El triste final de Katusha
El Katusha pasa a la historia tras firmar su peor temporada con diferencia
El Katusha fue un equipo que surgió hace diez años años y ha estado once en la élite del ciclismo.
Un equipo que nació con matriz rusa, que creció merced a los resultados de ciertos ciclistas españoles, especialmente, y ha acabado en medio de la nada.
El año que acaba ha sido el golpe de gracia a una de las estructuras que ha marcado el ciclismo más reciente y con, hay que decirlo, el maillot más bonito del World Tour.
Pero la elegancia no cotiza en podios y carreras y el año que acaba para Katusha ha sido nefasto, la culminación de lo que se venía larvando hace un tiempo y que se empezó a fraguar desde el minuto uno de la retirada, enrarecida, pero retirada a postre, de Purito, y la macha de Alexander Kristoff, el incombustible noruego que fue cuestionado en el equipo de Makarov una, dos y hasta tres veces.
Sin uno, para ciertas clásicas y grandes vueltas, y sin el otro, para el resto, el equipo que ha pasado de ser ruso de cepa a suizo de licencia ha sido un alma en pena, casi lo mismo que su estrella Ilnur Zakarin, a quien los fogonazos, tipo Giro en Lago Serrú, no le han servido si quiera para mantener viva la llama de la ilusión rusa por tener un equipo en lo alto y capitaneado por los suyos.
Ya ruedan la nueva e-bike de Berria
La quimera rusa quedaba bonita sobre el papel, otra cosa fue plasmarlo.
Desde los inicios, lo trascendente recayó sobre gente de fuera, fichada a talonario, Zakarin fue el único ruso que subió al podio de una grande con el nombre de Katusha, a partir de ahí, el vacío.
Zakarin explotó en aquel Romandía, hace tres, desde entonces fue un ciclista que sacó resultados a base de una voluntad inquebrantable a la vista.
La realidad se la he mostrado cruel estos dos últimos años.
Con Zakarin fuera de puestos de honor, el suflé de Marcel Kittel, quien cayó en picado en su rendimiento hasta dejar el ciclismo, junto a los flojos de resultados de corredores que no son mancos, desde Enric Battaglin, a Dani Navarro ha dejado seco el proyecto.
Una quema de la cual solo se salva Nils Politt, un corredor que todos convienen en señalar como un clasicómano de gran recorrido, con excelentes condiciones, tanto que es el compañero ideal de escapada
Gilbert lo puede asegurar, Jêrome Cousin, también.
Politt deberá trabajar para no ser un Hoste, Flecha o cualquier otro ciclista de gran talento y palmarés injusto.
En el balance de Katusha una sola victoria en el World Tour, la mentada de Zakarin en el Giro, haciendo bueno el bagaje del Dimenson Data.
Ahora, igual que Makarov, el equipo vive una refundación a base de talonario, la sede se va a Israel de la mano de otro multimillonario, Sylan Adams: es curioso el ciclismo sigue siendo parte de los caprichos de unos cuantos privilegiados y eso es bueno, en el corto, pero dudoso en el largo plazo.
Aunque ahora mismo sigue siendo lo que hay.
