En el Tourmalet probamos la serie limitada de alto rendimiento Maze by Endura
El Tourmalet es uno de esos nombres que te acompañan desde el primer segundo que pones el pie en el universo ciclista.
Un nombre, un lugar que no es otro cualquiera, es la cima que sueñas hoyar un día a lomos de una flaca, vestido guapo para la ocasión, disfrutando cada centímetro de ese castigado asfalto que conduce hasta uno de los hitos del ciclismo mundial.
Una semana antes que el Tour pusiera la pica en la cima más que centenaria, vimos la oportunidad de abordar el coloso aderezados con ropas de gala, las piezas de la edición limitada de Endura de Psychotropical Graphics, en este caso en su versión «Maze», piezas en negro salpicadas de gráficos con un toque psicodélico inspirado en los pósters de «Raves» de los noventa, aquellos que distorsionaban el dibujo entre letras 3D y diseños ópticos .
Una provocación, un distanciamiento de lo normal a través de una estética extravagante.
Una forma, como otra cualquiera de asaltar el Tourmalet…
Pero provocar no era lo que precisamente queríamos hacer con el coloso de los Pirineos.
Dispuestas las prendas sobre la mesa, antes de la salida, con el cosquilleo por el cuerpo, abrirlas ya es una experiencia.
Perfectamente presentadas, en esta edición limitada, Endura preparó 5000 conjuntos entre versiones femenina y masculina, el primer tacto es suave y agradable.
Se percibe ligereza en el maillot.
La pieza de Endura es negra con los mentados dibujos, angulados, en colores llamativos sobre negro que garantizan visibilidad en la ruta y ese efecto psicodélico que decimos.
Son tejidos italianos de secado rápido
Le acompaña todo el set.
Una gorra a juego, elegante y sobria, de tres paneles ligeros y visera flexible, generosa, es decir grande, que en tramos de sol se agradece.
El culotte es negro con las retenciones marcadas por los dibujos que toman el maillot.
Es una pieza de lycra italiana que se ajusta cual guante, desde los tirantes en los hombros, a los cuádriceps.
Las ediciones limitadas de Endura…
Su acabado antibacteriano, la badana dan comodidad en el primer momento de fijarlo, en la bicicleta esa sensación se alarga.
Completa la serie los calcetines y guantes, junto a una pieza que más adelante entrará en escena, un chubasquero que cabe perfectamente doblado en un saquito negro que ni ocupa ni pesa.
Tourmalet, Empieza la marcha…
La primera sensación del conjunto Endura es de ajuste total, la jornada es calurosa, seca, pero el tejido transpira, es agradecido, la sensación de ahogo y calor está lejana.
En esos momentos, cuando te miras en el espejo, ves los milagros del patronaje en primera persona.
Con ese chute de ego, afrontamos nuestro primer tramo hacia el Tourmalet.
La marcha es lenta pero gratificante.
Según ganamos metros al Tourmalet emergen las características de las prendas de Endura.
Por un lado, a nivel estético, nos sentimos diferentes, su dibujo rompe con lo establecido.
Las diferencias no quedan ahí.
El puerto se va poniendo exigente: «Ahí arriba hay una paella de coches aparcados, una curva cerrada de 180 grados, ahí empieza la fiesta, esto ha sido un entremés» nos advierte un compañero de la ruta.
El Pic de Midi nos mira impasible, con altivez y la seguridad que nunca lo alcanzaremos, la carretera empieza a perder arboleda, la prueba empieza ahora, y por partida doble.
Por un lado la física y mental nuestra, por el otro las virtudes de la prenda.
El maillot se fija en nuestros brazos con el ajuste de silicona, sabedores de que al final de la jornada tendremos una línea bien marcada en la parte interior de nuestros bíceps.
La retención funciona perfectamente, el brazo va seco a pesar del calor y un sol que golpea.
El maillot de Endura viene con tres bolsillos traseros que nos permiten llevar esas cosas que a los globeros más globeros nos gusta para estas ocasiones: el móvil.
Son tres bolsillos de acabado contundente, que admiten cierto peso y disponer de varias cosas para la subida: geles, alguna pieza de fruta, frutos secos….
El ajustado denota el patronaje atlético antiflameo que se acopla a nuestro cuerpo lo justo sin ahogo, pero bien pertrechado.
El muro de La Mongie
La montaña se desnuda, la arboleda recula y entramos en los valles verdes que llevan a la cima.
La Mongie exige ponernos de pie un par de ocasiones para no perder ritmo.
El culotte va fijo, acoplado, sin novedad.
La badana no se mueve, está como al principio a pesar de la variedad de movimientos que exige la subida.
La parte superior está hecha en un tejido de malla que transpira a la perfección.
El sol chafa, pero los efectos no se dejan notar.
Dicen que el tramo de La Mongie a la cima del Tourmalet te exprime, te exige lo mejor, podemos dar fe.
Pero la satisfacción de conquistar una cima que Octave, el gran ciclista plateado, abrió para el mundo hace más de cien años, deja en el olvido todo el sufrimiento.
2100 metros en las piernas y la sensación de haber acariciar el cielo con las manos.
En la cima el espacio es relativamente pequeño, pensando cómo demonios encajan una meta del Tour de Francia en tal espacio.
Hace frio, sacamos el saquito y de él la chaqueta FS260-Pro Adrenaline by Endura.
Es sencillamente una gozada, ligera, elegante, se acopla al cuerpo, quita el frío del primer momento, te aísla del viento que siempre sopla a estas alturas.
Se trata de un género que huyendo de los tecnicismos es ligero, ajustable, transpirable y muy ligero.
Tiene una peculiaridad, es casi transparente, es decir, que podría verse un dorsal en caso de llevarlo debajo.
Su protección resulta imprescindible en el descenso, hace frío, aunque el sol caliente, y el viento se deja notar, un frío y viendo que no borra una cosa, la sonrisa de nuestra cara, satisfacción plena, porque hemos hollado la cima de las cimas, guapos y elegantes.