Las imágenes de Tom Dumoulin en la meta de Innsbruck son las de un campeón que no asimila la derrota
Pocas veces hemos visto de forma tan tangible y explícita cuán vacío te deja la derrota como con Tom Dumoulin.
En la meta del Mundial de contrarreloj, el neerlandés, todo naranja, que se quedó parado, pensativo, ausente al mundanal ruido.
Es como si se hubiera quedado vacío, de fuerzas y ánimo.
Y no fue la suya una derrota por los puntos, no.
Fue víctima de un rodillo que en Innsbruck respondía al nombre y apellido de Rohan Dennis.
El australiano dejó de muy lejos la cosa sentenciada, como para que Tom Dumoulin se sorprendiera del desenlace.

Tom Dumoulin, la temporada de los segundos
Plata mundial sumada a segundos puestos en Giro y Tour.
Cuando uno prueba jamoncito no quiere mortadela, dirá Tom Dumoulin.
El año después de ganar Giro y Mundial contrarreloj le viene esto ahora a Tom Dumoulin.
Pero que no desespere, su campaña ha sido ejemplar, como no veíamos desde hace muchísimo.
Un mismo corredor en el podio de Tour y Giro, segundo además.
Le han superado en momentos puntuales Froome, Thomas y Dennis.
Rodad en el circuito del Mundial de Innsbruck con Bkool
El ciclismo anglosajón contra el cogollo de la vieja Europa representada en la amplia espalda de este gigantón que mucho me temo no estaba ni inspirado ni con fuerzas en Innsbruck.
No era el Dumoulin de las grandes tardes, el que sentenció a Nairo en el Giro del año pasado por la Toscana.
El que ganó en Jerusalén o remontó al final en la crono del Tour en Iparralde.
No sé qué pensaría Tom Dumoulin en la meta de Innsbruck, pero nos gusta ese vacío.
Encajar derrotas como si nada es loable, pero profesionalmente discutible.
Dumoulin podría haberse ido al hotel directamente que nada hubiera pasado.
El suyo es un sino ganador y lo que no sea oro y maillot amarillo ya no le vale.
Tenemos un ciclista para rato.
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