y cabe anotar uno, el de Victor Goddet, el padre de Jacques, célebre director del Tour de Francia en los años 50 y 60, que se distinguió por seguir la carrera vestido de explorador.

Desgrange cursó la carrera de derecho y con el cambio de siglo barruntó la idea de crear una carrera de bicicletas por toda Francia.

Así las cosas tramó con su redactor de ciclismo en «L´ Autor», Géo Lefèvre las primeras ideas de esa nueva carrera que respondería al nombre de Tour de Francia.

Tour de Francia y la «brasserie Madrid»

Situemos la acción en el año 1902.
París es una ciudad llena de cambios, el paso de siglo, una sociedad llena de cambios.

En una brasería de Montmartre, dos hombres comen en los días previos a la Navidad en medio de la muchedumbre.
Son Desgrange y Géo Lefèvre quienes degustan la comida entre insinuaciones y proyectos de una carrera que diera la vuelta a Francia.
Tenia que ser algo innovador, una carrera ciclista por ejemplo, algo que llenara sus primeras páginas y pudiera competir contra la tirada de sus rivales en los quioscos, eran 30.000 contra 80.000 ejemplares, nada menos.

Casi les triplicaban.

«Nadie ha hecho una competición que dé la vuelta a Francia» soltó Desgrange.
«Seis días, deberían ser seis, asemejándola a las populares pruebas en pista» le respondió Lefèvre.
Éste iba pensaba en velódromos, en ciudades como Marsella, Lyon, Toulouse o Nantes.
Pero Desgrange pensaba en una carrera de bicicletas que diera la vuelta a Francia, y llenara de tinta sus preciadas portadas….
Así las cosas, el nuevo acontecimiento le daría un «vuelco» a la publicación, tanto en su diseño como concepción, consiguiendo un evento propio.

Tour de Francia - Maurice Garin JoanSeguidor

El primer Tour de Francia

De esta guisa nos plantamos en julio de 1903, en cuyo primer día de mes, el Tour de Francia partió desde ese famoso café llamado «Réveil-Matin» en las pedanías de París.

Fueron más de setenta ciclistas los que se presentaron a aquella convocatoria, descabellada de inicio a fin, con jornadas interminables, en medio de la nada, y la total ignorancia de mucha gente del lugar.

Jornadas tan duras y largas que se estableció un día de descanso entre etapa y etapa para que los ciclistas tuvieran el respiro que la competición que robaba.

En total se cubrieron 2.428 kilómetros, a razón de 400 por etapa con los puntos de control necesarios para evitar las trampas eso tan humano y, como la historia no ha demostrado, también tan ciclista.

Dicen que un corredor italiano, de nombre Rodolfo Muller fue quien comprobó que el camino que Desgrange quería para su Tour de Francia cumplía los mínimos.

Unos mínimos, obviamente alejadísimos de los del presente.

Maurice Garin, el primer ganador del Tour de Francia

Aunque ese primer Tour de Francia acabó celebrándose en julio, lo cierto es que el lento ritmo en las inscripciones evitó que se hiciera en mayo, el mes inicialmente previsto para su celebración.

Para facilitar el registro en la carrera se bajó el precio de la inscripción: de 20 a 10 francos por cabeza.

El primer pelotón del Tour perdería casi dos tercios de los contendientes por el camino, llegando unos veinte a Ville-  d´ Avray, fuera de París, porque no hubo arrestos a acabar en la ciudad.

Maurice Garin sería el personaje de la primera edición y para la historia el ciclista que abrió el palmarés del Tour de Francia. Garin ganó tres etapas, la primera en Lyon, la quinta en Nantes y la final.

Aunque figure en los anales como francés, el primer ganador del Tour de Francia era italiano, del valle de Aosta, de un pequeñísimo pueblo en el que su familia no pasó pocas penalidades para salir adelante,

Maurice Garin emigró con su familia a Francia probando varios oficios, desde minero a albañil, siendo reconocido por su oficio de deshollinador.

Flaco, 61 kilos, y no muy alto metro sesenta escaso, Garin cubrió las jornadas del primer Tour de Francia a una lastimosa media de 25 kilómetros por hora, lo que en un cálculo no muy errado daba etapas de algo menos de veinte horas sobre la bicicleta para arrogarse el honor de ser el primer ganador del Tour de Francia.

Una locura.

Arrastraba una máquina de piñón fijo sobre neumáticos de 400 gramos.

A la llegada Maurice Garin era capaz de devorar una pierna entera de cordero.

«Los 2500 kilómetros que acabo de correr parecen una fina línea gris y monótona donde nada llama la atención. Pero he sufrido en la carretera, estaba cansado, sediento, pasé insomnio. Lloré entre Lyon y Marsella aunque tuve el honor de ganar alguna etapa. Si os he de ser sinceros nada me llamó la atención, bueno, perdón, sí, una cosa sí que llamó mi atención: verme en la salida del Tour de Francia como un toro con sus banderillas«

En Lens, norte de Francia, el pionero tiene su recuerdo en el velódromo Maurice Garin.

En su pueblo, en Arvier, cada año alguien pregunta por su casa, por la casa del primer ganador del Tour de Francia.

 

Grandes leyendas del Tour de Francia

Philippe Thys

Nacido el 8 de octubre de 1890 en Anderlecht (Bélgica) y fallecido el 16 de enero de 1971 en Bruselas.

Con Philippe Thys nos remontamos a los primeros años del Tour, cuando aún el ciclismo en Francia balbuceaba, pues apenas se habían corrido 9 ediciones de la gran ronda cuando nuestro belga protagonista de hoy, contratado por la marca Peugeot, debutó en profesionales en esta competición el año 1912, quedando sexto.

No en vano Thys continuó escribiendo aquellas primeras páginas de la epopeya ciclista, forjándose como gran leyenda de la Grand Boucle, al ser el primer tricampeón del Tour de Francia, algo nunca visto, ganando los años 1913, 1914 y 1920.

Nuestro joven Philippe ya con 13 años pedaleaba haciendo recados de un lado para el otro en su localidad natal, hasta que se animó a participar en algunas carreras locales con una bici prestada.

Ya con 17 años pudo comprarse una y tres años más tarde ya estaba federado participando en carreras más importantes.

Probablemente Thys habría ganado más de un Tour de Francia, pues esta gran carrera se adaptaba perfectamente bien a sus características de ciclista muy constante y regular, pero su trayectoria quedó interrumpida por la 1ª Guerra Mundial.

En la edición de 1913 gana su primer Tour, donde por primera vez se confecciona la clasificación general con la suma de los tiempos de cada ciclista.

Es en la 6ª etapa entre Bayona y Luchon en la que recordamos la famosa historia de Eugène Christophe cuando rompe su horquilla en el descenso del Tourmalet y ha de bajar andando hasta Sainte-Marie-de-Campan para repararla.

Este accidente fue decisivo para que Thys y Buysse -en un duelo épico- se jugaran la carrera, con permiso de Gustave Garrigou que finalmente fue segundo a tan «sólo» 8 minutos y medio, alternándose la victoria ganando épicas etapas en jornadas maratonianas de hasta casi 400 km como la recorrida entre Longwy y Dunkerque, distanciando Thys a Buysse finalmente en la general a más de 3 horas y media.

Al siguiente año, en 1914, aquel 26 de julio, más de 30 mil aficionados celebraron la nueva victoria de Thys en el Parque de los Príncipes de París, con menos de 2 minutos de ventaja sobre el ídolo francés Henry Pélissier, después de 15 etapas y más de 5 mil kilómetros sobre la bicicleta y habiendo sido líder de la general desde el primero hasta el último día.

En 1920 se convirtió en el primer triple ganador y ya pudo disfrutar de su maillot amarillo que fue creado el año anterior para diferenciar al líder del resto de los 11 corredores que sobrevivían en carrera.

Ottavio Bottecchia

Nacido el 1 de agosto de 1894 en San Martino di Colle Humberto (Italia) y fallecido el 15 de junio de 1927 en el hospital de Gemona del Friuli, después de que unos días antes (el 3 de junio) lo encontraran casi muerto junto a su bicicleta en una huerta con el cráneo fracturado, truncando una brillante trayectoria deportiva.

Dijeron que pudo haber sido asesinado (la teoría más aceptada) o bien que hubiera sufrido un desgraciado accidente.

Posiblemente Ottavio, socialista declarado, fuera fusilado por las milicias fascistas pues durante sus dos años de reinado en el Tour (1924 y 1925) recibió múltiples amenazas de muerte, lo que le impidió correr en su casa, y en el Giro, con total seguridad.

“El albañil de Friuli” nunca imaginó que pudiera ganarse la vida montando en bicicleta cuando apenas sabía andar sobre ella con casi 20 años de edad, pero los ánimos de su amigo Piccin, que sí era ciclista, fueron decisivos para hacerse corredor ya con 23 años.

En 1923 el destino se  pone de su parte y es llamado por Henri Pélissier para ser uno de los tres italianos (junto a Brunero y Santhia) que iba a representar a su equipo francés del Automoto por motivos publicitarios en el Tour ya que disponía de una sucursal en Italia.

Y ya pudo haberlo ganado aquel año.

Fue el primer italiano en vestir el maillot amarillo, pero tuvo que “perderlo” en beneficio de Henri Pélissier, su jefe de equipo y demostrándole su “agradecimiento” por abrirle las puertas del Tour.

Tuvo que contentarse con la segunda plaza en París pero Pélissier ya vaticinó que “Bottecchia me sucederá el año que viene”.

Bottecchia es uno de los personajes que hacen del ciclismo el deporte más literario del mundo

Así fue. Al año siguiente, en el Tour del 24, es líder desde la primera etapa en Le Havre y la retirada como motivo de protesta de los hermanos Pélissier (“no somos perros” que dio pie al célebre artículo: “Los esforzados de la carretera”) hace que tenga vía libre para ganar aquella edición a lo campeón, ganando las etapas de Luchon y Perpignan en Pirineos, imponiéndose también en París con su maillot amarillo.

En 1925 se repite la historia: gana la primera etapa para luego ceder el maillot por unos días hasta Perpignan, en la 9ª etapa, para conservarlo de manera definitiva, si bien, a voluntad propia y deseo concedido por el patrón del Tour, lo lucía intermitentemente por miedo a verse reconocido fácilmente por sus detractores.

Tour de Francia - Ottavio Bottecchia JoanSeguidor

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Antonin Magne

Nacido el 15 de febrero de 1904 en Ytrac (Francia) y fallecido en Arcachón el 8 de septiembre de 1983.

Este ciclista francés se ganó muy pronto el cariño de los aficionados y el de sus propios compañeros porque, aunque reservado, era amable, muy disciplinado y valiente corredor.

Tour de Francia - Antonin Magne JoanSeguidor

Pinterest

Un buen día, mientras pedaleaba con su bici, vio un anuncio publicitario que le cambiaría la vida por completo: un taller de bicicletas pedía un aprendiz.

De esta manera Antonin entró un poco por la puerta pequeña del ciclismo, pero enseguida se enganchó a la magia de la competición ya que todos los domingos se disputaban carreras frente a su casa natal, lo que era la granja de sus padres.

Ahorró para convertir su vieja bici en una de «carreras» y empezó a entrenar a escondidas de su padre, que encontraba aquel deporte demasiado peligroso.

Entrenó duro, acumulando victorias, hasta que llegó su primera victoria en el Tour de Francia en el año 1931.

Tres años más tarde, en 1934, consiguió su segunda victoria en una edición infernal de mucho frío y lluvia.

En aquella edición se hizo con el maillot de líder en la segunda etapa y ya no lo dejó hasta París, aguantando en los Alpes y ganando la primera contrarreloj de la historia del Tour, en Nantes, cubriendo los 90 kilómetros en algo más de dos horas y media.

Pero su victoria no habría sido posible sin la ayuda desinteresada del joven René Vietto, su gregario y nuevo ídolo francés que podría haber ganado aquel Tour ya que se impuso en cuatro etapas, venciendo además en el Gran Premio de la Montaña.

Fue descendiendo el Aspin, en Pirineos, en la 11ª etapa entre Niza y Cannes, cuando Vietto se hizo grande como aquellas montañas.

Muy bien situado en cabeza, un corredor alemán le advierte que su jefe de filas, y ya líder de la carrera, Antonin Magne, ha sufrido una avería mecánica.

Vietto no se lo piensa dos veces y va en su búsqueda, cediéndole su bicicleta.

Magne ganó aquella etapa por delante de Trueba y sentenció aquel Tour.

René entró en 4ª posición y se ganó la admiración de toda la afición, que miraba incluso con cierto recelo a Magne.

Pero Vietto se mostró orgulloso de ayudarlo a ganar, pensando que algún día, seguro, le tocaría a él.

La historia nos dice que no fue así.

Fausto Coppi

Nacido el 15 de septiembre de 1919 en Castellania  y fallecido el 2 de enero de 1960 en Tortona, Fausto Coppi será considerado siempre un campeón de leyenda que también dejó su impronta en el Tour de Francia ganando las ediciones de los años 1949 y 1952.

Decían de él que estaba hecho para montar en bicicleta, que era el mejor para cabalgar sobre ella.

«Il Campionissimo» hizo soñar y disfrutar a millones de tifosi pero también a todo aquel aficionado que tuvo la fortuna de poder seguir de cerca  su carrera.

Los que lo hemos descubierto gracias a viejos libros y fotografías nos hemos sorprendido realmente de cómo el mito sigue vivo y que su presencia sigue todavía brillando con fuerza en el firmamento de las grandes estrellas de la historia del ciclismo.

Los que lo vieron correr lo describían como, a pesar de su frágil aspecto con sus zancudas piernas y su cara de eterno sufrimiento, cuando atacaba y quería ser protagonista de la carrera parecía deslizarse con su bici por la carretera, despertando admiración y marcando enormes diferencias.

Siempre se decía que Coppi competía fuera de concurso y que todos los demás corredores se jugaban la victoria, aunque fueran segundos en la meta, porque el nº 1 y el triunfo tenían un nombre y éste no era otro que el de «Il Campioníssimo».

Fausto Coppi es el icono imperecedero

Coppi había pasado de ser un humilde dependiente de una salchichería de Novi-Ligure  a ser una leyenda viviente del ciclismo.

Cortés y muy gentil, en la etapa Cannes-Briançon perteneciente al Tour de 1949, él y Bartali se escaparon juntos, pero aquel día Gino «El Piadoso» cumplía años. Nada menos que 35.

En la llegada a meta no hay que decir que Coppi cedió amablemente la victoria al veterano corredor para que festejara su celebración.

Pero al día siguiente, sin nadie a que homenajear, Coppi atacó en la etapa entre Briançon y Aoste, ganando con un margen de 4 minutos y 55 segundos con respecto a Bartali y nada menos que 10 minutos y 16 segundos de ventaja al tercero: «Cabeza de Cuero» Robic.

Tour de Francia - Bartali y Coppi JoanSeguidor

Gino Bartali

Nacido el 17 de junio de 1914 en Ponte a Ema y fallecido en la misma localidad el 5 de mayo del año 2000, Gino Bartali era el adversario de Coppi, pero esto no le impidió al «creyente» corredor, que rezaba mientras pedaleaba, vencer dos veces en el Tour en los años 1938 y 1948.

Sí, diez años después de ganar el primero, «Il Vecchio» ganó su segundo Tour, ya que por desgracia la Segunda Guerra Mundial limitó mucho su palmarés.

Un ciclista que lo pudo haber ganado todo, incluso el título de campeón del mundo, pero entre 1939 y 1945 Bartali tenía entonces entre 25 y 31 años.

Los que lo vieron correr dicen de este toscano que era sólido como una roca y que echaba mal humo en cuanto se subía a la bicicleta.

Dominador del ciclismo transalpino mucho antes que Coppi, era un corredor que en cuanto se empinaba la carretera parecía tener alas.

Combativo y excelente escalador afrontaba sin ningún temor las inclemencias del tiempo ya fuera lluvia, frío o calor.

En el Tour de Francia de 1948 puso los Alpes a sus pies que rindieron a sus fuertes pedaladas sobre todo en la recordada etapa entre Cannes y Briançon ascendiendo el Izoard bajo una lluvia glacial, metiéndoles a todos sus rivales nada menos que 9 minutos en meta.

Épica fue también la etapa entre Briançon y Aix-les-Bains donde su figura emergió de entre la niebla, el viento, la lluvia e incluso la nieve del Galibier, la Cruz de Hierro y el trío infernal de la Cartuja: Porte, Cucheron y Granier.

En aquel del Tour del 48  «El Piadoso» corredor dominó la prueba de manera apabullante ganando nada menos que las siete etapas que se disputaron en los Alpes.

Tour de Francia de 1952 ¿Quién le da el bidón a quién? Coppi a Bartali o viceversa

La dualidad suiza: Kübler-Koblet

Estamos a principios de los años 50, en pleno dominio de la era Coppi.

Aún y así podemos hablar de un pequeño paréntesis en su indiscutible hegemonía a manos de dos ciclistas suizos que brillaron con luz propia: Ferdinand Kübler y Hugo Koblet. Seis años de diferencia entre ellos, buenos amigos fuera de la carretera pero grandes rivales sobre la bicicleta. Dos temperamentos antagónicos, por carácter y manera de vivir el ciclismo.

Ferdi Kübler, nacido el 19 de julio de 1919 en Adliswill (cantón de Zurich) fue un corredor muy completo pero, según dicen, desprovisto de inteligencia y visión de carrera que compensó con su fuerza y energía sin mesura, todo un ciclista de gran fondo que ya de joven consiguiera grandes triunfos pero todos a nivel nacional.

De esta manera, ya bastante maduro, no fue hasta contar con la edad de 31 años que por fin pudo estrenarse a nivel internacional y lo hizo por la puerta grande: ganando el Tour de 1950, derrotando a todos sus rivales italianos que eran mucho más favoritos que él, pero sobre todo aguantando las embestidas del francés Bobet, que no le perdonó que en una etapa aparentemente tranquila entre Perpignan y Nimes, Kübler la liara atacando aprovechando un calor sofocante y el desfallecimiento de sus rivales como el del propio Bobet, al que le metió más de 10 minutos.

El francés al día siguiente se vengaría en la etapa entre Gap y Briançon desatando un violento ataque en la ascensión al Izoard, entre el frío y la niebla.

Los que vieron aquel día defenderse a Ferdi cuentan que echaba espuma por la boca, insultándole en el dialecto alemán que se habla en Zurich: “¡cerdo francés!”.

A pesar de esto, conservó el liderato (Bobet sólo le pudo sacar un margen de 3 minutos) pero al día siguiente el francés volvió a la carga atacándole una y otra vez de nuevo, hasta que Kübler lo pudo atrapar por fin ascendiendo el col de la Republique, donde le dijo

estoy fuerte, muy fuerte. Te voy a atacar. ¿Estás preparado?”

Cuentan que Ferdi lanzó un relincho ensordecedor y como un caballo desbocado le atacó sin compasión.

A partir de aquel momento fue apodado como “El campeón relinchante”, sentenciando aquel Tour ganando además la contrarreloj de Lyon.

Si Kubler relinchaba, hubo antes otro ciclista, Lucien Petit-Breton, que emitía un rugido que anunciaba el ataque a sus rivales, un ruido de pavor y miedo…

Kübler & Koblet, dos estilos antagónicos, un país y una carrera, el Tour

Tour de Francia - Hugo Koblet JoanSeguidor

blogs.ethz.ch

Hugo Koblet, nacido el 21 de marzo de 1925 en Zúrich y fallecido el 6 de noviembre de 1964.

Si tenemos que escoger una sola palabra para definirlo esta no sería otra que la de elegancia.

“El bello Hugo” o ·”el ciclista encantador”  son los apelativos por los que era conocido entre los medios y aficionados de la época.

De casa buena, sus padres eran unos prestigiosos pasteleros de Zurich que no querían ver a su hijo ni por asomo montado en una bicicleta.

Por este motivo tuvo que dedicarse al ciclismo a escondidas, llegando tarde a profesionales, pero viviendo dos años muy intensos: el 50 y el 51, sobre todo éste último, consagrándose en el Tour de Francia en su primera participación donde corría toda la plana mayor del ciclismo mundial: Coppi, Magni, Bonet, Geminiani, Ockers, Bartali…

Ya en la primera etapa, a sus 25 años, protagonizó una escapada de 40 km en la que sería neutralizado. Primer aviso.

Posteriormente otro toque de atención ganando la contrarreloj de Angers.

El tercer palo lo dio en la etapa entre Brive y Agen. Casi de salida, y aprovechando una pequeña dificultad orográfica, ataca sin piedad poniendo en pie de guerra al pelotón que inició una cacería que duró ¡135 km!

El bello Hugo ganó la etapa con 2’25” de diferencia y fue en aquel podio donde hizo el gesto de sacar un peine, retocarse el cabello y secarse con una esponja mojada para aparecer limpio ante los medios.

Esto ya formó parte indisoluble de toda su carrera.

Pero volvamos a aquel Tour. Al día siguiente de esta aventura, los Coppi, Bartali y Magni lanzan una fuerte ofensiva.

Koblet no sólo les aguantó sino que además les batió en la línea de llegada a Luchon.

La victoria final se iba a decidir en los Alpes, dejando aquellos días de calor a todos sus rivales en diferencias abismales: Coppi a 30 minutos por un desfallecimiento, Bobet a 40 minutos en la sonada victoria de Bernardo Ruiz en Aix-les-Bains, hasta ganando la etapa contrarreloj en su patria, Ginebra, doblando incluso al viejo Bartali al que le llegó a ofrecer su bidón.

Fue el dominador absoluto de aquella carrera con unas ventajas de escándalo: 22’ al segundo clasificado, Geminiani; 29’ sobre Bartali, 32’ sobre Ockers, 39’ de diferencia con respecto a Magni, 45’ sobre Bernardo Ruiz y 46’ sobre Coppi.

A partir de aquí, la gloria y una popularidad fulgurante le llevaron a acomodarse, a acabar su carrera prematuramente, a hacer dinero fácil en critériums y exhibiciones para acabar suicidándose con tan sólo 39 años estrellando su coche contra un árbol, víctima de una trágica vida privada, de desengaños amorosos y habiendo dilapidado toda su fortuna.

Louison Bobet dijo de él que Hugo no estaba hecho para una vida tranquila y que había muerto como había vivido, a cien por hora.

Tour de Francia - Louison Bobet JoanSeguidor

www.louisonbobet.com

Lousion Bobet

Nacido el 12 de marzo de 1925 en el pueblo bretón de Saint-Méen-le-Grand.

«Le grand Louison» fue el primer ciclista en la historia del Tour de Francia en firmar tres triunfos seguidos, cosa que no había ocurrido hasta él y que con el tiempo lograrían fueras de serie como Anquetil, Merckx, Indurain y Froome.

El amigo Bobet ya fue Campeón de Francia amateur el año 1946.

Debutó joven, con 22 años, en el Stella, logrando sus primeras victorias.

Se estrenó en el Tour de Francia en 1947 y abandonó en la novena etapa, en la llegada a Briançon.

Al año sería cuarto en el Tour, tras ser nueve días líder, apeado por un Gino Bartali desbocado.

Ya en el 50 es tercero y rey de la montaña.

Estaba claro que Louison Bobet no era un cualquiera y en 1953 da el salto definitivo con una jornada memorable en el Izoard, su lugar fetiche.

Aquel día cayeron rivales como Schaer y Kubler ante el poder del bretón.

Pero no hubo suficiente, repitió en el Tour de Francia al año siguiente, fechas antes de proclamarse campeón del mundo en uno de los mundiales más disputados de siempre, enfrente tuvo a Coppi, Gaul y el joven Anquetil.

Ese triunfo le permitió ganar su tercer Tour de Francia vestido de arco iris. La París-Roubaix del 56 fue uno de sus últimos grandes triunfos.

Louison Bobet murió en marzo de 1983 con tan solo 58 años.

Jacques Anquetil

Nacido el 8 de enero de 1934 en Mont-Saint-Aignan (Francia) y fallecido el 18 de noviembre de 1987.

Si hemos de hablar de “Maître Jacques” (el Maestro) nos hemos de poner inmediatamente en pie para rendir pleitesía al mito: el primer pentacampeón del Tour de Francia (1957 y de 1961 a 1964) y el primero que ganó las tres grandes vueltas.

Sin duda el mejor corredor de su generación y que marcó una época inolvidable en la Historia del Ciclismo desde que con tan sólo 19 años saliera del anonimato y saltara a la fama venciendo en el Gran Premio de las Naciones en el año 1953.

Aquel joven rubio de ojos azules (“el niño campeón”) había pasado de ser tan sólo un campesino hijo de un cultivador de fresas de Normandía a pertenecer a la alta aristocracia francesa, sobre todo cuando alcanzó el título de caballero de la Legión de Honor, la más alta condecoración que Francia otorga a sus ciudadanos.

Anquetil era sobre todo cabeza y piernas, engrandeciendo el ciclismo con un estilo inconfundible de pedalada fácil, precisa y eficaz, añadiendo a todo esto táctica, técnica y astucia, convirtiéndolo en un ciclista inolvidable, un especialista contra el reloj en el que se mostraba imbatible.

Sin embargo, sus devaneos de campeón no le trajeron pocos problemas por disfrutar demasiado de algunos excesos al bajarse de la bici, ya fuera en forma de champán, licores, apuestas, bridge y… mujeres

“para preparar una carrera no hay nada mejor que un buen faisán, algo de champán y una mujer”

Todo un “bon vivant” que se vio envuelto en numerosos líos familiares y de faldas: un corazón de normando conquistador, siempre “fiel” a sus citas.

Hasta tal punto llegaba su coquetería que su gregario británico Vin Denson le traía siempre un peine para que pudiera peinarse antes de subir al podio.

De todas formas a Jacques hay que recordarlo, como así hacemos, encima de la bicicleta en la que no escatimaba esfuerzos en sus grandes escapadas y cabalgadas en solitario.

Pero a pesar de todo esto nunca se ganó del todo la admiración de la afición francesa, más partidaria de apoyar a su gran rival: Raymond Poulidor, mucho más popular debido a su carácter sentimental, muy lejos de la actitud fría y calculadora de Anquetil.

Enfermo de cáncer, le dedicó a Poulidor unas irónicas y macabras palabras en su lecho de muerte

“lo siento, Raymond, vas a terminar segundo otra vez”

Un genio irrepetible.

Tour de Francia - Anquetil y Poulidor JoanSeguidor

Pinterest

Anquetil & Poulidor, la rivalidad que dividió Francia

Raymond Poulidor

Nacido el 15 de abril de 1936 en Masbaraud-Mérgnat (Francia), “Pou Pou” es recordado de manera injusta como el “eterno segundo”, sobre todo en el Tour de Francia, en el que no pudo disfrutar ni un solo día de portar el “maillot jaune”.

Pero fue en la “Grande Boucle” donde Poulidor escribió sus más bellas páginas y, todo hay que decirlo, a pesar del odioso sobrenombre, cuenta en su palmarés con muchos más primeros puestos que segundos.

Esto que quede claro, porque tuvo la “mala suerte” de coincidir en competición en la misma época que Anquetil, que hizo que cosechara nada menos que 8 podios en la gran ronda francesa: 3 segundos puestos en 1964, 1965 y 1974, y 5 ocupando el tercer escalón en 1962, 1966, 1969, 1972 y 1976.

Unas recompensas insuficientes para semejante esfuerzo sobrehumano.

Estos agridulces resultados le aportaron una gran popularidad entre el público francés que vio reflejado en Poulidor sus fracasos y esperanzas, siempre bajo el marco de rivalidad permanente que mantuvo durante años con Anquetil, aunque las victorias acabaran recayendo en el de siempre.

Esto producía, lógicamente, regocijo entre los fans de Jacques que se reían de las derrotas de Raymond al grito de “Pouli-dort!” (Pouliduerme).

La combinación de Cruz para tu portabicicletas

Una moto le quitó un Tour a Poulidor 

Sin embargo esta historia pudo cambiar en el gran duelo del Tour de 1964, cuando Poulidor estuvo a punto de derrotar a Anquetil.

De hecho sí lo hizo en el recordado, épico y legendario duelo, hombro con hombro, venciendo en la mítica ascensión al Puy-de-Dôme en la última etapa de montaña de aquella edición, pero Jacques le arrebató el maillot amarillo en la contrarreloj final del último día haciéndose con la general y aventajándolo en 55 segundos.

Quizás fue la peor derrota de todas.

Eddy Merckx

Nacido el 17 de junio de 1945 en Meen-sel-Kiezegem, Brabante, (Bélgica).

Creo que todos a estas alturas podemos decir sin temor a equivocarnos que el belga Édouard Louis Joseph Merckx -su nombre completo, más conocido como Eddy Merckx- es el ciclista más grande de todos los tiempos.

Puede que también todos estemos de acuerdo en esta definición… o no, pero los números, las victorias, las exhibiciones están ahí y aún nadie ha podido superar lo que este mito viviente de la Historia del Ciclismo ha hecho por este deporte, dominándolo como nadie antes…ni después, escribiendo con brillantez y generosidad en el esfuerzo las más bellas páginas de la leyenda de la bicicleta.

Aquí están las cifras…

11 grandes vueltas ganadas

17 monumentos

3 mundiales en ruta

récord de la hora…

podríamos seguir así hasta cantar, y contar, un total de 525 triunfos.

Un palmarés único.

Nació y creció en un suburbio de Bruselas. Dicen de él que de joven era muy tímido, algo que parecía hacer mucha gracia a sus rivales cuando lo vieron aparecer por primera vez para competir en amateurs allá por los años 60.

Pero muy pronto los silenció a todos. Su capacidad para esprintar, además de ser un gran escalador, unido a su voracidad por la victoria, arrasando en las carreras más difíciles y escapándose del pelotón innumerables veces con valientes fugas en solitario, le hicieron acreedor del  sobrenombre «el Caníbal».

¿Qué sería hoy de Eddy Merckx?

Tour de Francia - Eddy Merckx JoanSeguidor

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Dicen que quien así lo apodó fue su compañero de equipo Christian Raymond, mientras le explicaba a su hija la sed insaciable de victorias del  belga que nunca dejaba ganar a nadie: «es un caníbal».

Pero Eddy sobre todo era «el hombre del Tour» ganándolo en 5 ocasiones: de 1969 a 1972 y 1974, portando el maillot amarillo durante 96 días, todo un corredor de carreras por etapas y de clásicas.

Tenía la costumbre de rodar en cabeza para imponer su ley y en cuanto podía se convertía en un rodillo para el resto de sus rivales.

Como muestra un botón: en la etapa pirenaica Luchón-Mourenx del Tour de Francia de 1969 metió 8 minutos a sus adversarios que veían cómo les sobrepasaba como la bala de un cañón.

L´ Étape Spain: Cicloturismo con el sello del Tour de France

Bernard Hinault

Nacido el 14 de noviembre de 1954 en Yffianac, Bretaña (Francia), 24 años más tarde en el Tour mandaba un nuevo patrón: Bernard Hinault, que marcó toda una época después de la era Merckx.

Nuevo pentacampeón de la ronda francesa los años 1978-79-81-82 y 85, y ganador de 28 etapas sólo superado por el propio “El Caníbal” y el británico Mark Cavendish.

También comparte honores con Merckx por ser uno de los dos únicos corredores que han ganado las tres clasificaciones individuales de la Grande Boucle: general, montaña y puntos.

De sobras conocido por su mote de “Le Blaireau” (el Tejón), Hinault comentaba que ya de joven le llamaban así, cuando empezó a competir con ciclistas de su región.

Por algo sería el apodo, empezando por su agresiva mirada, siempre al acecho, genial cazador y enorme depredador beligerante con un poderoso sentido del olfato… como el tejón. Si a todo esto añadimos que era de carácter fuerte e irritable -lo que le supuso muchas discusiones con autoridades y organizadores-, orgulloso, testarudo -como buen bretón- y con temperamento ganador (“mientras pueda respirar, atacaré”) podemos decir que el sobrenombre le venía como anillo al dedo.

Superior en todos los terrenos, ya fuera contra el reloj, en las llegadas o en la montaña, odiaba las comparaciones con otros grandes campeones de la Historia del Ciclismo y se vanagloriaba de no parecerse a nadie:

“yo soy Hinault y nunca seré otra cosa que no sea Hinault”

Autoritario y tenaz, al tejón lo recordaremos siempre como un brillante corredor que se convirtió en una estrella bajo la era Guimard (de 1976 a 1983), defendiendo los colores de Gitane y de Renault, construyendo un palmarés de leyenda, ganándose enseguida la admiración de los amantes del ciclismo en general y del público francés en particular.

Queda en el recuerdo su exhibición en su primera victoria en el Tour en el año 1978 en la larga contrarreloj entre Metz y Nancy de nada menos que 75 km, antepenúltima etapa en la que Zoetemelk, líder desde Alpe d’Huez, contaba con tan sólo 14” de margen. Hinault, implacable, acabo metiéndole un verano, una distancia enorme: 4’10”, sentenciando la gran ronda y sentando las bases de una carrera mítica.

Puede que hubiera ganado más carreras sin su lesión crónica de rodilla cuando en 1983 tuvo que operarse por una tendinitis testaruda como él, pero aún y así pudo volver en 1985 para ganar todavía el Tour, su reino, ayudado por el norteamericano Greg LeMond, con el que mantuvo al año siguiente un épico duelo “entre compañeros” inolvidable.

Tour de Francia - Hinault y Lemond JoanSeguidor

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Greg LeMond

Nacido el 26 de junio de 1961 en Lakewood, California (Estados Unidos), ha pasado a la Historia del Tour  por ser el primer norteamericano en imponerse en las carreteras del Hexágono en el año 1986, después de un “mano a mano” con Hinault que dividió a la afición.

Pero no sólo se le recuerda como otra de las leyendas de la Grande Boucle por sus victorias en la citada edición del 86, en la del 89 y en la del 90, sino también por ser el gran héroe americano, pionero siempre a la vanguardia en lo último en tecnología utilizando los primeros cuadros de fibras de carbono, los diseños aerodinámicos como el casco contrarreloj o el manillar de triatleta.

Apodado con poca originalidad como “L’Americain” o simplemente “El Ricain, LeMond fue también el “hombre del millón de dólares”, cifra del contrato que firmó en 1984 con el equipo La Vie Claire, marcando un antes y un después en los salarios de los ciclistas profesionales.

Pero si nos remontamos a aquel Tour del 86, el bueno de Greg se las prometía muy felices.

Venía de ayudar el año anterior al Tejón a ganar su 5ª ronda gala, quedando inmediatamente detrás de él en el podio.

Hinault dijo que le debía una y prometió  hacer lo mismo para que su compañero de equipo en La Vie Claire se alzara con el triunfo de aquella edición.

No fue así. Para nada.

El “jefe” Bernard se pasó toda la carrera atacándole constantemente, como en Pirineos, aventajando en 4’36” a Greg en Pau.

El francés decía que era…

“para quitar de en medio a los rivales de LeMond”. Sin embargo el americano declaraba ante los periodistas que “ustedes creen que lo ha hecho para ayudarme. Al contrario. Lo ha hecho para ganar la carrera él”

Greg LeMond se cruzó varias veces en el camino de Perico

Al día siguiente de la llegada a Pau, LeMond hizo pagar los excesos de su jefe de filas en la ascensión a Superbagnères, recortándole casi toda la distancia cedida en la jornada anterior y consolidando su victoria en el puerto de Granon.

Resignado el francés, firma la paz con su compañero en la ascensión al mítico Alpe d’Huez, venciendo en la etapa ambos cogidos de la mano.

Un increíble accidente de caza, la víspera del Tour del año 87,  lo mantuvo apartado de la competición al envenenarse su sangre del plomo de los perdigones.

Pero volvió y resurgió el año 1989 en la memorable y recordada última contrarreloj de aquella edición, imponiéndose a Fignon que ya venía celebrando antes de tiempo la victoria con todo su equipo.

Aquel día Greg se presentó en la salida con una estética revolucionaria, a diferencia de Laurent, con su imagen más clásica: manillar convencional, coleta al viento y con sus gafas de estudiante.

El americano barrió al francés y le sacó 8” en la clasificación general, el menor margen de la historia de la carrera.

Azote del dopaje, fue de los primeros en denunciar el doping sanguíneo y hoy en día sigue el ciclismo criticando a los que no siguen su código ético.

Tour de Francia - Laurent Fignon JoanSeguidor

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Laurent Fignon

Nacido el 12 de agosto de 1960 en París y fallecido el 31 de agosto de 2010 prematuramente víctima de un cáncer a los 50 años.

Insolente y brillante a partes iguales, LeMond, uno de sus grandes rivales en la carretera, acertó en definirlo como “un ciclista con mucho más talento de lo que nadie supo ver, al que admiraba de verdad, por su sinceridad y franqueza”.

Precisamente este fuerte carácter le supuso ganarse las antipatías de los periodistas franceses que en 1989 le concedieron el Premio Limón al ciclista menos querido, algo injusto si tenemos en cuenta que Fignon escondía tras sus gafas de estudiante una introversión por naturaleza que le impedía “conectar” con la prensa, como años más tarde él mismo llegó a reconocer.

Apodado como “Le Prof” o “El Profesor” para los que lo vimos correr no podemos olvidar su personal imagen de eterno estudiante, con sus gafas sin montura y su pelo rebelde atado en una coleta, si bien “el empollón” había aprobado con dificultad el bachillerato y abandonó sus estudios universitarios.

Con esas gafitas, Laurent Fignon caló hondo en nuestra memoria 

Pero a Laurent lo recordaremos como un brillante y magnífico ciclista que con 23 años ganó en su primera participación en el año 1983 -algo inédito en aquel entonces-, repitiendo al año siguiente, demostrando que era el nuevo patrón del Tour de Francia, ganando las tres etapas contra el reloj, dos de montaña y desbancando a Hinault, ex compañero suyo el año anterior en el equipo de Guimard.

En mayo de 1985 ha de parar a la fuerza obligado a operarse de un fuerte dolor en el tendón de Aquiles que le mantiene en el dique seco hasta el año 1988, para volver con fuerza al Tour al año siguiente, una edición que no olvidará fácilmente, una carrera que la tenía ganada virtualmente y que como ya sabemos la perdió en la última cronometrada final, victoria que fue a parar al americano Greg Lemond, mientras el parisino lloraba amargamente en el podio situado en su localidad natal.

Seguramente nunca se recuperó de aquella tremenda decepción y ya no volvió a ser el de antes, porque como él mismo reconoció “uno nunca deja de afligirse por algo así y lo más que puedes hacer es contener el efecto que tiene sobre tu mente”.

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Miguel Indurain

Nacido el 16 de julio de 1964 en Villava (Navarra).

Estamos delante de otra fuerza de la naturaleza al que muchos quisieron equiparar con Merckx, al menos en su reinado en el Tour de Francia en la primera mitad de la década de los años 90: de 1991 a 1995, el único en hacerlo cinco veces consecutivas de una manera casi tiránica.

Pero ambos son incomparables.

El propio Merckx ya encargaba de ponerlo en su sitio criticándolo por ser

«un ciclista que ha pasado a la historia como alguien que nunca se arriesgó»

Palabra de caníbal.

El propio Indurain, mucho más introvertido, se defendía diciendo que

«mi estilo se correspondía a cómo soy, porque en el fondo, cuando estás en la carretera es un reflejo de cómo eres con los demás. Algunos dicen que podría haber sido más agresivo y haberme llevado más títulos, pero si no te comportas como eres de verdad, no estás a gusto contigo mismo» 

Palabra de Indurain.

Así fue.

Contrarrelojista por excelencia, de físico extraordinario con su 1,88 de altura para 78 kilos de peso en forma -6 menos que cuando a empezó a competir, lo que hizo que mejorara notablemente en las subidas-, fue un gran estratega, discreto pero preciso, en la que su táctica era arrasar en las cronos del Tour de Francia para luego aguantar en la montaña.

¡Y cómo aguantaba!

Decían que no atacaba, que no era muy entretenido para los espectadores, pero cuando ponía su marcheta infernal cuesta arriba, sin mirar atrás, casi nadie podía seguirle.

Muy pocos aguantaban aquel brutal ritmo ascendiendo los puertos.

Sería aburrido para los franceses que veían como cada año se llevaba la Grande Boucle con recorridos pensados para que no ganara, los llamados Tour anti-Indurain.

Nosotros disfrutamos con la elegancia y espectacularidad de su tremenda efectividad, escondiendo tras sus gafas oscuras sus sensaciones, si eran buenas o malas, despistando de esta manera a todos sus rivales.

Un corredor fuera de serie, otra leyenda del ciclismo, un gigante (de Villava) de la carretera, todo un extraterrestre que puso su bicicleta a más de 52 km/h en la contrarreloj de 64 km del Tour del 92, la más rápida de sus 10 victorias contra el cronómetro en la ronda gala.

Tour de Francia - Miguel Indurain JoanSeguidor

Un campeón de campeones que lideró a toda una generación -la del 64- de corredores como Bugno, Breukink o Alcalá que había desbancado a los herederos de Hinault: LeMond, Fignon y Delgado.

En el recuerdo, su primera victoria en el Tour en el año 1991, venciendo en las dos contrarrelojes y vistiéndose de amarillo en la etapa reina de Pirineos, atacando en el descenso del Tourmalet, alcanzando a Chiapucci y culminando una escapada de más de 60 kilómetros.

Una etapa inolvidable en un ciclo irrepetible.

Alberto Contador

Nacido el 6 de diciembre de 1982 en Pinto (Madrid).

Contador se acaba de retirar del ciclismo profesional y a él le siguen sin salir las cuentas.

Él cuenta nueve grandes  vueltas ganadas, pero su marcador le dice que “sólo” siete.

A pesar de esto es de los ciclistas más laureados de la historia, superado únicamente por grandísimos campeones como Merckx (11), Hinault (10) y Anquetil (8), igualando a Indurain y Coppi (7), pero es que si en 2012 no le hubieran puesto el contador en cinco, haciéndole un reset, despojándole de sus títulos que ganó en el Tour de 2010 y el Giro de 2012, habría escalado hasta la 3ª posición en la clasificación de las leyendas del ciclismo, inmediatamente detrás de “El Caníbal” y “El Tejón”, colocándose “un pistolero” con nada menos que 9 grandes vueltas: 3 en el Tour: 2007, 2009 y 2010; 3 en el Giro: 2008, 2012 y 2015; 3 en la Vuelta: 2008, 2012 y 2014. Un palmarés sólo apto para los más grandes.

Además sus tres grandes vueltas consecutivas las consiguió en tan sólo 14 meses, todo un récord.

Pero con la UCI lo tuvo crudo.

Tras una larga batalla legal fue condenado por dopaje tras consumir clembuterol, sustancia prohibida en que en su defensa, Contador, alegó que fue al ingerir “accidentalmente” un filete contaminado comprado en una carnicería de Irún.

Defendido por el crédito que le dio su legión de fans, atacado y tachado de mentiroso por sus no poco detractores a partes iguales, reconoció que su escándalo de dopaje empañó su reputación, aunque a pesar de todo seguía siendo un ciclista muy respetado.

Tour de Francia - Alberto Contador JoanSeguidor

Zimbio

Enorme escalador de gran destreza, sembraba el terror cuando lanzaba sus audaces ataques desde lejos con su inconfundible estilo de pedaleo, sobre todo cuesta arriba, bailando sobre su bicicleta:

“una de mis virtudes es que al final de mis cabalgadas llego bastante bien, cuando otros están cansados ya de galopar. Recupero mejor que mis enemigos y eso me permite disparar mejor en la última semana de marcha”

En el recuerdo, su victoria final en el Tour de 2009 en la que tuvo que luchar contra todo: contra sus rivales, contra la carretera y contra una afición dividida por tener a su enemigo en casa, su “compañero” de equipo Lance Armstrong que volvía a la competición tras unos años retirado con ganas de reverdecer laureles. Contador se lo impidió y tuvo que mirar desde el tercer cajón del podio, con cara de muy pocos amigos, el maillot amarillo que portaba feliz el ciclista de Pinto.

Como anécdota del mal que le hizo la sospecha de la sombra del dopaje, en el Tour de 2011 tuvo que soportar como un espectador disfrazado de médico con una bolsa de sangre le perseguía en su ascensión al Alpe d’Huez. Contador respondió dándole un puñetazo en la barbilla.

Tour de Francia - Chris Froome JoanSeguidor

Chris Froome

Nacido el 20 de mayo de 1985 en Nairobi (Kenia).

De nombre completo Christopher Clive Froome, “Froomey” es hoy en día el mejor corredor de grandes vueltas… si la UCI lo permite, ya que lleva desde 2015 bajo sospecha pues son muchos los que creen que su rendimiento, sobre todo en el Tour, es demasiado bueno para ser verdad, aunque él mismo se encargó ese año de despejar cualquier duda cuando hizo público el resultado de sus pruebas fisiológicas, el más completo y exhaustivo.

Entonces estaba “limpio”.

Chris inició su andadura en el mundo del ciclismo cuando ya de jovencito se dedicaba a recorrer los polvorientos caminos de tierra de su Kenia natal, para seguir después compitiendo en circuitos de carreras con la bicicleta de montaña.

Así fue hasta que se fue a vivir a Sudáfrica, donde aprendió allí todo sobre el ciclismo en ruta.

Un buen día Sir Dave Brailsford, el patrón del Team Sky,  que estaba ojeando jóvenes promesas, se fija en él y, a pesar de que es un diamante en bruto a pulir ya que Chris se mostraba como un corredor un poco torpe e irregular pero, eso sí, con mucho talento, se lo lleva a Inglaterra, nacionalizándose poco después como británico.

Pero Chris llegaba enfermo.

Sufría una desagradable y debilitante enfermedad parasitaria llamada esquistosomiasis contra la que tuvo que luchar durante cuatro años.

Se recuperó felizmente y por fin debutó en el Tour de 2012 para trabajar para su líder: Bradley Wiggins.

Ya aquel año pudo ganar su primera Grande Boucle en el momento que él hubiera querido.

Sólo había que ver cómo tiraba de Bradley, tanto que hasta lo dejaba de rueda, mostrando alguna imagen de perplejidad, teniendo que esperar varias veces al maillot amarillo del Tour.

Pero con un fair play exquisito Chris respetó a su jefe de filas.

Todo un caballero.

Escalador excepcional y gran contrarrelojista, al fin tuvo su oportunidad al año siguiente, en 2013, cuando se plantó y dijo que el Cielo de París no podía esperar más.

Liberado de sus cadenas por su equipo venció en aquel Tour después de una dura pugna con el colombiano Nairo Quintana.

Chris siempre ha organizado sus temporadas con gran éxito en torno al asalto del Tour que ha ganado ya en cuatro ocasiones: 2013, 2015, 2016 y 2017.

Y la edición de 2014 porque tuvo que abandonarlo magullado después de sufrir el infortunio de caer varias veces y en un par de etapas seguidas, sino, con toda probabilidad podríamos estar hablando de un nuevo pentacampeón del Tour, algo a lo que aspira este año con el permiso de sus rivales y la marca del asterisco del dopaje en su dorsal:

“el dolor sigue siendo el amigo que siempre me dice la verdad. El entrenamiento sigue siendo mi verdadera adicción”

Españoles que ganaron el Tour, de Bahamontes a Pereiro

Federico Martín Bahamontes

Nacido el 9 de julio de 1928 en Santo Domingo-Caudilla (Toledo).

Moreno, de cabello rizado y rostro aguileño, con cierto aire de torero y cuerpo de escalador nato, finas piernas, de morfología longilínea para su 1,74 m de altura y 65 kg de peso, el pedaleo de nuestro legendario protagonista, en cuanto la carretera se elevaba por encima de su cabeza, alcanzaba lo sublime.

Se ganó con todo merecimiento el apodo de “El Águila de Toledo” cuando “volaba” planeando por los puertos, por encima del resto de ciclistas.

Esta agilidad y fortaleza cuesta arriba le hizo ganar en el Tour de Francia, además de la general final del año 59, nada menos que seis veces el gran premio de la montaña de la ronda gala los años 1954, 1958, 1959, 1962, 1963 y 1964.

Con este palmarés queda todo dicho sobre uno de los mejores escaladores de todos los tiempos. Ahí permanecen esos registros para la historia.

Fue Mariano Cañardo, seleccionador nacional en el año 54, quien se fija en él

«estamos ante un futuro fenómeno sobre la bicicleta”

y se lo lleva para disputar el Tour de aquel mismo año.

Es en esta carrera cuando Bahamontes entra en la leyenda: los aficionados tienen todavía en la memoria su parada en el alto de Romeyère.

Acababa de coronarlo en solitario y no se le ocurre otra cosa que comprarse unos helados para degustarlos mientras espera a sus rivales.

Algo insólito.

Tour de Francia - Federico Martin Bahamontes JoanSeguidor

Rondevanvet

Aquella acción llenó los titulares de los periódicos de la época.

En sus crónicas explicaban que Bahamontes inició la ascensión con dos radios rotos y no tenía cerca el coche de apoyo.

Cuando llegó arriba, muy destacado, tuvo miedo a lanzarse en el descenso con aquel problema y decidió esperar a la ayuda mecánica. Tenía una sed terrible. Pidió agua pero nadie le entendió, hasta que vio el puesto de helados y él mismo se compró dos que se zampó esperando al coche de equipo.

En el Tour del 56 se clasifica en un meritorio 4º lugar y sólo un intratable Gaul y unos Alpes extremadamente fríos, le privaron de reeditar su victoria en el GP de la Montaña.

Al año siguiente, la prensa francesa lo considera claro favorito para la victoria final, pero la historia fue diferente ya que en la séptima etapa se tuvo que bajar de la bici por una infección que le produjo -según él- una inyección de calcio que Luis Puig le había infiltrado:

—¡Has de volver a subir y continuar! —le dijo Luis Puig

—¡No!

— ¡Por tu madre!

— ¡No!

— ¡Por tu mujer!

— ¡No!

— ¡Por Franco!

— ¡No!

Y abandonó de manera irrevocable.

En el Tour del 58 se clasifica en octavo, después de llegar a Pirineos con 40 minutos perdidos, por eso la prensa francesa le llega a recriminar su fácil táctica de perder tiempo en las primeras etapas para no ser vigilado en las montañas.

Llegamos a 1959, el año de su consagración.

Eran favoritos para ganar el Tour: Charly Gaul, Baldini, Rivière, Anglade, Bobet y Geminiani, pero Coppi, entonces su director, y Langarica, le convencen para que vaya a por la general y no sólo la montaña.

Con muy poco tiempo perdido en las primeras etapas, ataca en la jornada del Tourmalet donde sólo le puede seguir Gaul. Siguió atacando el resto de etapas y reduciendo su desventaja con el líder hasta llegar a la cronoescalada de 12 km al Puy de Dôme metiéndoles 1’26” a Gaul, 3’ a Anglade, 3’37” a Rivière, 3’41” a Anquetil, 6’19” a Baldini y tuvo que hacer rectificar a la organización el porcentaje del fuera de control para no dejar medio pelotón en la calle.

Como curiosidad del destino, consiguió por fin el liderato en la 17ª etapa, escapado con Charly Gaul en el col de la Romeyère, sí, en el mismo sitio donde cinco años antes se había comido los dos helados.

Así consiguió el toledano el primer triunfo español en el Tour, corriendo por primera vez con inteligencia y dosificándose gracias a la supervisión de Langarica.

Dicen de él que era conflictivo y picajoso, indisciplinado y con un indomable carácter para lo bueno y lo malo.

Luis Ocaña

Nacido el 9 de junio en Priego (Cuenca) y fallecido el 19 de mayo de 1994 en Nogaro (Francia).

De familia humilde, sus padres, que eran labradores, tuvieron que marchar a Francia a buscar trabajo.

Se asentaron en Mont-de-Marsan (Occitania) y aquella tierra ya le marcó desde adolescente como ciclista.

Hasta la llegada de Indurain, se le consideró el ciclista español más completo por ser un gran contrarrelojista, impecable rodador y un escalador fulminante.

Los franceses enseguida se lo hacen suyo y empiezan a denominarlo como “el español de Mont-de-Marsan”.

Era un bravo corredor, muy luchador y sufridor, genial y furioso… y trágico, como su propia existencia.

Fue en el Tour de Francia del 68 cuando Ocaña inicia su interminable rosario de desgracias en la gran ronda gala. Aquel año, en un descenso, choca contra una piedra que había en medio de la calzada.

Queda en estado de shock, ensangrentado. Empujado por compañeros suyos como Perurena o Galera, aún tuvo los arrestos de subirse a la bici, ascender el Ballon d’Alsace y acabar la etapa. Al día siguiente tuvo que abandonar.

Es en el Tour de 1971 donde hace historia.

Gana la 9ª etapa en la ascensión al mítico Puy de Dôme con 7” sobre Zoetemelk y 15” sobre Merckx, colocándose 3º de la general a 37” de “El Caníbal”, el gran favorito.

Dos días después ataca subiendo el Cucheron y aprovecha un pinchazo de Merckx y se queda a tan sólo 1”del nuevo líder: Zoetemelk.

Pero es al día siguiente cuando Ocaña realiza una de las gestas más impresionantes del Tour: llega a la meta de Orcières-Merlette con 5’52” sobre Van Impe, 8’42” sobre Merckx y deja a 72 corredores fuera de control… que han de repescar.

Pero el belga no se iba a rendir e iba a convertir el resto de la carrera en un infierno, atacando a Ocaña en todos los terrenos.

Tour de Francia - Luis Ocaña JoanSeguidor

Ciclo21

De esta manera llegamos a la terrible etapa del col de Mente.

En su descenso Merckx baja a tumba abierta. Ocaña lo marca de cerca, pero en una curva peligrosísima el belga derrapa y está a punto de caer, algo que Ocaña no puede evitar.

En el momento en el que se iba a levantar para subir de nuevo a su bicicleta es embestido por Zoetemelk y lo hace rebotar contra un muro.

Pierde el conocimiento y lo trasladan al hospital. Se había truncado un duelo épico. Merckx, que al día siguiente no quiso lucir el maillot amarillo, dijo de él que “nadie en mi vida me había hecho sufrir tanto”.

El Tour del 72 fue de los más esperados para ver la reedición de aquella rivalidad entre Merckx y Ocaña, pero de nuevo la mala suerte se ceba con el español, primero cayendo de nuevo junto a otros corredores en el descenso del Aubisque, que lo deja bastante dolorido y magullado el resto de la carrera, para agravarse algunas jornadas más tarde a causa de una fuerte bronquitis.

De todas maneras, Ocaña atacó a Merckx todo lo que pudo como en la ascensión al Mont Ventoux en donde lo intentó hasta en cinco ocasiones. Ya muy enfermo por una infección broncopulmonar,  el equipo médico del Tour le hace abandonar, después de los esfuerzos que le supusieron ascender el Izoard y el Galibier con 40º de fiebre, pulmonía doble y poniendo en peligro su vida.

Llegamos al año 1973 y aquella temporada Merckx y Ocaña se dan una tregua en el Tour: el belga se va a correr el Giro y el español a la ronda gala.

Ocaña tenía el camino despejado para ganar por fin su Tour de Francia.

En la 3ª etapa entre Roubaix i Rems, Ocaña da un golpe encima de la mesa en una etapa de 230 km y 100 de pavés.

Se escapa con 4 corredores. En meta aventaja a todos los favoritos a más de dos minutos como Poulidor, Van Springel, Van Impe, Thevenet y Zoetemelk.

En la primera etapa alpina ya se viste de amarillo. Es al día siguiente cuando Ocaña vuelve a realizar otra proeza inolvidable. En una etapa de 238 km con la Madeleine, el Galibier, el Izoard y Les Orres, Ocaña responde a un ataque de Fuente en el Telegraph. Los dos españoles se quedan solos con 147 km por delante.

Gana el conquense, aprovechando un pinchazo de Fuente.

En meta las diferencias son abismales: Thevenet a 6’59” y Zoetemelk, Van Impe y Poulidor a 20’24”. Fuente queda 2º en la general a 9’09”. Gana las dos contrarrelojes de aquel Tour, una etapa pirenaica y la jornada del Puy de Dôme. En total 6 victorias de etapa.

En la clasificación definitiva, Ocaña saca unas diferencias exageradas al 2º y 3º: más de un cuarto de hora sobre Thevenet y Fuente.

Y no volvió a ganar nunca nada más. Víctima de muchos infortunios en carrera y en su vida personal, decidió quitarse la vida el 19 de mayo de 1994 en su casa, pegándose un tiro. Dicen que padecía cáncer de hígado y es posible que desesperara al conocer el carácter irreversible de su enfermedad.

A su entierro asistieron 350 personas, entre ellas Thevenet, con quien llegó a hacer una gran amistad, y Merckx, que declaró: “ha sido el rival más noble que he tenido”.

Tour de Francia - Perico Delgado JoanSeguidor

Pedro Delgado

Nacido el 15 de abril de 1960 en Segovia.

De sobras conocido por todos como Perico Delgado, el ciclista segoviano brilló con mucha fuerza en el Tour y podemos decir sin duda alguna que es el gran responsable que este deporte haya enganchado a tantísima gente a subirse a una bicicleta en este país.

Hemos sido muchos los que nos hemos aficionado al ciclismo viendo por la tele los hachazos que metía Perico a sus rivales en la montaña del Tour.

Hacerte vibrar y levantarte de tus asientos.

Vibrar con todo lo que hizo, recordándole ahora con nostalgía.

Nos ilusionó durante todas aquellas tardes del caluroso julio francés, dejándonos sin siesta, siguiendo las peripecias del segoviano en el Tour, cuando por fin, después de Bahamontes y Ocaña, parecía que un español, de nuevo, tenía opciones de ganar la ronda gala, después de unos tanteos iniciales en sus primeras participaciones a partir del año 1983, cuando junto a Ángel Arroyo decidieron acudir como novatos a una carrera que no tenía ninguna repercusión mediática en nuestro país y, todo hay que decirlo, bastante temida por nuestros corredores.

Fue en aquella Grande Boucle cuando Perico se dio a conocer a las aficiones francesas y españolas: “le fou des Pyrenées!” (o el loco de los Pirineos), fueron los titulares de la prensa, después de realizar un descenso suicida, con la cabeza pegada a la rueda delantera, en el Peyresourde. Era el 11 de julio de 1983 y aquella imagen dio la vuelta al mundo del ciclismo.

A partir de aquel momento Perico se convierte en hombre-Tour y planifica su temporada marcándose como objetivo esta carrera.

Con él hemos disfrutado, pero también hemos sufrido. Y con él surgió la pericomanía. Escalador nato y de raza, en cuanto la carretera se empinaba nos poníamos en pie para seguir sus secos demarrajes, enseñándole a todos sus rivales su rueda trasera.

Seguramente pudo haber ganado unos cuantos Tours más que su solitaria victoria en el año 1988, pero Perico, bien por el infortunio (en 1984 tuvo que abandonar por una caída), la desdicha (en 1986 por la muerte de su madre), la mala suerte o su despiste continuado (prólogo de Luxemburgo, 1989), no tuvo la fortuna de subir a lo más alto en el resto de ediciones en las que participó, y eso que en muchas de ellas se presentaba como uno de los claros favoritos al triunfo final.

En 1985 -el 5º de Hinault- Perico se da cuenta que la carrera está a su alcance cuando vence brillantemente en la etapa pirenaica entre Toulouse y Luz Ardiden, un recorrido jalonado con puertos como el Aspin y el Tourmalet.

Con esta ilusión se presenta al año siguiente, consolidándose en los Pirineos después de ganar en Pau, pero tristemente ha de abandonar la prueba tras el fallecimiento de su madre.

Una puesta a punto de la bicicleta en cinco pasos

Llegamos a 1987 y Delgado es claro favorito a ganar su primer Tour, una ronda gala épica con el recuerdo del pulso que mantuvo de principio a fin con el irlandés Stephen Roche.

Perico llega a la última etapa con 1’01» de ventaja sobre Roche, pero todos sabemos que tiene pocas opciones ya que se trata de la contrarreloj final de Dijon y el irlandés es superior al segoviano en esa especialidad. Pero teníamos alguna esperanza, aunque al final no hubo milagro y Pedro tuvo que ceder el maillot amarillo por tan sólo 40″.

Así se presenta a la salida de la ronda gala del 88 con unas ganas tremendas de revancha y mejor preparado que nunca.

Con su equipo, el mítico Reynolds, iba camino de escribir la leyenda.

Sus rivales eran Jean-François Bernard, Mottet, Herrera, Hampsten, Zimmermann, Parra, Breukink, Theunisse, Rooks… un cartel de lujo.

En su Tour más calibrado e inteligente, dominando la situación y comportándose como gran estratega, gana con autoridad la 13ª etapa entre Grenoble y Villard-de-Lans, una contrarreloj individual, dejando a Jeff a 44″.

Pero aquella noche le esperaba una ingrata sorpresa en el control anti-dopaje, mientras miles de españoles cruzaban la frontera dirección Luz-Ardiden para aclamarle al día siguiente.

Debido a una filtración no deseada, la cadena de televisión «Antenne 2» da la noticia de que Perico ha dado positivo por probenecid, sustancia prohibida en la lista del COI pero no en la de la UCI.

Después de mucho revuelo e incertidumbre, los comisarios exculpan a Perico y salva su maillot amarillo y gana su primer Tour. Pero aquel año nos temimos lo peor.

En 1989 se le espera de nuevo como gran favorito para repetir triunfo.

Se presenta a la primera etapa, un prólogo contrarreloj… ¡pero lo hace con un retraso de 2’40»! Se había perdido, mientras calentaba, callejeando por Luxemburgo.

Un tremendo despiste que le hace quedar el último de la clasificación general a casi 3′.

Aún se le agrava más la situación después de padecer una gastroenteritis en la crono por equipos que le hace hundirse en la clasificación con 7 minutos de desventaja con respecto al líder.

Desde esta última posición, el campeón de la edición anterior parte en busca de un milagro que está a punto de suceder y casi darle un vuelco a la general, cuando a partir de entonces se dedica a atacar, una y otra vez, a sus dos grandes rivales: LeMond y Fignon. En un derroche de esfuerzo y energía, Perico acaba finalmente tercero en el podio, a 3’34» del norteamericano.

Todo fueron lamentos para él y la afición que vieron cómo se había perdido una ocasión magnífica para que un español siguiera liderando el ciclismo mundial.

Perico, genio y figura.

Tour de Francia - Carlos Sastre JoanSeguidor

Carlos Sastre

Nacido el 22 de abril de 1975 en Leganés (Madrid), aunque abulense de adopción y cuñado de José María Jiménez, ”el Chaba”, Carlos Sastre se crió como ciclista en las calles de El Barraco (Ávila), pueblo natal de su padre Víctor.

De Carlos Sastre podemos decir que era todo lo contrario a su cuñado, un ciclista serio, modesto, gran trabajador que se entregaba como gregario de lujo. Lo que consiguió fue a base de sufrimiento, dedicación y mucho esfuerzo.

Corredor muy comprometido y perseverante durante toda su carrera, era la antítesis de la imagen de divos que ofrecían algunos grandes campeones.

Y él era uno de ellos, cuando además estuvo a punto de dejarlo todo por una fuerte crisis que le hizo pensar incluso en bajarse de la bicicleta.

En el recuerdo, la etapa que ganó un 19 de julio en el Tour de 2003, corriendo ya en el CSC después de dejar a Manolo Saiz, alzando los brazos y entrando en meta con el chupete de su hija Claudia en la boca, que acababa de nacer. Una imagen insólita pero entrañable e inolvidable, la que le dedicó no sólo a su hija sino también a su mujer Piedad (hermana del Chaba): “lo llevaba en el bolsillo del maillot, esperando para poder dedicárselo a mi hija”.

Algunos le criticaron que en la “foto de su vida” como ciclista aparecería siempre con el chupete en la boca.

Pero a él no le importó, en absoluto.

Aquel día, atacando a la antigua y después de pedir permiso a su jefe de filas, Tyler Hamilton, atacó en el Pailhères, a muchos kilómetros de la meta con la ascensión final a Ax 3 Domaines.

Lo hizo acompañado de otros dos españoles como Rubiera y Mercado.

El primero en descolgarse fue Chechu, que tenía que reservar fuerzas para trabajar para Armstrong -apajarado el día anterior en la crono-,  hasta que Sastre soltó de rueda también a Juanmi, llegando en solitario con 1’01’’ de ventaja sobre Ullrich y Zubeldía, y 7’’ sobre Lance.

Se colocaba 9º en la general pero todavía a un verano de los favoritos.

Pero este no iba a ser el gran día de Carlos sobre una bicicleta, aún le esperaba algo mucho mejor: la gloria de ganar un Tour.

Fue en la edición de 2008 cuando atacó a pie de puerto del Alpe d’Huez en la 17ª etapa entre Embrun y la mítica cima alpina.

Lo hizo con decisión a la búsqueda del maillot amarillo. Finalmente, las 21 curvas de la muralla d’Oisans le consagraron a la edad de 33 años, convirtiéndose en nuevo líder del Tour, mientras los cohetes explotaban para celebrar su victoria en las calles de El Barraco.

Óscar Pereiro

Nacido el 3 de agosto de 1977 en Mos (Pontevedra).

Escapada bidón: grupo grande de corredores que no cuentan para nada en la clasificación general que se escapan con permiso del pelotón y que suelen distanciarse bastante tiempo metiendo auténticas minutadas al grupo principal.

Alguno de ellos incluso saliendo líderes de la carrera, si bien de ellos se espera que con el paso de los días vayan hundiéndose de nuevo en la general.

Pero no todos.

Todos recordamos la etapa: 15 de julio de 2006.

Óscar Pereiro estaba a un mundo del líder, el norteamericano Floyd Landis, a casi media hora.

La 13ª etapa del Tour constaba de un recorrido de 230 km entre Béziers y Montélimar, la más larga de aquella edición. Además, hizo un calor terrible: 35 grados de temperatura.

La fuga de aquel día se forma en el kilómetro 20 en la que se meten Pereiro, Chavanel, Quinziato, Grivko y Voigt. Ninguno hacía temer por el maillot amarillo de Landis.

Phonak dejó hacer a la escapada porque además Pereiro era amigo del norteamericano y no le molestaba para nada si se ponía líder.

En aquella etapa se dio alguna circunstancia extraña como fue el hecho de que el Rabobank de Denis Menchov se pusiera a tirar para “defender” el liderato de Landis.

No pudo ser y fue demasiado tarde cuando se dieron cuenta que la escapada bidón llevaba media hora de ventaja sobre el pelotón, todo un verano que hizo que finalmente ganara Voigt y Pereiro acabara segundo, mientras se impacientaba a la llegada y ponía el reloj en marcha.

El grupo llegaba a 29’57’’ y Pereiro se convertía en el noveno líder del ciclismo español y tercer amarillo para un equipo de Echavarri, después de Perico e Indurain.

Aquel día la organización tuvo que repescar a los 145 corredores que llegaron fuera de control.

Perdió el maillot en Alpe d’Huez, lo recuperó en la Toussuire y lo volvió a ceder en la crono.

Fue 2º en París, pero el positivo de Landis que pasó de una tremenda pájara en La Toussuire a una machada en Morzine, después de culminar una escapada de 200 km, le dio la victoria en aquel Tour, que lo había ganado a lo Walkowiak 50 años más tarde.

Un maillot amarillo que amargamente se quejó de no haberlo podido lucir en París.

Algo más tarde Landis confesó y abrió la caja de Pandora del dopaje

Españoles que brillaron en el Tour de Francia

Tour: Si hay nivel, Omar Fraile se crece

El español ganador de la 14 etapa del Tour 2018.

Bernardo Ruiz

Nacido el 8 de enero de 1925 en Orihuela (Alicante).

Con sus 93 años, Bernardo Ruiz es toda una auténtica leyenda viva del ciclismo y de la historia de la Grande Boucle. No en vano, es el ciclista vivo más antiguo entre los españoles que destacaron en la ronda gala.

Tour de Francia - Bernardo Ruiz JoanSeguidor

Wikipedia

Apodado como “El Pipas”, corrió su primer Tour en el año 1949, aunque no pudo finalizarlo -ni él, ni ningún español- porque según palabras suyas propias “esta carrera nos venía muy grande a todos los españoles que además pasábamos mucha necesidad”. En efecto, mucho mérito tenía presentarse en Francia a correr con muy escasos medios para los ciclistas españoles en los duros tiempos de la postguerra.

Por eso, lo que hizo Bernardo Ruiz aumenta mucho más su épica.

Dos años después, en el 51, vuelve al Tour y deja su sello ganando dos etapas y termina 9º en una edición que ganó Koblet.

Pero fue en 1952 cuando planta cara a los grandes corredores de la época, quedando tercero por detrás del campeonísimo Coppi y del belga Ockers, pero por delante nada menos de Bartali, Robic o Magni.

El primer podio español.

Bernardo Ruiz situó a España en el Tour:

“fue todo un acontecimiento, en esa época no tenía la repercusión de ahora en los medios y los españoles veníamos de correr en fiestas de pueblo. Teníamos miedo a venir. Competíamos en grupos como máximo de 50 y allí salían el doble y nosotros no sabíamos ni ir en pelotón”

 

Miquel Poblet

Nacido el 18 de marzo de 1928 en Montcada i Reixac y fallecido el 6 de abril de 2013 en Barcelona.

El recordado como “El bebé de Montcada” ha pasado a la historia del Tour como el primer español en portar el maillot amarillo, en una época en la que los españoles corrían en inferioridad de condiciones a todos los niveles: sin material, sin ambición y desmoralizados.

“Sancho Panza”, como le llamaban con cariño sus amigos, se presentó en el Tour de 1955 animado en ganar alguna etapa al sprint, su gran especialidad.

Se sorprendió de que el resto de ciclistas le vieran como claro favorito para ganar aquella primera etapa: un primer sector en línea de 102 km entre Le Havre y Dieppe.

Y ganó al sprint y se vistió de líder convirtiéndose en “la flecha amarilla”.

Su liderato fue efímero al perder tan preciada prenda en el segundo sector, una crono por equipos: “lo hicimos bien, pero no pudimos evitar que me lo quitaran por unos segundos”. Un doble sector que lo tuvo que pasar “debajo de un árbol comiendo pan con mantequilla”.

Poblet terminó aquel Tour en un digno 26º puesto pero aún tocó la gloria en la última etapa con final al sprint en el Parque de los Príncipes de París, haciendo un capicúa en la ronda gala, al escaparse a 18 km de meta y entrando en el velódromo mientras 70 mil almas le jaleaban, si bien, los que venían por detrás, eran nada menos que Bobet y compañía.

Aquella gran actuación supuso mejoras económicas en los maltrechos bolsillos de los ciclistas españoles de la época.

Julio Jiménez

Nacido el 28 de octubre de 1934 en Ávila.

«El Relojero de Ávila», camino de cumplir 84 años, es otra leyenda viva del ciclismo y está considerado como uno de los mejores escaladores de la historia.

Queda en el recuerdo su participación en el Tour de 1967, quedando en 2ª posición tras el francés Roger Pingeon, su gran éxito en la ronda gala, si bien, como él mismo reconoce: «yo pude ganar aquella carrera«.

No le falta razón a este aprendiz de relojero que compartía su oficio con la competición.

Varios factores fueron determinantes para que el abulense no se hiciera con la victoria final en aquel Tour.

La más importante quizás fuera que en aquella edición se volvía a correr por selecciones nacionales y no por los equipos patrocinados por sus marcas, algo que la Grand Boucle solía hacer durante aquellos años con frecuencia. Los ciclistas lucían la publicidad de su marca pero todos corrían con el maillot nacional.

España participó con dos equipos: el titular y el promesas, si bien, sus jefes de filas -Gabriel Saura y José Serra- acordaron trabajar y formar un solo equipo, sobre todo para repartirse los premios a partes iguales. Pero no funcionó así, para nada.

Después de superar las etapas llanas, Julio Jiménez se convertía en el gran favorito habiendo salvado jornadas incluso con pavés.

Sin embargo, en una escapada bidón entre Roubaix y Jambes provocada por un español -Ginés García- hace que un gregario de Poulidor como Roger Pingeon gane aquella etapa y se coloque líder dejando en más de 7′ de tiempo perdido al relojero. Llegan los Vosgos y Poulidor sufre un día de perros aquel día, perdiendo 20′ y decide entonces trabajar para Pingeon. Un refuerzo de auténtico lujo.

Pero Jiménez no tiene ayuda de ningún español. Lo intenta con su compañero en el Bic, Aimar, pero el Tour se da cuenta y le obliga a no hacerlo. A partir de entonces se desata una lucha terrible entre Julio Jiménez y Pingeon, al que poco a poco le va recortando segundos.

Llegamos al infame día de la etapa del Mont Ventoux.

Es la dramática  jornada en la que el inglés Tom Simpson muere en sus rampas a 3 km de la cima. Era el portador del maillot arco-iris. El mundo del ciclismo se vestía de luto y el Tour quedaba salpicado por la lacra del dopaje.

Cuando Julio Jiménez, al igual que el resto de perseguidores, pasó por el lugar de la tragedia, ni se enteraron.

Había atacado en sus rampas y coronado en primera posición el monte calvo, si bien el grupo de Pingeon y Poulidor lo cazaron en el descenso, a 15 km para meta.

En la gran etapa pirenaica entre Toulouse y Luchon, Julio Jiménez tuvo su gran ocasión.

En el equipo español lo tenían todo planeado: atacaría Manzaneque en el km 50, que no sería vigilado por estar muy lejos en la general. Julio Jiménez se movería en Portet d’Aspet, para posteriormente enlazar con Manzaneque y tirar juntos dirección Luchon, ascendiendo a bloque el Mente y el Portillón, para dejar bastante retrasado a Pingeon en la general.

Pero, según cuentan, aquel día Manzaneque dijo: «¡leches!» y no  le esperó, ante la desesperación del director de equipo José Serra.

Manzaneque ganó la etapa y Julio Jiménez quedó segundo a 1′.

Pingeon llegó con un retraso de 4′ y el abulense se quedaba en la general a 2’03» del francés.

Aún quedaba el Puy de Dôme, pero Pingeon, muy protegido, sólo cedió 24» con respecto a un vigiladísimo, y sin equipo, Julio Jiménez.

En la contrarreloj final de París, Pingeon aún le asestó el golpe definitivo, doblándolo casi llegando a meta:

«yo pude ganar el Tour de Francia del 67, pero Manzaneque dijo ¡leches

Tour de Francia - Julio Jiménez JoanSeguidor

Casas Gredos

Tour de Francia - Angel Arroyo JoanSeguidor

www.pedrodelgado.com

Ángel Arroyo

Nacido el 2 de agosto de 1956 en El Barraco (Ávila).

Gran escalador y muy buen contrarrelojista, Ángel Arroyo merece ser recordado mucho más, y mejor, en la memoria colectiva del ciclismo español.

Dicen que no tenía mucho carisma y que no se le daba muy bien hablar ante los medios de comunicación, algo que hizo, seguramente, que no se interesaran mucho por él.

Pero el nombre de Ángel Arroyo quedará asociado siempre como el ciclista que lideró al mítico equipo Reynolds en el no menos épico Tour de Francia de 1983, junto a compañeros como Perico, Gorospe, Laguía y Prieto, entre otros nombres ilustres del ciclismo español.

Este grupo de corredores dirigido por José Miguel Echávarri se presentaba  en la salida de la ronda gala como el único equipo español participante y lo hacían con pocas expectativas. Iban a probar y a aprender, más que nada.

Nadie contaba con ellos porque además hacía más de cinco años que un español -Lasa- no ganaba una etapa en el Tour.

Pero los españoles, a medida que se iban corriendo las etapas de aquella gran carrera, ganaban en confianza y alcanzando muchos puestos de honor, entre victorias y podios, y hasta el final se vieron luchando por el triunfo absoluto de aquel Tour.

Quién se lo iba a decir a ellos cuando tuvieron que aguantar el chaparrón de una contrarreloj por equipos de nada menos que… ¡100 km!

Aún y así, los tres líderes de Reynolds -Gorospe, Arroyo y Delgado- capearon dignamente el temporal y sólo cedieron 2 minutos con respecto al líder, Pascal Simon, uno de los favoritos.

Al día siguiente la etapa del pavés entre Valenciennes y Roubaix de 153 km les hace pasar factura a Delgado (a 7’39») y Gorospe (22’32»), perdiendo una minutada.

Pero Arroyo sí fue capaz de aguantar entre los mejores. En la décima etapa entre Pau y Bagnères de Bigorre, de puro aroma pirenaico con las ascensiones al Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, los ciclistas españoles ya le han perdido el respeto completamente al Tour y se lían la manta la cabeza, sobre todo Perico y su recordado descenso del Peyresourde, quedando 2º en meta, tan sólo por detrás -y a muy pocos segundos- de Robert Millar, en una jornada de calor infernal.

La apoteosis llega con la cronoescalada al Puy de Dôme.

Ángel Arroyo gana la etapa y Perico hace segundo, situándose ambos con opciones de podio.

Los españoles le habían dando un vuelco a aquel Tour, pero fueron las contrarrelojes finales de Morzine-Avoriaz (en la que Arroyo hizo 4º) y sobre todo en la de Dijon marcándose la crono de su vida y quedando 2º, las que sirvieron para colocar en el cajón al abulense, que quedaba a 4’04» de retraso con respecto al vencedor final: Laurent Fignon.

¡Qué Tour el del aquel año!

Joseba Beloki

Nacido el 12 de agosto de 1973 en Lazcano (Guipúzcoa).

El valiente corredor vasco Joseba Beloki llevaba camino de convertirse en el nuevo Poulidor después de tres podios consecutivos en el Tour de Francia: segundo en 2002, sólo superado por el «intratable» Armstrong, y tercero en las ediciones del 2000 y 2001, convirtiéndose durante aquellos años en la gran baza española para reverdecer laureles en la ronda gala que desde la época de Miguel Indurain no había contado con un claro favorito para hacerse con el triunfo, siempre con el permiso del indómito texano.

A pesar del dominio del norteamericano, la condición de gran escalador de Beloki nos hizo soñar durante aquellos años en que pudiera derrotarlo.

Así fue cómo en aquellas ediciones se nos presentaba como el gran outsider para derrocar a Armstrong.

Tour de Francia - Joseba Beloki JoanSeguidor

Zuzeu

Al menos vivimos con esa tremenda ilusión hasta que un 14 de julio de 2003, de infausto recuerdo, nos hizo despertar a todos del sueño.

Estábamos viendo la carrera por la tele cuando de repente todos pegamos un salto del sillón y nos abalanzamos sobre ella al ver cómo Beloki caía de forma muy aparatosa de la bicicleta, quedando estirado en el tórrido asfalto, inmóvil.

Todos nos temimos lo peor.

Nos echamos las manos a la cabeza: ¡no podía ser!

Era la 9ª etapa y los corredores descendían del col de la Rochette.

Armstrong era líder aventajando a tan sólo 40″ a Beloki. Parecía que aquel año habría lucha.

Ambos perseguían a Vinokourov, que andaba escapado y enfilando los pocos kilómetros que quedaban para la meta en Gap.

Estaban sorteando la penúltima curva cuando atravesaron una placa de asfalto fundido por el infernal calor del verano de 2003.

El corredor de la ONCE tocó un poco el freno y su rueda trasera hizo un extraño, reventando el tubular y cayendo violentamente al suelo. Una caída brutal, espeluznante.

A todos se nos encogió el alma al ver a nuestro corredor allí tendido, gritando de dolor, en brazos de Manolo Saiz, desconsolado, que no podía hacer nada para que Joseba pudiera levantarse y echara a correr de nuevo con su bici. Eso era lo que todos queríamos.

No pudo ser y el bravo corredor vasco se dejó en aquella maldita curva todas sus opciones de ganar su Tour con una triple fractura de fémur, cúbito y radio.

Porque aquel año era el suyo, en un Tour en el que el texano parecía humano.

Joaquim Rodríguez

Nacido el 12 de mayo de 1979 en Barcelona.

«Purito» Rodríguez, el explosivo escalador catalán, era todo un Cohiba Maduro Genio, un número 1 mundial en cuanto la carretera se inclinaba muy por encima del 15% y, si además lo hacía en pocos kilómetros, no había nadie que le pudiera superar en aquellos terribles desniveles para la mayoría de ciclistas, pero no para Joaquim, que se movía como pez en el agua en aquel terreno.

En esas duras cotas, con finales en alto de mucho porcentaje, es donde los hacía explotar a todos.

Maduro, porque hasta que no cumplió los 31 años no debutó en el Tour:

«estoy muy ilusionado. Hasta que no lo corres no tienes el carnet de profesional y yo he tardado mucho en poder obtenerlo. Voy a cumplir un sueño«

Y lo cumplió, acabando en un dignísimo 8º puesto después de ganar una etapa, cómo no, en la corta pero explosiva ascensión a Mende, imponiéndose al sprint a Contador, a la postre vencedor final de aquel Tour del 2010, donde sacó su genio cuesta arriba.

https://www.youtube.com/watch?v=qXScfOyoFpQ

Purito en aquel momento ya era la joya de la marca Katusha.

Con 34 años se presenta de nuevo en la salida de la ronda gala del 2013 con serias opciones de triunfo y con vitola de favorito.

Estaba ante su gran oportunidad de encender el Tour.

Su incondicional afición se sumó a las apuestas a que se fumaba la Grande Boucle ya que gracias a sus finales, llenos de sabores, partía con la vitola de mayor tamaño de la serie Grandes Escaladores.

Venía a empurar a sus rivales.

No lo tenía mal del todo.

El Tour empezaba sin ninguna crono que le hiciera petar antes de tiempo.

Llegaba fresco y dispuesto a encender la mecha y poner al rojo vivo la carrera:

«Para mi gusto al Tour siempre le faltaba un poco de montaña y creo que este año lo han conseguido endurecer con el nuevo recorrido. Me gusta»

No nos defraudó y Joaquim acabó tercero de aquel Tour, para volver en 2015 y ganar dos etapas: una en su terreno preferido, el Muro de Huy en la tercera jornada,  y otra en Plateau de Beille, como los grandes campeones en la etapa reina pirenaica, demostrando que no sólo era un buen llegador cuesta arriba, también sabía correr con brillantez y táctica, mientras levantaba los brazos y fumaba tranquilamente esperando al resto de rivales en meta.

Tour de Francia - Valverde y Purito JoanSeguidor

Eurosport

Alejandro Valverde

Nacido el 25 de abril de 1980 en Las Lumbreras (Murcia).

Alejandro «Balaverde», o simplemente «El Bala», posiblemente sea el ciclista en activo más querido por nuestra afición.

Podemos decir sin equivocarnos que con total seguridad está entre los cinco mejores del planeta, sobre todo si nos referimos a corredores completos como él, que es un auténtico todoterreno que esprinta, llanea, escala y contrarrelojea, considerándole también como clasicómano y vueltómano.

Y así lleva 16 años, con un total de 117 victorias para todos los gustos y colores.

Además con Valverde el espectáculo siempre lo tenemos asegurado.

A sus 38 años, diez participaciones en el Tour le contemplan desde que un ya lejano julio del 2005 debutara en la gran ronda gala y destapara el tarro de sus esencias ganando en la primera etapa de montaña en Courchevel, en los Alpes.

Allí presentó sus credenciales ganando fácilmente al sprint a un tal Lance Armstrong, que había querido marchar en solitario y que iba a la caza de su 7º Tour y además de forma consecutiva. Alejandro a falta de 200 m se puso a su rueda y le superó en el último golpe de riñón.

El norteamericano, que no se acababa de creer que alguien le hubiera ganado en los últimos metros, no tuvo más remedio que felicitarle, dándole la mano.

Una victoria para el recuerdo, aunque dos días más tarde tuvo que retirarse por lesión.

En 2012 vuelve a la Grande Boucle después de cumplir dos años por sanción. Lo hace con ganas pero nada más tomar la salida tiene que soportar pinchazos, caídas y montoneras, perdiendo un tiempo precioso que le impide luchar por el triunfo final.

Al menos se puede desquitar y gana una etapa de prestigio atacando en Balès y rematando en Peyragudes.

Era el último día de montaña y Alejandro lo probó con ansias.

Fue el día que Froome demostró que estaba más fuerte que su líder Bradley Wiggins.

Agotado y emocionado, casi llorando, aquel día Valverde nos decía que

«llevaba mucho tiempo esperando esta victoria, de trabajar mucho para conseguir esto«

Alejandro es así, un sentimental, gran persona y un ciclista espectacular, «un Messi o Cristiano de las dos ruedas» como lo definió en su día su compañero de equipo Imanol Erviti.

Lance Armstrong, el ciclista que nunca corrió el Tour de Francia

Hubo una vez que en el Tour de Francia aterrizó un corredor americano…

Nacido el 18 de septiembre de 1971 en Austin (Texas), Lance Armstrong ha pasado a los anales de la Historia del Ciclismo como una leyenda sin sombra, un tramposo campeón que se pasó años negando de manera rotunda todas las acusaciones de dopaje.

Pero en 2013, delante de millones de telespectadores de todo el mundo, se retractó de todo y confesó un sofisticado sistema de doping durante su carrera, sobre todo en el Tour de Francia, después de que la Agencia Antidopaje de Estados Unidos reuniese las suficientes pruebas incriminatorias que le delataban y que terminarían por costarle los títulos de sus 7 victorias en la gran ronda gala.

Si uno visita el gran circo del Tour de Francia enseguida se da cuenta de ese vacío, de esa orfandad de mito en esta épica carrera cuando entramos por el “paseo de los campeones” con las fotos de todos sus ganadores y comprobamos que existe un vacío importante entre 1999 y 2005, un salto en el tiempo tremendo que ahí queda.

Tour de Francia - Lance Armstrong JoanSeguidor

Youtube

Podríamos hablar de su grave enfermedad, de cómo pudo recuperarse de un cáncer de testículos con metástasis en su cerebro (sólo le daban un 20% de probabilidad de vivir) y de cómo volvió a la vida para competir y ganar, pero hemos de explicar que toda su trayectoria deportiva fue el del gran sueño americano truncado por la cruda realidad de este deporte con su ascenso a la gloria y posterior descenso a los infiernos de un ídolo caído:

“he estado a punto de morir y no soy estúpido. Afirmo categóricamente que no me estoy dopando (1999)”

Había llegado a ser portada de la prestigiosa revista Sports Illustrated como “deportista del año” después de ganar su 4º Tour, tocando el cielo y ganando un gran status y reputación en la sociedad norteamericana “por su coraje y entrega”.

Si algo tenía Lance en competición era su mirada fría, su seriedad y seguridad, su determinación y que el éxito le había llegado porque él sufría entrenando cada día:

“trabajo más que los demás, esa es la verdad, pero cuando rindes al máximo en una carrera siempre sale a relucir el tema del dopaje”

Su carácter era arrogante y arisco, condicionado por su enfermedad, por los seis atropellos de coche que padeció entrenando, por sus múltiples cicatrices producidas por las caídas y por llevar tornillos de metal en su cráneo.

Dicen de él que no podía entrenar con el resto de integrantes de su equipo porque los quemaba y reventaba literalmente, sobre todo cuando no paraba de ascender una y otra vez la subida al Alpe d’Huez -más de 30 veces la temporada 2003-, donde se preparaba para el Tour revolucionando la cadencia de pedaleo y moviendo las piernas en molinillo tan rápido como nunca antes se había visto.

Algunos apodos curiosos del texano son: “Mellow Johny” (juego fonético de “maillot jaune”), “Uniballer” (sólo tiene un testículo) o Jonathan Mellow (así firmaba en el registro de los hoteles).

Una anécdota jugosa fue cuando el malogrado actor Robin Williams (su amigo y fan incondicional) bromeaba con el único testículo de Lance cuando viajaba con el US-Postal:

“¡hoy tenéis que ganar por cojones! Si Lance lo puede hacer con un huevo, ¡vosotros mejor con los dos!”.

La afición francesa se la tenía jurada y muchos en la carretera le gritaban “Dopé!, Dopé!”, aunque nunca le pudieron pillar en un control antidopaje:

“una carrera de más de 20 años, 500 controles en todo el mundo y nunca he dado positivo. No tengo más que decir” (2011).

Aunque en 2015 se quejaba amargamente que…

“aquellas ediciones han de contar con un ganador. Sólo lo digo como aficionado, pero siento que yo gané esos Tours”.

 

Tour de Francia - les maillots JoanSeguidor

FB de Tour de France

Los maillots del Tour de Francia

Le maillot jaune

Instalado el año 1919 a causa del color de las páginas del diario L´ Auto para distinguir el líder de la carrera.

Eugène Christophe fue el primer portador en llevarlo, por mucho que el tres veces ganador del Tour de Francia, el belga Philippe Thys adujera que a él le otorgaron uno en 1913, un maillot que no llegó a ponerse.

Los patrocinadores del maillot jaune del Tour de Francia

Le maillot vert – el maillot verde

El maillot verde del Tour de Francia premia la regularidad de los ciclistas junto a las puntuaciones en sprints intermedios.

Se introdujo en el año 1953, coincidiendo con el medio siglo de vida del Tour.

Fritz Schaer fue el primero en ganarlo, aunque Peter Sagan, por delante de leyendas como Erik Zabel y Sean Kelly, domina el palmarés histórico.

Tour de Francia - Sean Kelly JoanSeguidor

FB de Tour de France

Le maillot à pois – dot polka jersey – KOM

El maillot de puntos distingue al rey de la montaña, al mejor  escalador de la carrera.

Según la dificultad del puerto se ponen en juego los puntos que acaban perfilando el ganador final.

Un español llamado Vicente Trueba fue el primero en ganarlo. Con el tiempo Richard Virenque superaría a Federico Martín Bahamontes y Lucien Van Impe entre las leyendas de las subidas.

Le maillot blanc – el maillot blanco

El mejor joven de la carrera es el primer ciclista sub 26 en la clasificación general.

Tour de Francia - montaña joanSeguidor

FB de Tour de France

Las grandes cimas del Tour de Francia

Dos puertos de la tierra media en la historia del Tour de Francia, el Col de la République y el Ballon d´ Alsace, fueron pioneros en la montaña del Tour de Francia.

Eso por eso fue en los primeros años, los organizadores del Tour de Francia quisieron dar una vuelta de tuerca a partir de 1910, en una carrera ya con ocho ediciones celebradas y una experiencia que podía avalar el entonces indudable riesgo que implicaba meterse en las grandes cimas del hexágono.

En esta historia jugó un papel clave Alphonse Steinès, colaborador de Desgrange en L´ Auto.

Steinès abrió la expdición hacia el Col du Tourmalet con la intención de demostrar que los ciclistas podían subir hasta allí arriba.

Atascado por la nieve a cuatro kilómetros de la cima, cubrió a pie el tramo final para luego bajar por el otro lado, donde fue recogido con síntomas de hipotermia.

Un reconfortante baño y una gratificante comida le recompuso.

Luego emitiría un célebre telegrama a Desgrange:

«Tourmalet superado. Stop. Carretera muy buena. Stop. Perfectamente transitable. Stop«

Y así debutó la gran montaña en el Tour de Francia. Así la carrera se adentró en 1910 en el «circulo de la muerte» y vino la historia de Octave Lapize y su frase a los organizadores ante la dureza de la ruta:

«Sois unos asesinos»

Tour de Francia - Octave Lapize Tourmalet JoanSeguidor

Las cimas del Tour de Francia: los Pirineos

Col d´ Aspin 

Son unos doce kilómetros saliendo desde Saint-Marie-de-Campan que rara vez superar el 8%.

El Aspin es sin duda la montaña de Jean Robic, allí donde «cabeza de cuero» hizo fortuna hasta tres veces, siendo su primer gran «conquistador», aunque la historia más tétrica del lugar se produjo en 1950, cuando Gino Bartali casi fue arrollado por la multitud, hostil al dominio italiano.

Cuentan las crónicas, que el «piadoso» fue amenazado hasta por un cuchillo.

Col de Peyresourde

Hablamos de quince kilómetros al seis por ciento partiendo desde Bagnères-de-Luchon.

Es la cima que sentenció la suerte de Ottavio Bottecchia cuando voló por todos los Pirineos desde Bayona para un triunfo histórico del primer italiano en ganar el Tour. Aquí también protagonizaron Alberto Contador y Michael Rasmussen un duelo sin igual el año 2007 en el que el danés encajó múltiples ataques del madrileño vestido de blanco.

Col de Marie-Blanque

No es el más alto, ni el más largo, pero sus menos de diez kilómetros son conocidos por miles de ciclistas de medio mundo gentileza de la QH.

Su primera aparición en el Tour de Francia se remonta a 1978 cuando Michel Pollentier fue el primero en cruzarlo. En esa edición el amigo belga sería pillado haciendo trampas en el antidopaje de Alpe d´ Huez.

Hautacam

Más de catorce kilómetros de subida uniforme entre el 7 y el 10%.

Es sin duda la cima de las tempestades, por quienes ganaron aquí, recordándose la victoria de Bjarne Riis en 1996 y todo lo que aquello procuró.

Luz -Ardiden 

Una de las ascensiones de una dirección, son tres kilómetros de dureza media aunque su ubicación, al final de grandes etapas, le confieren dureza per se.

Aquí firmó Pedro Delgado una de sus dos grandes victorias de 1985, ambas rociadas de niebla, y aquí Miguel Indurain demostró que su sexto Tour de Francia pudo haber sido el primero, cuando dio cuenta de Greg Lemond.

Tour de Francia - Miquel Indurain Luz Ardiden JoanSeguidor

Foro de Ciclismo

Col du Tourmalet 

Decir que es el emblema de los Pirineos, y casi del Tour de Francia, no sería exagerar.

Son 17 kilómetros fluctuando entre el 7 y 10% por valles verdes, verdes y paisajes llenos de historia.

Se subió por primera vez en 1910, los días que Octave Lapize se acordó de los familiares de los organizadores del Tour de Francia.

Cien años después Andy Schleck ganó a Alberto Contador, justo las jornadas de que éste pitara por clembuterol.

En este periodo ha sido la cima de referencia de cada edición, recordándose aquel famoso descenso en el que Miguel Indurain le recortó toda la distancia a Tony Rominger apareciendo de la nada.

El sólo hojeo de las páginas de la historia del Tourmalet, los nombres que la protagonizan habla de la grandeza del lugar que se corona con una escultura de ciclista.

Col d´ Aubisque 

Como el Col du Tourmalet, otro gran nombre de la geografía ciclista mundial.

Ascendido en multitud de veces, su ascensión por Argelés-Gazost supone casi treinta kilómetros de una irregular ascensión que incluye el Col du Soulor.

Entre los cientos de historias del lugar, está la de Wim van Est, quien salió vivo de una caída en un precipicio del Aubisque. Aunque no continuó en carrera, tuvo que ser rescatado con cuerdas.

Las cimas del Tour de Francia: los Alpes

Alpe d´ Huez

Son 13,8 kilómetros desde Le Bour d´ Oisans con una pendiente constante del 7-8% y picos del 10, salvo el primer kilómetro y medio, el más duro de toda la ascensión.

La montaña icónica del Tour de Francia, el estadio universal del ciclismo con cientos de miles de personas en sus cunetas.

Sus 21 curvas bautizadas con nombres de antiguos ganadores son leyenda y eso que no es la primera montaña que holló el Tour.

Fausto Coppu fue el primero en ganar aquí, en 1952, cuando Francia se centró en la promoción de sus estaciones de esquí a través del ciclismo.

Tour de Francia - Alpe d´ Huez JoanSeguidor

El piamontés puso Alpe en el mapa, pero con los años serían los holandeses los encargados de domarlo: Steven Rooks, Gert Jan Theunisse, Peter Winnen, Joop Zoetemelk,…

Curiosamente el país con menos altitud de Europa surtió de numerosos ganadores Alpe d´ Huez.

Col de la Bonette 

Son 24 kilómetros redondos partiendo de Jausiers para aborda 2802 metros de altitud.

El puerto ciclista más alto de Europa, entiéndase entre aquellos que frecuentan carreras ciclistas.

En el año 62 Federico Martín Bahamontes fue el más veloz en la cima «nadie, ningún pelotón, ningún ciclista había alcanzado nunca» dijeron en la revista Sport et Vie.

Col de l´ Iseran 

El otro gran coloso de los Alpes por el lado francés.

Son menos de catorce kilómetros de ruta eterna al siete por cierto para quedarse a los 2770 metros.

Uno de los cinco grandes puertos de la épica jornada en la Claudio Chiapucci probó a fondo a Miguel Indurain.

Col de la Madeleine

Prototípico puerto del Tour de Francia, una hora de esfuerzo para superar sus 25 kilometros para llegar a a cota 2000 de su cima.

Un español, Andrés Gandarias, fue el primero en coronarlo  aunque con los años se vio que fue una cumbre buena para los reyes de la montaña, entre ellos Lucien Van Impe y Richard Virenque, primeros aquí tres veces.

Col du Glandon et La Croix de Fer

Dos puertos en uno, cercanos, dos mil metros de elevación y 22 kilómetros largos de ascensión.

Parajes negros para Eddy Merckx que se descolgó para siempre del Tour de Francia cuando Lucien Van Impe le descolgó en la edición de 1977.

21 años antes el considerado ganador más triste de la historia del Tour de Francia, Roger Walkowiak empezaba a cogerle gusto al maillot amarillo que capturó en la fuga bidón.

En la Madeleine Roger abrió gas y sólo Charly Gaul y Federico Martín Bahamontes le siguieron. Aquel ciclista de nulo palmarés iba muy en serio en el Tour de Francia que acabaría ganando.

Col d´ Izoard

Otro de los grandes mitos con casi veinte kilómetros de subida y 2361 metros de altitud.

Su paisaje medio lunar según se acerca la cima, con la «Casse Desérte» como punto capital en la historia del ciclismo, es uno de los más divulgados de este deporte.

El año pasdo Warren Bargil logró aquí su segundo triunfo de etapa por los mismos lugares que vieron un día volar a Louison Bobet, el tres veces ganador del Tour que confirmó en el Izoard todo lo bueno que se contaba de él.

Tour de Francia - Col Izoard JoanSeguidor

Eurosport

Col de Joux-Plane

No ha sido el más veces ascendido, pero sus 1700 metros y casi doce kilómetros de subida al 8,5%, han dado vuelcos y sustos, sobre todo por su descenso.

Floyd Landis y su cabalgada imposible, y penada, de 128 kilómetros que puso la carrera al límite en una aventura cuyas consecuencias conjuró el control antidoping.

Col du Galibier

El más celebrado de los Alpes, con dos vertientes bien marcadas, bueno hasta tres. Aunque la más usual es la de Briançon y sus casi 18 kilómetros hasta los 2645 metros de altitud.

Tour de Francia - Col du Galibier JoanSeguidor

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El teatro del Galibier ha visto campeones de varias generaciones sin distinción, entrando ya en 1911.

Andy Schleck ganó en su cima en la edición que hacía el aniversario de sus cien años en el Tour, siendo ascendido hasta 31 veces en este tiempo.

Las cimas del Tour de Francia: Macizo Central, Vosgos, Provenza…

Mont Ventoux

Leyendas, magia, paisaje lunar,… el Mont Ventoux es una cima de 21 kilómetros de ascensión  que rara vez baja del 7% de pendiente y obliga a los corredores a revivir las mismas pesadillas que los campeones de siempre.

En el Tour de Francia, por primera vez, el año 1951, el Ventoux es el lugar de la muerte de Tom Simpson, de la exhibición de Jeff Bernard, de la cabalgada imposible de Eros Poli, de la increíble suerte de Miguel Indurain al no caerse en su descenso, del desfallecimiento de Eddy Merckx, de la ofensa de Armstrong a Pantani dejándole ganar,…

Tour de Francia - Mont Ventoux Froome JoanSeguidor

…de un ganador del Tour, Chris Froome, vestido en amarillo que tuvo que salir corriendo a pie porque un tapón de la multitud le rompió la bicicleta.

Como dijimos una vez, en el Mont Ventoux no existe la indiferencia.

Le Puy-de-Dôme

En la volcánica región de la Auvernia, Le Puy-de-Dôme es posiblemente el enclave más celebrado, aunque haga treinta años que el Tour de Francia no lo visita.

Entonces ganó Jhonny Weltz y entonces Pedro Delgado vestía un maillot amarillo acosado por un positivo que acabaría resolviéndose a su favor.

Le Puy-de-Dôme es una subida de catorce kilómetors al 7,5% partiendo de Clermondt-Ferrand.

La cima vio como Federico Martín Bahamontes dio el primer paso para ganar el Tour de Francia de 1959 imponiéndose en la cronoescalada y aumentado el mal clima en el equipo francés.

Tour de Francia - Pont de Normandie JoanSeguidor

Tour de Francia: los mil hechos que la hacen diferente

  • Hippolyte Aucouturier, «Le terrible,» fue el ganador de la primera etapa del primer Tour de Francia. Ganó dos, pero no pudo competir por la general.
  • «Le Grand Départ» siempre tuvo París como punto de arranque hasta que Metz le tomó el testigo en 1951.
  • Dublín, Londres, Berlín, San Sebastián,… se unieron a Amsterdam, la primera salida internacional en 1954.
  • Londres en 2007 acogió una salida de Tour de Francia que cambió el paso del ciclismo británico.
  • Réné Pottier, ganador del Tour de Francia de 1906, admitió que era más sencillo «subir el Ballon d´ Alsace que escribir en un diario»
  • ¿Por qué amarillo? Hay dos historias sobre el maillot de líder del Tour de Franica, por un lado la del color del diario L´Auto, por otro la viabilidad de tener 36 maillots, para doce etapas, fácil de remplazar en caso que fuera amarillos.
  • En los setenta, los maillots pasaron a ser de licra.
  • Si Maurice Garin ganó 6000 francos de oro en su victoria, Cadel Evans más de un siglo después percibió 450.000 euros.
  • Eddy Merckx vistió casi cien veces el maillot amarillo.
  • El belga Firmin Lambot fue el primer portador del maillot amarillo no francés, lo hizo en el Tour de Francia de 1919.
  • Nadie fue rey de la montaña antes que Vicente Trueba, el diminuto cántabro.
  • Bonette, por delante de Iseran, Agnel y Galibier, es el techo del Tour, más de 2800 metros.
Tour de Francia - Dot polka jersey JoanSeguidor

Wikipedia

  • El maillot de topos se inspira en otro del velódromo de invierno parisino de los años treinta que gustaba especialmente a Félix Lévitan.
  • Año 1969 Eddy Merckx gana los tres maillots, el amarillo con veinte minutos, sobre el verde y el de la combinada. Ese año el de la montaña no existía, aunque también lo hubiera vestido de existir.
  • Andy Schleck y Jan Ullrich fueron tres veces seguidas el mejor joven del Tour de Francia.
  • Los Países Bajos con seis salidas, son el país ajeno a Francia de donde ha salido el Tour de Francia.
Tour de Francia - Utrech JoanSeguidor

Ciclo21

  • Hasta 2013 el Tour de Francia no se aventuró en Córcega, lugar de la salida.
  • La salida más famosa del Tour de Francia la protagonizó Pedro Delgado, año 1989 cuando llegó tarde a la rampa de salida y empezó con casi tres minutos perdidos en la general.
  • Hasta 1975, los Campos Elíseos no se convirtieron final del Tour de Francia.
  • Nadie ha ganado más alto que Andy Schleck cuando lo hizo en el Tour de 2011 en la cima del Galibier.
  • La dama del Garona, Burdeos, es la ciudad tras París que más veces ha acogido el Tour de Francia, por delante de las pirenaicas de Pau y Luchon, y la septentrional de Metz.
  • Nadie ganó una etapa más rápida que la de Mario Cipollini en el Tour de 1999 con final en Blois. Se rodó por encima de los 50 por hora durante los 194 kilómetros de etapa.
Tour de Francia - Jose Luis Viejo JoanSeguidor

Peris

  • José Luis Viejo protagonizó la escapada con mayor margen de siempre, más de 22 minutos en Manosque, Tour de Francia de 1976.
  • La etapa del milenio, la de Greg Lemond superando a Fignon en París, última etapa del Tour de Francia de 1989.
  • El Tour de 1926 pasó por ser el más largo de la historia con una etapa que fue desde Metz a Dunkerque que superó los 430 kilómetros. El belga Gustaaf van Slumberouck ganó aquella salvajada. La edición superó los 5700 kilómetros.
  • El segundo Tour de Francia de la historia, el de 1904, fue el más corto de siempre, 2400 kilómetros condensados en seis etapas, una de 467 kilómetros, de París a Lyon.
  • Con menos de veinte años ganó el Tour de Francia Henri Cornet en 1904.
Tour de Francia - Jan Ullrich

Pinterest

  • Entre los contemporáneos Ullrich, Fignon e Hinault ganaron el Tour con unos 23 años.
  • Con más de 36 años ganó el Tour Firmn Lambot.
  • Las huelgas de corredores han sido habituales: en Valence d´ Agen se plantaron el año 1978 cuando la organización les programó tres etapas en un mismo día. En 1966 la introducción de los test antidoping fueron el motivo.
  • La caravana del Tour de Francia es un invento de los treinta que financiaba la entrada de ciclistas con sus selecciones nacionales.
  • Nadie ha salido y acabado tantas veces el Tour de Francia como Joop Zoetemelk: 16 veces.

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