Ciclistas
Wout Van Aert marcará una época
¿Cómo ves a Van Aert? No había terminado la Vuelta a España y ya me lo habían preguntado unas cuantas veces, pero desde que Nairo Quintana subiera a lo más alto del podio de La Castellana vestido de rojo, mis colegas y amigos más despistados en esto del ciclocross, no han dejado de interrogarme una y otra vez sobre el asunto. A mí, claro, se me escapa la risa tonta. Primero, porque no sé en qué momento de mi vida me convertí en un gurú en esto de la especialidad invernal del ciclismo, esa que me gusta llamar cariñosamente frikicross (es lo que tiene no tomarse a uno mismo demasiado en serio, que se corre el riesgo de que los demás sí lo hagan) y, sobre todo, porque la pregunta me viene enormemente grande.
El caso es que cuando Iván Vega me pidió que juntara unas cuantas letras sobre “cómo ves a Van Aert” la sonrisa se me torció un poco. Iván es buen compañero desde los lejanos tiempos de Meta 2Mil y lo menos que uno puede y debe de hacer cuando un colegamigo –me encanta el término– te pide algo así es ponerte al asunto en serio.
“No te preocupes, en un par de días te mando el texto”, le dije. Cuatro o cinco días después, con mucho tacto –en realidad, seguro que la premura del inicio de temporada y la ausencia del texto le pedía un poco menos de tacto y un bastante más de mala leche– me preguntó cómo llevaba el texto y, aunque entonces le dije que lo tenía encauzado, ahora puedo reconocer que, perdonen la expresión, no tenía ni puta idea de por dónde empezar.
Déjenme que me explique. Como enamorado que soy del ciclocross –frikicross–, la vida me ha enviado un regalo enorme al permitirme escribir sobre el particular en un medio especializado como Ciclo21. ¡Y encima, me pagan por ello! Pero escribir previas y crónicas de las carreras, alguna entrevista cuando se tercia y dos o tres columnas de opinión a lo largo del invierno (por cierto, Ciclo21 es de los pocos medios que informan de ciclocross durante todo el año) no me había obligado, como sí ha sido el caso del encargo de Iván, a alejarme del personaje y observar a Wout Van Aert, el niño, como nos referimos a él mi director, Fernando Ferrari y yo, desde una perspectiva más amplia. Dicho a lo bruto, desde el prisma de lo que puede ser su legado histórico en el ciclismo.
La conclusión es sencilla: marcará una época. Así de simple y complicado a la vez. Acabamos de salir de la tiranía de Sven Nys y parece que Van Aert está en disposición de repetir un capítulo parecido. No quiero decir con esto, téngalo claro el lector, que piense que Van Aert sea el sucesor, el heredero o el próximo Sven Nys. Sería, además de injusto, una soberana estupidez por mi parte decir eso. Primero, porque nunca he creído en esos calificativos. Cada corredor, cada deportista, es él y sus circunstancias. Nada más… y nada menos. Ser hijo de o haber llegado justo en el momento de la retirada de un gran campeón no debería de marcarle para nada. Que le pregunten a Abraham Olano.
Wout Van Aert se va a hartar de ganar carreras otro año más. Mathieu van der Poel, su némesis natural, vuelve a estar fuera de combate víctima de unas rodillas de cristal y una decisión estúpida como fue la de intentar ir a Río. Volverá el holandés, seguramente, dentro de pocas semanas, pero, como ya sucedió el pasado año, comenzará entonces su proceso de puesta a punto que no culminará, con suerte, hasta bien entrado el mes de noviembre.
Si les digo ahora que Van Aert se llevará las tres challenges, ya saben: Copa del Mundo, Súperprestigio y DVV Verzekeringen (lo que era el BPost) no estaría siendo justo ni con él ni con el deporte. Las carreras hay que ganarlas y pelearlas, pero lo cierto es que visto lo visto, no se me ocurre en este momento ningún corredor que pueda aspirar a estar a su altura durante toda la temporada. Cosa distinta, claro, es que Van der Haar o Boom decidan preparar un momento puntual de la temporada y en ese periodo sí puedan estar peleando de tú a tú con el niño.
Pero cuando uno piensa en Van Aert debe de tener irremediablemente en cuenta la ruta. El tío es tan bueno que este año, cuando sencillamente tenía que comenzar a desentumecer las piernas tras una primavera de descanso, comenzó su pretemporada ganando la primera etapa de la Vuelta a Bélgica –échenle un vistazo a la lista de participantes y verán de lo que les hablo– y hace menos de un mes ganó su última prueba, la Schaal Sels. Dice que lo que le motiva sigue siendo el ciclocross y que, por el momento, no tiene intención de cambiar de disciplina, pero el sueño de la Vuelta a Flandes y la París-Roubaix está ahí. Revoloteando.
Tiene sólo 22 años recién cumplidos (el pasado 15 de septiembre). Si las hadas del ciclismo le sonríen, con apenas 26 ó 27 años podríamos estar hablando de un chaval en plenitud de facultades, aburrido del barro y con uno de los mejores palmarés de la historia de la especialidad. Y si así se diese el caso, ¿qué mejor manera de hacer olvidar el fantasma de Sven Nys que triunfando allá donde el Caníbal de Baal siempre fracasó?
Dicho todo eso, permítanme que esta vez sea yo quién lance la pregunta: ¿alguno de ustedes se atrevería ahora mismo a decirme que es imposible que este chico gane algún día De Ronde o el Infierno del Norte? Yo, desde luego, no soy tan temerario.
Por Nico Van Looy
Imagen © Belga
INFO
Barras de techo, portaequipajes, portabicicletas, cofres de techo, portaesquís, correas y mucho más.
Romain Bardet
Lieja: Romain Bardet sobrevive a los tiempos y los monstruos
La segunda plaza en Lieja nos recuerda el excelente ciclista que es Romain Bardet
En este mal anillado cuaderno cada éxito o buen resultado, como la plaza de plata en la Lieja, de Romain Bardet, se celebra.
Siempre.
Ayer, mientras Pogacar, muy cansado en meta, celebraba los primeros instantes de su segundo victoria en la decana, la televisión pinchó un momento a Romain Bardet, quien miró a la cámara, sonrió y agitó el puño derecho, creo.
Fue un gesto natural, sin aspavientos ni nada similar, estaba celebrando una segunda plaza, pero que segunda plaza
Co esa segunda plaza, el primero de los «humanos» podríamos decir, Romain Bardet recordaba en Lieja que su ciclismo de sentimiento y sensaciones sigue vivo y vigente, no sin dificultades, pero vivo al fin
Era un nuevo top ten para Romain Bardet en la capital valona.
Como es de esperar sus mejores resultados clasicómanos se producen en Lieja y Lombardia, pero en especial en la primera, en la que Romain Bardet ya ha sido dos veces podio.
No ha ganado nunca un monumento, pero ha estado ahí, no lejos de los mejores.
Pero si hasta fue subcampeón en el mundial que corona a Alejandro Valverde.
Porque Romain Bardet lleva años en el negocio, hace diez fue cuando explotó en el Tour, el de Nibali, y toda Francia se emocionó con lo que podría llegar hacer.
Pisó dos veces el podio, pero nunca hizo de menos el resto del calendario, ni siquiera en sus años de prime con la Grand Boucle, y así ha granjeado un palmarés pequeño, sólo 10 victorias, pero muy potente en calidad y aprecio de la gente, pues se le quiere, esa es la verdad.
Cuando el año pasado Remco Evenepoel el ganó la etapa de Pirineos en la Vuelta, todos asintieron ante la entrega y honestidad de este ciclista que admite que las cosas han cambiado mucho para su gusto, pero que tuvo arrestos para salir del grupo que Pogacar acababa de destrozar y firmar una posición de plata que tiene un mérito brutal.
Cuando tengáis dudas de a dónde va este deporte, cuando veais cosas que no os emocionan, hay tirar de los clásicos, tirad de Romain Bardet.
Imagen: A.S.O./Gaëtan Flamme
Ciclistas
Lieja: ¿Qué es Tadej Pogacar?
El dominio de Pogacar en Lieja le sitúa como uno de los mejores clasicómanos de siempre
Cruza la meta solo, tras una cabalgada de 30,40, 50 u 80 kilómetros ¿qué más da? Lo de Lieja es otra muesca en la cuenta de Tadej Pogacar.
Sin Evenepoel, sin Roglic, la gran rivalidad se enfocaba esta vez con Mathieu Van der Poel, pero, ahora mismo, al neerlandés le falta un hervor en estas carreras.
Y ojo que, con este razonamiento, no le descarto para las futuras ediciones de la decana ni de Lombardía, los dos monumentos que faltan en su cuenta
Este domingo Tadej Pogacar ha sumado en Lieja su victoria nº 70.
Tiene 25 años y su palmarés habla por él.
Es un bagaje en el que no caben medianías, un recorrido que para muchos arrancó en la Vuelta que acaba en el podio, para otros, el Tour que le remonta a Roglic, y quizá, para unos pocos, en aquel Algarve que gana recién accedido al profesionalismo.
Si miramos su lista de éxitos, el desconcierto nos invade.
¿Qué es Tadej Pogacar?
¿Un clasicómano con proyección en vueltas? o ¿Un vueltómano que gana clásicas?
Yo no lo sabría decir, es las dos cosas al mismo tiempo, el ciclista total, el especialista en todo, un sueño ciclista y estadístico hecho realidad.
Con su segunda victoria en Lieja, Pogacar pone otra pieza en su recorrido hacia la leyenda.
Sus victorias combinan belleza, riesgo y efectividad a partes iguales, pero todas barnizadas de emoción y empatía, pero con esta lista de victorias yo ya empiezo a pensar que éste es un clasicómano que ha hecho fortuna en la vueltas por etapas.
Tadej Pogacar ha igualado a Mathieu Van der Poel en el top de los monumentos.
Con lo complicado que resulta ganar uno, ambos acumulan seis, en un tiempo en el que cada victoria en estas carreras se cotiza carísima.
Sólo recordar cuántos ganó, por ejemplo, Peter Sagan.
Imagen: A.S.O./Gaëtan Flamme
Ciclistas
La última marcianada de Van der Poel podría estar en Lieja
No descarto que Van der Poel gane un día en Lieja, pero este domingo lo veo imposible
Es obvio, y a las experiencias ultimas me remito, que cualquier quiniela de Lieja tiene mucho de Pogacar, algo de Van de Poel y un poco del resto.
El ciclismo se ha convertido en esto, en un raro equilibrio roto y condicionado por si uno, dos o tres de los Big 6 toma parte, y no lo digo yo, lo admiten abiertamente ciclistas experimentados y con años en el negocio, tipo a algunos que han pasado por el podcast, desde Luisle a Ion Izagirre, pasando por Verona y Andrei Amador, sin olvidar las sensaciones que Purito nos transmitió el año pasado, en vísperas del Tour de Francia.
La Lieja-Bastonge-Lieja de 2024 pinta a duelo en la cumbre entre los dos mejores ciclistas del año y yo diría que de los últimos años.
Ahora bien, a nadie se le escapa que la balanza en este pronóstico está escorada hacia Tadej Pogacar.
Mano a mano, la Lieja-Bastogne-Lieja ofrece la dureza suficiente y encadenada como para que el esloveno gane con cierta holgura, e incluso trate de empequeñecer las dos últimas exhibiciones que Remco Evenepoel ha logrado en este escenario.
Sin embargo, con Mathieu Van der Poel siempre nos queda el «y si…» y Lieja no escapa de esta lógica.
El neerlandés ha engrosado su saco de esos monumentos que mejor domina a la espera de mirar a los dos que seguro un día va a querer tentar.
Esto de Lieja es una primera aproximación para Mathieu Van der Poel, quien por otro lado conoce la carrera y ya la ha finalizado no lejos del podio.
Lejos de contentarse con el botín obtenido en las piedras, afina la puntería hacia la primera de las dos clásicas que le faltan para ser pedazo gordo de la historia, habiendo logrado los cinco monumentos.
El campeón del mundo puede moldear y acoplar su camino hacia Lieja y Lombardía, claro que sí, es más seguro que lo hará, pues en su ADN, además de un poderío brutal figura esa querencia por la historia del ciclismo.
No creo, repito, no creo que pueda contrarrestar un Pogacar desmelenado, pero ojo lo que va aprendiendo y la aproximación que hace para el futuro.
El domingo hizo un «entreno» de calidad en la Amstel, carrera menos dura, pero que ya ha ganado, y su punto de forma, lo vimos en Roubaix, es yo creo el mejor de siempre.
Se espera frío y lluvia en Lieja, no sé yo si al final del día veremos el arcoíris en la capital valona.
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
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