Andorra es ciclismo porque ha abierto sus mejores encantos
En la Vuelta 2019 Andorra volverá a tener su peso.
Charlando con Javier Guillén para el libro de Purito, el responsable de la carrera nos admitió que el exciclista pinta, esboza ideas y que la organización las recoge.
Así aquella etapa de Mikel Landa que se piró por delante y no esperó a nadie hace tres asño y así esa jornada del año que viene, con tramo de tierra incluido en medio de una subida.
Un tramo que será llano, algo raro en el país de los Pirineos, que por mucho tiempo quedó en la memoria como el final de largas, anchas y cómodas carreteras hacia finales en cima.

Eran llegadas en estaciones de esquí y su efecto era cuestionable.
Pero la Andorra que se ha descubierto estos años es otra Andorra.
Íntima, estrecha, ratonera y dura, muy dura.
Así vemos que el epílogo andorrano de la Vuelta 2018 queda como una fiesta de ciclismo que copa un país, un vértice pirenaico donde la trampa estaba en cada curva y el premio al alcance de pocos.
Andorra y el flaco Enric Mas
Y en ese vaivén de virajes dos nombres sacaron oro de entre los valles andorranos.
Más allá de Naturlandia, Simon Yates no esperó el golpe del Movistar y dio primero y último.
Si un día el británico rozó la excelencia fue con ese ataque que no pilló a contrapié a nadie, sencillamente no pudieron con él.
Al día siguiente, en un atracón de cimas y emboscadas, Enric Mas se aupó al corazón de los aficionados, sacando petróleo de una condición única y del ánimo de Miguel Ángel López.
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Si hay un antes y un después en Enric Mas, miraremos Andorra, y esa llegada a mitad de la Gallina.
El fin de traca de Andorra para la Vuelta 2018 fue de lo mejor del año, el epílogo a una carrera que fue otra cuanto el país de los Pirineos abrió lo mejor de sus rutas.
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