Noticias de ciclismo
París-Roubaix: Un cuento de ciclismo
Recorrido y favoritos. La carrera de adoquines por excelencia, PARIS-ROUBAIX, ciclismo épico. El pelotón ciclista recorre las zonas de pavé más famosa del mundo.
- Nuestros favoritos de la París-Roubaix
- Los Españoles en la París-Roubaix
- El recorrido de la París-Roubaix
- Los reyes de la París Roubaix
Cinco nombres para ser el diablo de Roubaix
Cada momento previo a una carrera como París-Roubaix se describe con ese cosquilleo de la cábala y la ansiedad de ver qué pasará y cómo pasará.
Porque Roubaix es una carrera que no sólo se explica con el ganador, y sí por los miles de cruces y azares que rodean el camino, por cada recodo, giro y hueco, se escribe la leyenda más incierta del mundo del ciclismo.
De ahí que dar cinco nombres se antoja un ejercicio de equilibrismo tan mágico como el de llegar íntegro y con ganas de contarlo al velódromo más lustroso del mundo, el velódromo de la fabril Roubaix.
Nuestros cinco favoritos para la París-Roubaix
Ésta es una historia que empieza por el dorsal uno, el ciclista que es como el dios Sol de su deporte, un sol que luce tenue, ciego, casi frío en esta primavera de 2019.
Como ese sol que ilumina pero no calienta, Peter Sagan se agarra al clavo ardiendo que le supone esta París-Roubaix, para enderezar una campaña anónima.
Siempre, el eslovaco encuentra asidero cuando más lo necesita, como en 2015, ganando el mundial en el momento de la vedad, como el año pasado, siendo el diablo de Roubaix.
A situaciones extremas, corredores extremos, Peter Sagan es el rey de la presión, le gusta le pone y en esta «Pascale» tiene un buen grado de ello.
Presión, esa palabra que le gusta tanto a Peter Sagan
Sagan y Van Avermaet saben lo que es ganar la París-Roubaix
La página pasa y vemos su «alter ego»: Greg Van Avermaet.
Cuántas veces los dos salieron de favoritos casi unánimes, ambos son de hecho los dos campeones vigentes de Roubaix.
Pero como Sagan, Greg Van Avermaet llega de vacío clásico a la París-Roubaix, y con una sensación doble en su contra.
Si a Sagan no le acompaña la forma, pero sí el equipo, a GVA no le acompaña la forma necesaria para romper, ni el equipo.
De la sagacidad que el flamenco sepa poner en la ruta, va a depender su suerte.
Ha ganado, tiene el molde hecho, le falta ese punto que hace dos años no le abandonaba.
El tercero de la lista es la debilidad de este mal anillado cuaderno, Zdenek Stybar.
Zdenek Stybar debería liderar el Deckeuninck
Si Flandes no le va al checo, un poco como le pasaba a Flecha, Roubaix es el anillo a su dedo.
Ha sido podio, pieza clave en favor de compañeros, tiene calidad, ganas de romper y un equipazo tras de sí.
Incluso en detrimento del sueño más lúbrico de Philippe Gilbert, Stybar debe ser la punta de lanza del Deckeunick, ese equipo que firma un cheque en blanco si se le asegura reinar en Roubaix.
Ésta será la última París-Roubaix para el Team Sky
A quince días de dejar el pelotón, los hombres de negro depositan en Luke Rowe la esperanza de no cerrar sus diez años en el pelotón sin un adoquín en sus vitrinas.
Y no ha sido pequeña la apuesta en Roubaix, a donde han llegado a alinear sus dos ganadores de Tour, Geraint y Wiggo.
Para Rowe, en cambio, sería la confirmación a un talento sin igual en el arte de rodar y exprimir los rivales en el llano.
No es un top en las quinielas, pero, estará ahí.
Tiesj Benoot es otro de esos corredores que siempre anda ahí, que bebe de la más rancia, entiéndase en el buen sentido, tradición flamenca por las clásicas que tendría aquí su bautismo de masas.
En una carrera que enloquece casi más en la cercana Flandes que en Francia, Benoot sería un ganador ideal por cumplir el buen manual del «randonneur de Roubaix»: duro, resistente y corpulento.
Le faltaría el cuarto vértice, la velocidad, para finales que acostumbran a ser en pequeños grupos, para finales que, de seguir el guión previsto, serían perfectos para Alexander Kristoff, el quinto de esta lista.
El noruego, lo podeos decir abiertamente, nos ha pasado la mano por la cara, ganó Wevelgem, abriendo un debate estéril y fue podio en Flandes.
Tiene todo lo que se le supone a un ganador de Roubaix, y se sobra un poco de cada.
Es el favorito de Johan Museeuw…
Si una carrera enamora y enerva a partes iguales, esa es la París-Roubaix
Rutas interminables así es la París-Roubaix, el norte de Francia, ambiente pesado, imágenes del siglo pasado, cualquier cosa, cualquier momento cambian la fotografía… el ciclismo se vuelve incierto en cada paso que hay entre París y Roubaix.
La llaman de todas las maneras.
La París-Roubaix puede ser el infierno del norte, también la “Pascale”, por eso que se corre en domingo de pascual, incluso la “Reina de las Clásicas”.
«La París-Roubaix empieza como una fiesta que acaba como una pesadilla» Guy Lagorce, periodista
Para nosotros son 250 kilómetros de sueño ciclista, un cuento que no siempre acaba bien, pero que engancha a todos, mayores, pequeños y no tan pequeños, gente de toda condición, porque las imágenes de la París-Roubaix no son patrimonio del ciclismo, esto es algo que excede el corazón ciclista, que se expresa en otros campos, en el geográfico, por las peculiaridades de esta esquina de Francia, en lo histórico, por hoyar esos caminos de adoquín de la época napoleónica y los campos de batalla de la primera y segunda Guerras mundiales, en lo humano, por la querencia de la gente del lugar de lo que tiene entre manos….
Os dejamos la entrevista que nos han realizado en https://pepediario.com/ donde repasamos la carrera Paris-Roubaix, con todo lo que conlleva.
París-Roubaix, el origen
La primera aventura del infierno del norte se va lejos en el tiempo.
En 1896 dos empresarios de lo textil, Théo Vienne y Maurice Pérez, éste con raíces españolas, se establecieron cerca de Roubaix, entonces un interesante centro económico e industrial.
De sus bolsillos saldría el dinero para un primer velódromo de 250 metros de cuerda.
Aquella instalación necesitaba de cierto bombo, de que la gente supiera que en el norte, gris y triste, había un velódromo para disfrute del personal.
«La París-Roubaix es una carrera horrible pero la más bella para ganar» Sean Kelly
El dúo de emprendedores sería trío con la llegada de Paul Rosseau, quien llegó con “L´ Auto” bajo el brazo para cuadrar el círculo y empezar a pensar en una prueba que diera realce a ese elemento que causaba furor en ciertos ámbitos: la bicicleta.
La primera edición de la París-Roubaix
Y así el día 19 de abril de 1896, siempre en abril, la París Roubaix nació para regocijo de Josef Fischer, primer ganador, un alemán que se embolsó 1000 francos tras 300 kilómetros.
La París-Roubaix nació como preludio de la mítica Burdeos-París, una de esas maratones de otros tiempos, que hace más treinta años que se dejó de hacer.
Hoy la París-Roubaix es el vestigio vigente aún de aquella época de ciclismo ingrato, salvaje, si se quiere inhumano, pero auténtico y real.
La historia del infierno del norte se pobló de diablos y diablillos que dieron ediciones memorables, dignas de los almanaques, como esa que ganó Peter Post, año 1964, quien rodó por encima de los 45 kilómetros por hora, una barbaridad en aquellos tiempos, con aquellas bicicletas, sobre esas carreteras.
La gesta de Post la dimensionamos si pensamos que hasta 2017 nadie rodó más rápido que él por el infierno. Fue Greg Van Avermaet, el campeón olímpico de Río de Janeiro, que rodó un poco, sólo un poco, más rápido que Post.
Por que el camino hacia Roubaix siempre tuvo adoquines e incluso entrenadores, pilotos de moto que llevaban el ritmo a los corredores, aunque la presencia de estos fue anecdótica de los primeros tiempos.
«La París-Roubaix es absurda» Bernard Hinault
Los grandes diablos de Roubaix
Si la París-Roubaix siempre ha tenido adoquines en la ruta, acostumbra a tener belgas en el palmarés.
No en vano de las 116 ediciones celebradas casi la mitad han ido a Bélgica.
Un total de 56 carreras han caído del lado de los belgas, quienes viven muy cerca de la meta y viven con una pasión la carera que rivaliza con la de los lugareños.
En lo más alto figuran, no podía ser de otra manera dos flamencos, muy flamencos.
“Monsieur Roubaix” ha sido tradicionalmente la bestia apodada el “Gitano” Roger De Vlaeminck, un corredor que hizo palmarés y fortuna en los setenta, cosa que significa que rivalizó con Eddy Merckx, prueba de su tamaño como corredor.
Roger De Vlaeminck ganó cuatro ediciones entre 1972 y 1977, se destacada por su corpulencia y un genio que mantiene intacto muchos años después, siempre cuestionando el presente, los corredores actuales y las estrategias.
Tom Boonen, el maestro de Roubaix
En los tiempos recientes la París-Roubaix quedó como el pulso indisumilado de los dos monstruos de las clásicas en el siglo XXI.
En el duelo Fabian Cancellara vs Tom Boonen, gana el segundo en el velódromo de Roubaix.
Alto, musculado, buen velocista en sus primeros años, excelso rodador, dotado de una visión de carrera casi periférica, Tom Boone igualó en 2012 a Roger De Vlaeminck.
Ese domingo de Pascua, Tommeke, como gusta llamarle, ganó solo su cuarta París-Roubaix, tras atacar a una eternidad de meta, reivindicando una figura imprescindible en la historia de la carrera porque Boonen ha ganado de todas las maneras en el velódromo más célebre del mundo.
«Algunos matarían a su madre por entrar primeros» Stephen Roche al entrar en el primer tramo de adoquín
Solo también el 2009, pues por el camino su ritmo fue demasiado para unos rivales que iban cayendo por la ruta, y acompañado en las dos primeras, 2005 y 2009, por Hincapie y Flecha en la primera, por Cancellara y Ballan, en la segunda.
Reyes de Roubaix
Fabian Cancellara es otro de los nombres acoplados a las duchas de piedra de la vetusta instalación de Roubaix, en su plaquita rezan tres triunfos los mismos que una buena ristra de corredores: Octave Lapize, el primero en firmar un trío de éxitos desde 1909 a 1911, Gaston Rebry, Rik Van Looy, Eddy Merckx, Francesco Moser y Johan Museeuw.
Este último fue uno de los ciclistas que hizo del pasto su huerto particular. Su primer triunfo fue aquel “amaño” del Mapei, marcando al león flamenco como el primero de los tres azules que llegaron solos a meta: Lefevere decidió desde el coche que ganara Museeuw por delante de Bortolami y Tafi.
Su tercera victoria se produjo en la ultima edición con lluvia de la París-Roubaix, en aquel lejano 2002, en una memorable cabalgada que Museeuw inició sobre el pavé, descolgando uno a uno cada uno de sus rivales para llegar a meta señalándose la pierna que casi pierde un año antes en el bosque de Arenberg debido a una caída.
Los franceses se ubican segundos, con la mitad de triunfos que los belgas. Entre sus ganadores destaca Bernard Hinault, vestido de arcoíris, como Peter Sagan en 2018.
El bretón llegó, vio y venció en Roubaix, maldiciendo el recorrido, su dureza y el peligro, pero dando la cara hasta el final, partiéndose el espinazo, en un sprint cuya dureza nos podemos imaginar, o no, batiendo a Roger De Vlaeminck, en la que podría haber sido su quinta corona, y a Francesco Moser, triganador en el lugar.
Si aquel día, a este malhumorado bretón le dejan prender fuego al lugar, no dudéis que lo hubiera hecho.
Entre los longevos de la carrera nadie como Raymond Impanis que corrió dieciséis veces la París-Roubaix.
Los españoles en la París-Roubaix
El ciclismo español, históricamente muy ajeno a estas carreras, brilla muy puntualmente en la París-Roubaix.
Sin victorias en el casillero, sólo dos corredores de este lado de los Pirineos han pisado el podio.
El primero fue el pionero en casi todo, Miquel Poblet, quien en 1958 fue segundo y en 1960, tercero.
Con los años, mucho más tarde, Juan Antonio Flecha construiría su singularidad con otros dos podios.
«Si entras el 24 en Arenberg ya has perdido» Alain Bondue
Su suerte quedó tocada por la convivencia con los dos grandes monstruos del momento, Cancellara y Boonen y cuando estos nos estaban, aparecían los segundos de abordo, como Stuart O´Grady.
La carrera que acaba en Roubaix pero que no sale de París
Como otras tantas carreras, la París-Roubaix marca dos hitos geográficos que no son del todo precisos.
Igual que la París-Tours ha salido en alguna ocasión de Chartres, o que la París-Niza lo hace desde alguna de las localidades de la “banlieue” parisina, la París-Roubaix sale de Compiègne, una ciudad francesa y afrancesada, 65 kilómetros al norte de la capital, cuyo atractivo en ser residencia de los reyes de Francia, con un castillo de la época de Luis XV.
El recorrido de la Paris – Roubaix
La salida desde Compiegne viene a redondear un recorrido sobre los 260 kilómetros de longitud en lo que una quinta parte son por adoquines, terreno minado para la épica y la tragedia que distingue la carrera respecto a las otras.
Estos son los 29 tramos de la edición de 2019:
29: Troisvilles-Inchy (km 97.5 — 0.9 km) **
28: Briastre-Viesly (km 108.5 — 3 km) ****
27: Viesly-Quiévy (km 101.5 — 1.8 km) ***
26: Quiévy-Saint-Python (km 116 – 3.7 km) ****
25: Saint-Python (km 118.5 — 1.5 km) **
24: Vertain to Saint-Martin-sur-Écaillon (km 127.5 — 2.3 km) ***
23: Verchain-Maugré-Quérénaing (km 136.5 — 1.6 km) ***
22: Quérénaing-Maing (km 140.5 — 2.5 km) ***
21: Maing-Monchaux-sur-Ecaillon (km 142.5 — 1.6 km) ***
20: Haveluy-Wallers (km 156.5 — 2.5 km) ****
19: Arenberg (km 164.5 — 2.3 km) *****
18: Wallers-Hélesmes (km 170 – 1.6 km) ***
17: Hornain-Wandignies (km 179 – 3.7 km) ****
16: Warlaing-Brillon (km 185 – 2.4 km) ***
15: Tilloy-Sars-et-Rosières (km 188.5 — 2.4 km) ****
14: Beuvry-Orchies (km 194 — 1.4 km) ***
13: Orchies (km 199 — 1.7 km) ***
12: Auchy to Bersée (km 206.5 — 2.7 km) ****
11: Mons-en-Pévèle (km 212 – 3 km) *****
Tramos de la París-Roubaix 10 al 29
10: Mérignies-Avelin (km 215.5 – 0.7 km) **
9: Pont-Thibault-Ennevelin (km 220 – 1.4 km) ***
8: Templeuve — L’Épinette (km 224 – 0.2 km) *
8: Templeuve — Moulin-de-Vertain (km 225 – 0.5 km) **
7: Cysoing-Bourghelles (km 232 – 1.3 km) ***
6: Bourghelles-Wannehain (km 234.5 – 1.1 km) ***
5: Camphin-en-Pévèle (km 239.5 – 1.8 km) ****
4: Carrefour de l’Arbre (km 242.5 – 2.1 km) *****
3: Gruson (km 244 — 1.1 km) **
2: Willems-Hem (km 251 — 1.4 km) ***
1: Roubaix (km 256 — 0.3 km) *
Comentarios sobre la París-Roubaix
«Es un circo y no quiero ser uno de sus payasos» Chris Boardman
Cada tramo de adoquín se cuenta al revés, del 29 al último, en las calles de Roubaix, cerca del velódromo, inaugurado en la edición del centenario, aquella que dominaron los Mapei y el dedazo señalando a Museeuw.
En la ruta hacia Roubaix, la categoría de los pavés son por estrellas.
La fiesta se abre en Troivilles, con casi cien kilómetros en las piernas.
Es un dos estrellas de casi 1000 metros.
Le sucede un tramo cargado de simbolismo desde la edición de 2018, pues los tres kilómetros del tramo Briastre-Viesly se dedica a Michael Golaerts, quien perdió la vida por un paro cardiaco en ese mismo tramo.
En el tramo de la leyenda se sitúan los tres adoquinados cinco estrellas.
El primero, emblema de la carrera, del lugar y del ciclismo en general es el Bosque de Arenberg, una recta inmunda, en medio de un denso bosque, próximo a unas minas.
“Arenberg es la puerta del infierno” Juan Antonio Flecha
Está a casi cien kilómetros de meta, pero rompe el grupo y es escenario de batallas que se alargan hasta meta.
En los años buenos gente como Gimondi, Merckx, De Vlaeminck, Janssen, Planckaert o Vanderaerden lo pasaron delante.
Caídas horribles también acontecieron en el lugar, como en 1972 cuando cuarenta tíos se fueron al suelo.
El siguiente tramo de cinco estrellas viene casi sesenta kilómetros más allá.
Es Mons-en-Pévèle, tres kilómetros de pesadilla que se clava en las costillas y en lo más íntimo de la rabadilla.
El último ciclo de adoquines de la máxima categoría viene en otro nombre trufado de fama, Carrefour de l´ Arbre, dosmil metros y menos de veinte para meta.
«Cualquier gran palmarés que se precie debe llevar una París-Roubaix» Fausto Coppi
Los amigos de Roubaix
Hay un lema sencillo y francés: “Sans pavés, pas de course…”
Es el emblema que reza en el ADN de “Les Amis de la Paris-Roubaix”, una asociación de gente normal, corriente, de la zona que vela por el adoquín y su conservación.
Surgió hace unas décadas, como reacción a la progresiva pérdida de pavés a causa de la modernidad de Francia con nuevas carreteras y vías dejando el incómodo adoquín relegado a la mínima expresión.
En sus manos está parte de la salud de la carrera y el valor de la importancia de su arraigo con el territorio y el corazón de la gente.
Por que la París-Roubaix será un gran circo, ruido y fotos, muchas fotos, pero es una flecha, un golpe directo y sincero a la conciencia de esta esquina del hexágono francés.
La última…
París-Roubaix de 1985: Un periodista de la CBS se acerca a Theo de Rooij, holandés que perdió opciones de ganar por una caída.
Lleno de barro le dice el ciclista: «Es cojonuda esta carrera«.
El periodista, incrédulo, le suelta: «Trabajas como un animal, no tienes tiempo de mear, mojas los calzoncillos… corres con este barro, te caes. Es un montón de mierda«
«Seguro que sí, pero es la carrera más bonita del mundo» concluye de Rooij.
Imagen principal: FB de Paris-Roubaix
Ver la página oficial de París-Roubaix
Noticias de ciclismo
Lance Armstrong: ¿Qué problema que los 3 del podio sean amigos?
El comentario de Armstrong sobre el podio de Milán-San Remo me pareció ridículo
Así se despachó Lance Armstrong al finalizar la Milán-San Remo…
I’m impressed with this generation of cyclists. In many ways, they are more talented. But they do not compete like we did.
Hugs and high fives? This would have been totally foreign to me.
(via @DannyDuncan69) pic.twitter.com/rXJyB5rvPX
— Lance Armstrong (@lancearmstrong) March 14, 2024
No soy muy amigo de mirar actitudes de los deportistas fuera de la competición, sobretodo porque corremos el riesgo de decepcionarnos casi seguro, pues al final el motivo por el que les admiramos nada tiene que ver con que sean buenas personas, simpáticas con la gente o ciudadanos ejemplares.
Sin embargo, admito que la imagen de buen rollo y camaradería de Jasper Philipsen, Michael Matthews y Tadej Pogacar nada más cruzar la meta de la Milán-San Remo me pareció muy bonita, por mucho que Lance Armstrong dijera no entender tanta deportividad.
Felicitaciones sinceras y alegría evidente, eso es lo que aprecié entre el ganador y los dos compañeros de podio.
Una escena que se complementó con el selfie que Pogacar se hizo con ellos en el podio.
Bravo, porque esto es deporte también, en un mundillo de competitividad y rendimientos horribles, con una exigencia tan grande y tantos días fuera de casa que es interesante ver que en el pelotón se generan estas complicidades más allá del equipo al que te debas.
Luisle Sánchez, entre otros, nos habló no hace tanto que le apenaba ver cómo se habían enfriado las relaciones entre los ciclistas, con una especie de guetos entre los equipos en los comedores y a veces en el pelotón, donde sólo se consiente ir entre los tuyos.
Pogacar y Philipsen habían sido compis en UAE y Michael Matthews me parece un tipo que se lleva bien con mucha gente en el pelotón, incluidos estos babys que entraron en el ciclismo cuando él ya llevaba unos años en el negocio.
Su buen rollo tras una carrera disputada a cuchillo nos lleva a ese ciclismo que va más alla del ratio, la performance y el resultado, cosa que parece no entender Lance Armstrong, como evidenció tras la Milán-San Remo.
No voy a decir que si es tóxico y todas esas cosas, el daño que le hizo al ciclismo todos los sabemos, pero sí que es cierto que cuando él fue corredor, e incluso durante el tiempo, nunca ha escondido su afinidad con Jan Ullrich, su rival más enconado, e incluso con Ivan Basso.
Al final, hasta el desalmado tejano, todos tenemos un corazonzito.
Noticias de ciclismo
El Roglic en Bora también necesita tiempo
El debut a contrapié de Roglic con Bora no es habitual pero tampoco imposible
Lo más destacado de Roglic en su estreno con los colores de Bora en la París-Niza se resume en la imagen que ilustra el artículo.
Su contra cuando McNulty, Jorgenson y Skjelmose estaban escapados fue el instante más destacado de Roglic en toda la semana.
No fue su carrera, sin duda que no.
Acostumbrado a ser protagonista de inicio, a veces hasta casi sin querer, como el año pasado en la Tirreno, Roglic no ha tenido el brillo que se esperaba en su primera competición con Bora.
Sin protagonismo en la carrera, descartado en la crono por equipos, Roglic no ha podido defender el dorsal uno que portaba, entiendo que por ser el último ganador de la carrera en liza.
La impaciencia de los tiempos actuales, en los que si no destacas de inicio, las cosas ya van mal, ha sido la vara de medir para el esloveno.
Es obvio que el proyecto Bora no tiene la enjundia de Visma, tampoco la del Jumbo, pero tiempo al tiempo, Roglic, necesita días, semanas para ir cogiendo el ritmo.
A diferencia de Pogacar, Vingegaard o Remco, Roglic tiene 34 años, y hará los 35 este 2024.
Se bate con corredores una media diez años más jóvenes que él.
Roglic lleva tiempo en el negocio, se ha construido un palmarés de leyenda pero no tiene un interruptor.
Ahora mismo Roglic podría pasar con más pena que gloria por donde compita que no añadiría nada nuevo a su palmarés hasta el mismísimo Tour.
Es obvio que fuera de Visma hace frío, pero Bora no es cualquier cosa, y el esloveno crecerá en forma y presencia, si bien todos le vemos un peldaño por debajo de los dos grandes favoritos al Tour, los dos que llevan tres años copando las plazas más nobles de la mejor carrera.
Pero que no le subestimen, porque corre sin otra servidumbre que valerse por y para sí mismo y conseguir su gran objetivo, ese Tour que yo creo que tiene muy complicado, pero siendo él, nunca le descartaría.
Imagen: A.S.O./Billy Ceusters
Noticias de ciclismo
Los ataques más icónicos de Mathieu Van der Poel
En San Remo sale el arcoíris, debuta Mathieu Van der Poel
¿Cuál es el ataque más icónico de Mathieu Van der Poel?
Para mí el que ilustra este tweet.
¿Qué te sugiere esta imagen? pic.twitter.com/n3L9QfjSjj
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) February 29, 2024
Aquella Strade Bianche, la de 2021 fue para un servidor la primera gran carrera del ciclismo que estamos viviendo y disfrutando, una escapada top llevada hasta el final y desenlace atómico en el centro de Siena.
La estampa, el vértigo de la calle, los rivales retorcidos a lo lejos y Mathieu Van der Poel maltratando la bicicleta, en un equilibrio que sería imposible si no fuera que va a mil por hora.
La palabra es belleza.
Pero ojo, no fue el ataque más icónico en una breve encuesta que realicé hace unos días.
A raíz de este tweet 👇👇👇 de Mathieu Van der Poel en Strade 2021, y a sugerencia de @RBrugue…
¿Cuál es la burrada + icónica del neerlandés?
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) March 1, 2024
El primer golpe es el que queda y a Mathieu Van der Poel se le sigue recordando aquel desenlace de la Amstel Gold Race de hace cinco años, el final imposible ante la parsimonia de Alaphilippe y Fuglsang y el ímpetu del neerlandés del culotte blanco.
Aquellos días se habló de ciclismo hasta en los telediarios, gentileza del amigo Mathieu.
Desde entonces nos ha dejado ataques icónicos, algunos que me vienen a la mente, el de Harelbeke del año pasado que Iván García Cortina describe tan bien en nuestro podcast.
Sólo le siguieron Van Aert, a duras penas por momentos, y Pogacar.
Otros que le recuerdo, sus primeras clásicas de 2019 era un constante martilleo sobre los rivales, en lo que se ha convertido un síntoma de su evolución, pues aquel Mathieu Van der Poel pluriactivo y omnipresente ha pasado a ser un ciclista más certero y eficaz en los movimientos.
Y aquí vamos al que protagonizó el año pasado en el Poggio, tras una subida a bloque, tuvo el diferencial de sacarle unos metros a Pogacar y cía que fueron imposibles de remontar.
Si bien, el último gran golpe se produjo en Glasgow, antes de la caída, de la zapatilla rota, del drama, cuando estaban a punto de cazar a Alberto Bettiol, en una pequeña loma, tuvo el cambio suficiente para irse y vestirse el irisado, el arcoíris que este finde volverá a salir con motivo de la Primavera, de la Milán-San Remo.
Noticias de ciclismo
Una Sea Otter y Euro Mobility más grandes y ocupadas
Sea Otter Europe y Euro Mobility amplían espacio en un 15% respecto a 2023 y alcanzan ya el 80% de reserva
Sea Otter Europe Costa Brava Girona by Continental y Euro Mobility Festival siguen creciendo. Desde que empezara esta aventura en 2017, en Girona, y que en la edición de 2022 se incorporara el Euro Mobility Festival, el crecimiento ha sido continuo, excepto por el paso del Covid 19.
Para la edición 2024 se amplió, una vez más, el espacio disponible en un 15% respecto a la edición de 2023, esto significa que se superarán los 40.000 metros cuadrados de exposición. En estos momentos, las reservas de espacios en las zonas Expo del festival están avanzando a muy buen ritmo y se prevé el lleno total de nuevo para la edición de 2024 a celebrarse del 20 al 22 de septiembre. En este momento ya se ha alcanzado la reserva del 80% del total del espacio disponible del festival.
En la séptima edición de 2023 más de 400 marcas estuvieron presentes, en estos momentos, más de 330 de las mismas ya han confirmado y reservado su espacio para la edición de 2024, por lo que se prevé que prácticamente todos repitan. En algunos casos las marcas están contratando más espacio para exponer por lo que se está trabajando para dar cabida a esta gran demanda.
A partir del 1 de febrero se ha abierto la opción de reservar espacios para aquellas marcas que deseen estar presentes por primera vez o que no hubieran estado en la edición de 2023. La lista de espera para empezar a reservar a partir del 1 de febrero es larga y las muestras de interés y petición de información es muy grande por lo que se intuye lleno total de los espacios previstos para exposición.
Todo ello denota un gran interés y positivismo de cara al futuro por parte del sector y a su vez, una muestra de la consolidación de Sea Otter Europe Costa Brava Girona by Continental y Euro Mobility Festival como eventos a los que no se puede faltar.
+ INFO Sea Otter Europe y Euromobility
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