Ciclistas
Si Wiggins no existiera, cabría inventarlo
El ciclismo y la vida, complementos azarosos, quién supiera de sus resortes, de sus designios. Al final, tras muchas vueltas, devaneos y más que algún desencuentro, Bradley Wiggins ha logrado el resultado más destacado del Team Sky en 2014. Si hace un año, este ciclista que lamió de cerca el oro en la bellísima Florencia, en una de las mejores cronos jamás vista, hubiera sabido del desenlace de la temporada en curso, poco menos que se habría echado a llorar.
En la rueda de prensa rápida y posterior al evento, Wiggins hablaba de esa montaña rusa emocional que le ha acompañado en la presente campaña. Sin objetivos claros, cifró en Roubaix su primera apuesta y le resultó pues quedó delante demostrando una polivalencia sin igual en el pelotón, la misma que le situó como el único ganador del Tour en atreverse con el infierno desde tiempos de Greg Lemond. Luego vino California y allí las sensaciones se acompañaron de una victoria que no resulta sencilla, pues no en vano es la cuarta grande y allí no corre cualquiera.
El éxito californiano le abrió la mente al Tour, pero allí estaba claro que no tenía sitio al lado de Chris Froome. La carrera demostró que incluso para el Team Sky es un lujo prescindir de alguien que ha ganado el Tour. Descartado también para la Vuelta, por la imposible convivencia con Froome, Wiggins siguió a la suyo y el camino que marcan las estrellas le llevó a Ponferrada.
Para el Team Sky le llega el bálsamo de quien posiblemente menos esperaba, de un ciclista que se declaró con un pie fuera del equipo antes del verano. El equipo negro, así lo hemos dicho estos días, llevaba una campaña al revés, al enésimo fracaso en la primavera, la sola victoria de Ian Stannard en la Het Niuewsblad resulta escasa, se le unieron papeles transparentes el Giro y Tour. Froome enderezó un poco el camino en la Vuelta, de donde salieron sin ninguna etapa ganada en las tres grandes, algo inaudito.
El otro día en crono por equipos se vio que Wiggins iba fácil. El equipo negro se quedó rápido sin dos corredores y sólo Kiryienka, otra vez excepcional en la crono mundialista, pudo corresponderle en el esfuerzo. En este camino de idas y venidas que lleva Wiggins en su vida parece claro que las grandes vueltas pasan a mejor vida. Tras quedar “tarado” por el esfuerzo previo que implica ganar el Tour, quiere retos fiados a corto. Habla ahora del récord de la hora, siendo el primero en coger el guante de Jens Voigt. Si uno puede ponerlo en las cotas de tiempos pretéritos es el Sir nacido en Gante y establecido en Londres.
Luego cabrá ver qué hace para Roubaix y más adelante en los Juegos. Wiggins sabe que en UK se respeta al campeón por lo hecho pero no se le permiten rentas. Si este excepcional ciclista no da la talla tengan a buen seguro que no asomará por la cuarteta que defiende título olímpico, más cuando en la isla la competencia es feroz.
En Ponferrada ganó quien los pronósticos ocultos esperaban. A su lado Tony Martin, quien llegó al Bierzo excesivamente castigado, lleva un año de excepción, siempre a tope, exhibiéndose como un auténtico coleccionista de cronos. Su cara en el podio denotaba fatiga, cansancio extremo. Posiblemente necesite descanso ya. El tercer peldaño lo ocupó uno de esos ciclistas que llama a la puerta con insistencia y que cuando descorche será imparable. Tom Dumolin podría haber competido tan sólo hace dos años como sub 23. No lo olviden, ni lo pierdan de vista.
Imagen tomada de Team Sky
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
Ciclistas
El día y la Amstel que merecía Tom Pidcock
Esta Amstel es un bálsamo para Pidcock e Ineos
Habiendo sido tercero y segundo, a Tom Pidcock no le valía otro resultado que la victoria en la Amstel Gold Race.
Simbólica, en este sentido, la imagen de Tom Pidcock abrazándose con Michal Kwiatkowski en la meta de la Amstel, ganador dos veces aquí, como su los saberes para ganar la clásica de la cerveza se transmitieran en el seno del equipo.
A inicios de año, nos preguntamos en este mal anillado cuaderno cuál sería el día grande de Tom Pidcock este año.
¿Cuál sería su Alpe d´Huez o Strade Bianche en 2024?
Pues bien lo ha sido la Amstel Gold Race, la carrera que le negó fortuna a Tom Pidcock mediante dos fuera de serie.
Hace tres años frente a Van Aert, en un photofinish muy discutible y el pasado ante Pogacar, intratable.
Esta vez Pidcock fue el más listo de la clase.
En una jornada en la que Mathieu Van der Poel no pareció en su prime, se apresuró a sacarlo de la ecuación rápido.
En estas carreras hay un momento en el que si Van der Poel no se ha ido solo, el tema se revuelve y el pronóstico se torna incierto.
Así, fue, en un corte de cortes, Pidcock se metió con gente que no racanea como Vansevenant, Hirschi y Benoot para hacer hueco y jugarlo todo al sprint final, sabedor que es muy fuerte en estas lides.
Su victoria es agua de mayo caída en abril sobre el palmarés de un Ineos que ha dado un claro paso atrás en su presencia en el pelotón, que yo no hegemonía.
Es el tercer triunfo, ojo del equipo inglés, pero qué triunfo, toda una Amstel Gold Race que el equipo británico ya tenía en sus vitrinas, una carrera que un soplo a un equipo sin duda en apuros.
El imperio sigue de pie…
Imagen: @Eltiodelmazo
Ciclistas
3 clasicómanos que se aproximarían a Mathieu Van der Poel
Lo que está logrado Mathieu Van der Poel empieza a ser muy serio
En vísperas de una carrera fetiche para Mathieu Van der Poel como la Amstel Gold Race, le he dado vueltas como el otro día con Pogacar en esfera de las vueltas, a otros corredores que yo haya visto y me recuerden lo que está haciendo el neerlandés: hacer de clásicas tan exigentes e impredecibles tantas veces como Flandes y Roubaix su casi seguro coto del éxito.
Llevo viendo ciclismo hace más de treinta años, he visto clasicómanos que me han impresionado de forma puntual -Alaphilippe en la San Remo que gana-, otros alguna vez más, pero lo de Mathieu Van der Poel excede a la amplia mayoría y sólo se podría medir con tres nombres, cuya sola pronunciación habla del tamaño de la obra que está construyendo el campeón del mundo.
Tom Boonen, el «pedrusquero» perfecto
Es posiblemente el más bueno de todos, al que Mathieu Van der Poel mejor se podría equiparar.
Tom Boonen hizo de las piedras una obra de arte alargada en muchos tiempos estado con el mejor de siempre en Roubaix, Roger De Vlaeminck, y entre los más grandes en De Ronde, entre los que ya se ubica el mismo Van der Poel.
Por su forma de abordar los adoquines, de volar sobre ellos, de mover el cuerpo, de hacer de su estructura sobre la bicicleta un todo perfecto y demoledor, el belga me pareció un maestro en estas lides, un tipo del que seguro el actual coco se ha inspirado alguna vez.
Boonen tenía velocidad pero era muy fuerte, como para ganar en Roubaix con la solvencia que lo hizo el domingo Van der Poel y en Flandes condicionaba a los rivales y resultó decisivo para que un tal Devolder se llevara dos ediciones seguidas.
Fabian Cancellara, en todos los terrenos
Si Boonen era elegancia, conocimiento táctico y efectividad, Cancellara tenía un punto de fuerza que le hacía temible, lo suyo era intimidad a los rivales.
El suizo amasó un palmarés similar a Tom, mostrando una evolución mucho más significada, pues no tenía el sprint del belga.
Eso le llevaba a victorias por derribo de los rivales, hasta que, no podía dejarlos a todos detrás, pero batía al sprint, como con el pobre Sepp Vanmarcke en sendas «majors» del adoquín.
Johan Museeuw, el inspirador
Sin duda el primer gran especialista de estas carreras que he visto.
Se apoyaba mucho en el equipo -ahí está esa famosa Roubaix de 1996-, pero también en su fuerza bruta y en el conocimiento del lugar.
Nunca dio la sensación de poder total que exhibe en la actualidad Mathieu Van der Poel, como si todo lo que puede influir en la carrera lo hará, pero a su favor, sin embargo, era grande torciendo situaciones complicadas de carrera.
Museeuw bebió de los grandes de los ochenta y creció viendo a los mejores de épocas anteriores y lo transmitió en carrera, dotando de un innegable romanticismo sus éxitos.
Pero si hemos de valorar lo que estamos viendo ahora es otro nivel, son máquinas que no dejan nada al azar, ciclistas a los que nada parece afectarles, ni siquiera en las heridas de las manos…
-
Ciclismo antiguo1 semana atrás
El Tourmalet, Indurain, Chiapucci…
-
Ciclistas5 días atrás
3 clasicómanos que se aproximarían a Mathieu Van der Poel
-
Ciclismo2 días atrás
Movistar y los puntos, esta historia me suena
-
Ciclismo antiguo22 horas atrás
1994: La Flecha Valona que cambió el ciclismo
-
Noticias de ciclismo4 días atrás
Amstel Gold Race: ¿Quién puede evitar el éxito de Van der Poel?
-
Mathieu Van der Poel1 semana atrás
3 vaciadas de tanque, por Mathieu Van der Poel
-
Ciclismo antiguo4 días atrás
Amstel Gold Race by Jan Raas
-
Ciclismo2 días atrás
La Flecha Valona de Igor Astarloa ya queda lejos
Carolina
25 de septiembre, 2014 En 14:41
Yo diría que ha centrado toda su temporada en este triunfo en el mundial de Ponferrada, lucir el arco iris en el maillot es un buen premio. Gracias a ello seguirá siendo el «niño bonito» de su equipo.
No se porque, me hubiera gustado que ganara Tony Martin.