Supongo que esto será tema recurrente cada final de Tour, Vuelta o Giro entre aficionados al ciclismo y gente de su entorno que no acaba de entender porqué cada final de carrera se toma como un festival sin más trascendencia que el triunfo parcial y los brindis del ganador.
Supongo que esta escena os sonará, porque a mí me toca vivirla cada año. “Entonces ¿para qué cojones corren la última etapa?” me repiten y yo, aunque tengo asimilado que es de recibo no atacar, también pienso, pues en el fondo tienen razón, aunque en parte. Es como si dos equipos de fútbol firmaran el resultado antes del tiempo añadido.
Son las cosas del ciclismo, ese reglamento no escrito, esas normas que flotan en el ambiente, que se transmite yo creo verbalmente y todos respetan casi más que el esperar a un rival en un percance, dependiendo cómo se haya producido.
Lo cierto es que las cosas, más o menos, han llegado claras en tiempos recientes, tanto que no parecía necesario un último duelo al sol para dilucidar un ganador, un podio o un top ten. Recuerdo que en una última etapa de a Vuelta, Valverde le rebañó un maillot verde a Purito en un sprint intermedio, pero poco más.
Ahora las cosas, sin embargo están en el alero, y aunque yo no me lo planteé en un primer momento, la insistencia de los que estaban viendo la etapa conmigo me ha hecho pensar. ¿Y si mañana Landa buscara la sorpresa, cosa improbable, aunque real? ¿Y si Landa quisiera sondear el podio ?, ¿y si el Team Sky en su ánimo de innovar quisiera dos blancos en el podio?
Y si…
En este caso, nada mejor que el castizo dicho del rabo del toro y que todo cuenta, incluso en entornos que sugieren todo lo contrario.
¿Sería reprochable que Landa le quitara el podio a Bardet en la etapa de París? yo creo que no, otra cosa es cómo se lo tome el persona y en especial los franceses en un Tour que, por otro lado, ha marcado el nivel de su recuperación.
No creo, repito, no creo que Landa lo intentará, aunque también digo, torres más altas han caído. Los tres últimos grandes vuelcos que se han dado en una general en la jornada final han sido en epílogos contra el crono. Angel Casero quitándole una Vuelta a Oscar Sevilla en 2001 y Aitor González, ciclista que me recuerda en algunas cosas a Landa, haciendo lo propio con Roberto Heras un año después.
Sin embargo el vuelco más espectacular lo firmaría Lemond frente a Fignon en el Tour más descacharrante de la historia, el de 1989. Ese año los franceses probaron el amargor de la bilis subiendo por el esófago, en su avenida más ilustre, en el corazón de la ciudad de la luz. Aquello también fue una crono.
Landa posiblemente hará de tripas corazón, mirará a otro lado y deseche la opción de un juego de velódromo en el colofón del Tour, pero os seré sincero, no cabría mejor guinda para la carrera que un juego de gato y ratón en el anodino deambular de los corredores por los campos parisinos.
Imagen tomada del FB de le Tour de France
INFO
Así es la equipación de La Cerdanya Cycle Tour 2017