Ciclistas
Mark Cavendish no tiene todo lo que quiere
El morbo es deporte y no al mismo tiempo. Es un elemento consustancial al mismo pero no se trata en las preparaciones ni en los gráficos de los entrenadores, dietistas y fisiólogos que trabajan entre deportistas. Sin embargo sí que entraría en las competencias del psicólogo. Gestionar el morbo en una competición es casi tan importante como estar fresco de piernas y despejado de mente.
En ciclismo el morbo puede generarse por muchos motivos. Desde el ciclista que vuelve tras una sanción o un periodo de lesión a la coincidencia de varios contendientes de nivel parejo en pos de un mismo objetivo. Rizar el rizo en esta cuestión sería cuando unas personalidades agrandadas por el éxito y el glamour coinciden en un mismo equipo. El experimento puede ser de efectos superlativos, en un extremo u otro. Quizá salga mucho mejor de lo previsto o que sea un desastre.
El año pasado el Team Sky reunió nada menos que a Mark Cavendish y Bradley Wiggins, que años antes se habían echado los trastos a la cabeza por su desastrosa americana en los juegos de Pekín. La relación que se temió tensa lo fue, pero se logró amortiguar. Sin embargo las complejidades del equipo inglés hizo que la dualidad se convirtiera en triángulo con la consabida explosión de Chris Froome, como si las cosas no fueran ya complicadas.
Hoy todos esos lazos afectivo-laborales se han roto. Sin Wiggins, Froome vuela solo y encima con Cavendish en el Omega Pharma. Me llamaron la atención unas declaraciones del ciclista de Man sobre su actuación en el pasado Tour. Para muchos ganar cuatro etapas en un mismo Tour es una quimera irrealizable. Para él es una obra incompleta que no le satisface, pues en el camino se dejó triunfos que consideró suyos en caso de haber recibido el auxilio que sí mereció Wiggins en su intento de ganar el Tour. Las palabras de su novia, creo recordar, lamentando que un campeón del mundo estuviera tan solo fueron elocuentes.
Esta vez Cavendish, “ese adicto al triunfo”, como él se define, tiene un traje a medida con el Omega Pharma, un equipo que en ausencia de Tom Boonen en las grandes citas de la primavera se ha confiado al 100% sobre el inglés para sacar rédito a su inversión. El equipo que le rodeará tiene un poco de todo, pero da la sensación de que, sin opción clara a la general, no deja de ser una suma de convoyes cuyo anclaje tiene por objeto de servir de tren azul para el indiscutiblemente mejor velocista del mundo. Sólo suponen una excepción las cronos que dispute Tony Martin y los galones que se ha ganado Sylvain Chavanel, los demás, es decir Michal Kwiatkowski –vaya añito el del polaco-, Jerome Pineau, Gert Steegmans, Niki Terpstra, Matteo Trentin, y Peter Velits viven para su hombre rápido.
Pero para Cavendish el círculo no es redondo, no al menos de inicio, pues Córcega no es escenario placentero para sus nulas habilidades de escalador y es por ello que el foco se irá a partir de Marsella, ello es el quinto día. Vestir el maillot jaune es imposible. En el camino le esperan esas llegadas que tanto complican la vida a velocistas como él y también una buena ristra de rivales. No obstante Cavendish nunca lo tuvo fácil y muchas veces emergió.
Foto tomada de www.velonation.com
Ciclistas
Juanpe López, el ciclista que te pone nervioso
Esto de Juanpe López es un paso de gigante, no sólo es una etapa, es todo un Tour de los Alpes
Juanpe López es un ciclista especial, por decirlo de alguna manera.
No me lo toméis a mal, es cercano, sensible y transparente, tanto que a veces poner hasta nervioso.
Pero ello no le quita un ápice de atractivo y alegría a lo que ha conseguido esta semana, ganar una etapa, su primer triunfo, y la general del Tour de los Alpes, lo que era el Giro del Trentino, o lo que es lo mismo, un anticipo de lo que espera en el Giro de Italia.
Juanpe López ha abierto la cuenta en la semana del frío y el mal tiempo en media Europa.
El mismo día que el pelotón tiritaba en la Flecha Valona, él encontró el éxito en la nevera que era el Tour de los Alpes con un ataque de media distancia y la certeza de que si apretaba hasta el final incluso la general podía estar en su radar.
No se equivocó.
Por el camino al triunfo le tocó lidiar con Bardet, O´Connor, Tiberi, Poels y cia en una etapa, la de ayer, en la que le pusieron al límite en más de una ocasión poniendo de relieve una de sus grandes virtudes, llevar el sufrimiento hasta un poco más allá.
Como cuando fue líder del Giro, es increíble lo que se agarra a la carrera, de una manera incondicional como a pocos se les ve.
Nuevo en estas lides sacó otra de sus características, los nervios.
Vivir al lado de Juanpe López tiene pinta de ser emocionante, tomándose las cosas como demuestra tomárselas.
Todo esto lo deduzco por su forma de actuar en muchos pasajes de la carrera, un poco a medias entre Evenepoel, Alaphilippe y el gran Thomas Voeckler.
Qué manera de gesticular, que forma de engancharse con todos y cada uno de los integrantes de cada corte que se ha ido formado.
Según piensa, se mueve y actúa, nada más comanda los grupos, pide el relevo, nada más pierde alguna plaza, deja recados por el camino.
Soy yo o Juanpe es muy "turras" con tantos gestos??? #TotA
— JoanSeguidor (@JoanSeguidor) April 18, 2024
Ya sé que no nos hemos visto en esas circunstancias, que no somos ciclistas profesionales, pero a veces resulta hasta un poco excesivo.
Pero, como os decía al principio, no me lo toméis a mal, esto es un gran paso, un salto de calidad, no es ganar una etapa, es una general y eso, en este ciclismo, tiene mucho valor.
Ahora, el Giro.
Imagen: Lidl Trek
Ciclistas
5 desenlaces de capo en los monumentos
Ganar en los monumentos es tan complicado, que hacerlo de forma contundente tiene valor doble
Me encanta la expresión italiana de «capolavoro» para retratar esas victorias que dejan huella en el aficionado. victorias que si se producen en alguno de los cinco monumentos valen por dos e incluso por tres, si se logran sin dudas ni titubeos, demostrando superioridad en un entorno de competitividad total.
En estos años creo que han habido jornadas en la que se veía de lejos el ganador.
Los tres Lombardías de Tadej Pogacar o las dos Liejas de Remco Evenepoel están en ese nivel, pero hemos querido ir un poco más allá y recordar esas jornadas en las que el ganador ya se daba por seguro de lejos…
La Lieja 2015 de Valverde
Es cierto que las cuatro victorias de Alejandro Valverde en la Lieja-Bastogne-Lieja han sido para enmarcar, en términos de estrategia y sprint en condiciones de fatiga máxima, pero la que gana en 2015 es una exhibición rotunda.
La forma en la que el murciano controló el desenlace, sabiéndose favorito y vigilado, fue suprema, un punto más en su grandeza.
Les controló desde adelante en el Muro de Ans, dejó hacer a Dani Moreno y a 500 metros de meta se fue a por él, cerró el hueco y se dispuso a lanzar el sprint que acabó ganando.
Parece sencillo, porque así lo hace, pero sin duda que la complejidad de esos momentos explica la enormidad de ganar en los monumentos.
La Lieja 2011 de Gilbert
Ese año había un coco en el pelotón y respondía al nombre y apellido de Philippe Gilbert.
El belga se incrustó entre los dos Schleck y les mantuvo a raya hasta el mismo sprint final.
Nunca hubo opción para los hermanos luxemburgueses, el Gilbert aquel venía de ganar Amstel y Flecha, era favorito y ejerció como tal.
Incontestable.
La San Remo 2019 de Alaphilippe
Está lejos este Alaphilippe de aquel de hace cinco años, pero es que ese ciclista fue superlativo, en especial aquellos días.
Su rueda estaba marcada, venía de ganar Strade y de batir a los velocistas en un sprint de Tirreno, pero ello no fue suficiente para que ejerciera con solvencia hasta la misma Via Roma.
Jugó, literalmente, con los rivales en una carrera que se precia de ser la más complicada de ganar entre los monumentos.
La Roubaix 2015 de Degenkolb
Qué ciclista aquel John Degenkolb en 2015, antes de aquel maldito accidente entrenando.
Ganador en San Remo, dobló Roubaix a las pocas semanas como Van der Poel el año pasado.
Ese día el alemán sacó remató el córner, quedando cortado en un primer término, pero remontando desde atrás, cogiendo el primer grupo y batiéndoles al sprint.
La San Remo 2014 de Kristoff
El noruego tuvo años muy buenos y en especial en ese ciclo, cuando todo le salía.
Su victoria en la Milán-San Remo fue una exhibición de equipo, con un Luca Paolini de excepción en la Via Roma para dejarle sembrado el camino.
Qué poco estético ha sido siempre Kristoff, con ese casco torcido, pero qué jodida fuerza de la naturaleza cuando estaba inspirado.
Este año, en Flandes y Roubaix, he vuelto a tener esa sensación de asistir a algo único y brutal, el control y aniquilación de competencia que ha ejercido Mathieu Van der Poel en ese sentido, ha rescatado esos momentos en los que ganar uno de los cinco monumentos parece la cosa más sencilla del mundo.
Ciclistas
Mola Pidcock, mola mucho Tom Pidcock
El pequeño pero curioso bagaje que está construyendo Tom Pidcock no es desdeñable
He leído de quienes han estado cerca de él que Tom Pidcock es gallo, tiene ego, cierto aire de suficiencia e incluso de distancia.
He leído eso y me lo creo, incluso diría, que lo celebro porque en esa expresión sobrada de ciclista top se prolonga una actitud en carrera que sólo puede gustarte, y al final estamos aquí para valorar a esta gente si son buenos o malos ciclistas, no si en la vida cotidiana resultan más o menos amables.
Tom Pidcock siempre ha sido una estrella, mucho antes de pisar el Ineos y destacar en el World Tour.
Con ese «cuerpo escombro», que diría Alix, ha logrado granjearse éxitos y notoriedad por donde ha pasado, por una forma de correr que no genera indiferencia, más bien todo lo contrario, cualquier amante del ciclismo tiene que estar encantado con lo que hace Tom Pidcock en la carretera.
Él siempre se mueve, arriesga y ataca, e importa más bien poco quién sea el rival.
Lo demuestra cada invierno en ciclocross cuando se mete en las cuitas de Van Aert y Van der Poel, entre los dos, como la cuña que calza una mesa.
Lo evidenció el año pasado saliendo a por Pogacar en Amstel y Remco en Lieja
En ambas ocasiones salió desplazado hacia atrás, pero no se escondió.
Exactamente igual que ayer en la Amstel Gold Race.
Con la duda de Van der Poel activaría el rodillo, él no espero y se metió en una fuga de «mortales», eso es Hirschi, Benoot, Vansevenant…
No escatimó el relevo, tampoco rehuyó algún «ataquito» por si acaso y en el sprint se sacó la espina de esa llegada de hace tres años, aquí mismo, con Wout Van Aert.
A Tom Pidcock le vemos muchas veces a remolque, cerrando huecos, algo descolgado, pero también le vemos y con la misma intensidad que cuando coge el mando y no se deja nada.
Como dijimos el año pasado tras la Lieja es «Juan sin miedo», ha construido un carisma sólido, y apuntalado por la hinchada anglosajona, basado en presencia en carrera y triunfos, pocos, pero muy buenos.
Imagen: FB Amstel Gold Race
Ciclistas
El día y la Amstel que merecía Tom Pidcock
Esta Amstel es un bálsamo para Pidcock e Ineos
Habiendo sido tercero y segundo, a Tom Pidcock no le valía otro resultado que la victoria en la Amstel Gold Race.
Simbólica, en este sentido, la imagen de Tom Pidcock abrazándose con Michal Kwiatkowski en la meta de la Amstel, ganador dos veces aquí, como su los saberes para ganar la clásica de la cerveza se transmitieran en el seno del equipo.
A inicios de año, nos preguntamos en este mal anillado cuaderno cuál sería el día grande de Tom Pidcock este año.
¿Cuál sería su Alpe d´Huez o Strade Bianche en 2024?
Pues bien lo ha sido la Amstel Gold Race, la carrera que le negó fortuna a Tom Pidcock mediante dos fuera de serie.
Hace tres años frente a Van Aert, en un photofinish muy discutible y el pasado ante Pogacar, intratable.
Esta vez Pidcock fue el más listo de la clase.
En una jornada en la que Mathieu Van der Poel no pareció en su prime, se apresuró a sacarlo de la ecuación rápido.
En estas carreras hay un momento en el que si Van der Poel no se ha ido solo, el tema se revuelve y el pronóstico se torna incierto.
Así, fue, en un corte de cortes, Pidcock se metió con gente que no racanea como Vansevenant, Hirschi y Benoot para hacer hueco y jugarlo todo al sprint final, sabedor que es muy fuerte en estas lides.
Su victoria es agua de mayo caída en abril sobre el palmarés de un Ineos que ha dado un claro paso atrás en su presencia en el pelotón, que yo no hegemonía.
Es el tercer triunfo, ojo del equipo inglés, pero qué triunfo, toda una Amstel Gold Race que el equipo británico ya tenía en sus vitrinas, una carrera que un soplo a un equipo sin duda en apuros.
El imperio sigue de pie…
Imagen: @Eltiodelmazo
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5 desenlaces de capo en los monumentos
Carolina
19 de junio, 2013 En 22:41
Cavendish volverá a sumar victorias, muy mal se le tenían que dar las cosas.
Felicidades por el nuevo aspecto del blog!!
Alex
24 de junio, 2013 En 13:51
Un aplausazo por esa primera etapa en la que se suben Galibier, Telegraph y Alpe D’Huez! Mira el perfil antes de hablar
Pajarejo
24 de junio, 2013 En 13:52
Alguien no ha mirado el perfil de la primera etapa. Es llana y a Cavendish le viene perfecta para vestirse de amarillo.
Cerdex
24 de junio, 2013 En 14:01
El primer amarillo ya tiene nombre y apellido, creo yo. Por más que veo el perfil en la web del Tour no veo un sitio claro en el que Cav se vaya a quedar sí o sí. La única cota de 4ª del día está muy al principio, y no es nada que no pueda superar el genio británico…
Merluzing
24 de junio, 2013 En 14:07
«Vestir el maillot jaune es imposible» Te has lucido con esto jaja
Ibán Vega
24 de junio, 2013 En 17:26
muchas gracias por vuestros comentarios, pero obviamente me he equivocado, he errado entre la primera etapa y la segunda etapa de este Tour.
Pajarejo
25 de junio, 2013 En 12:41
Pues la 2ª etapa también parece clara para un sprint masivo…
Iván Vega
25 de junio, 2013 En 12:53
es más complicada. Leí que tiene un desnivel acumulado que muchos no esperan