Mathieu Van der Poel
Mathieu Van der Poel en ciclocross: ¿Se puede cansar de ganar?
Tanto ganar podría acabar con la ambición de Van der Poel en ciclocross
La carrera del europeo de ciclocross en Italia nos dejó el campeón que estaba previsto: Mathieu Van der Poel.
Fue una carrera rara, en ocasiones sonaba a dantesca, no por las condiciones, la pista parecía dura con alguna parte de barro que hacia curvos los surcos, y sí por la estampa de ver hasta cinco belgas rodeando a Mathieu Van der Poel.
Ya sabemos que el ciclocross es una suerte individual, a Iserbyt que gane Sweeck le puede traer al pairo, tanto como que lo hagan Hermans, Toon Aerts o Vanthourenhout.
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Pero el impacto visual, añadido a que, dada la aureola que desprende Van der Poel, en arcoíris, además, podría alimentar la fe en una leve, aunque por pequeña, estrategia de equipo.
No se dio, o no se pudo dar, los belgas tensaron en anárquica alternancia a un Van der Poel que acabó despegándose al final.
Está claro que si el neerlandés no se fue antes es porque su forma no es la mejor -mirad lo que trae a la espalda- y correr en esas circunstancias no es sencillo, imaginaros una reventón, una salida de cadena, cualquier tontería mecánica que te envía al infierno.
La carrera fue en ese sentido desalentadora, Mathieu Van der Poel, quien años atrás por estas fechas acostumbraba a arrastrar problemas físicos, dio la sensación de ganar como y cuando quiso, y eso para el espectáculo es letal,
Ni la heroica resistencia de Iserbyt pudo con el campeón del mundo que amenaza con ir a por el pleno allá donde tome parte…
Y no sé que opinas tú Nico, pero si resto temporada es igual para VdP me temo que se corre el riesgo de que se aburra y sea su última temporada. Iserbyt y Pidcock son buenísimos pero lo de VdP es otra liga, más aún sin estar WVA
— Antonio Alix (@antoalix) November 11, 2019
Y claro, sobreviene la pregunta que leemos en este tweet.
Los tiene a una distancia sideral, más con Van Aert KO… ¿se aburrirá de ganar Mathieu Van der Poel?
Es complicado pensar que sí, es complicado que ganar te acaba hastiando, pero la realidad es que este corredor va en otra liga.
Su sola presencia alimentará las miradas y expectación, pero es un arma de disuasión para el resto más que importante.
Ya tenéis las nuevas Berria eléctricas equipadas con motor Polini
El pequeño Iserbyt, el sub 23 que respetó los plazos en la categoría, se descoyunturaba cada vez qye trataba de tomarle la rueda en las dos últimas vueltas para acabar cediendo.
Mathieu Van der Poel va camino de finalizar una temporada en la que ha podido ser, y no creo errar en la valoración, campeón del mundo de tres modalidades, además perfectamente.
Ciclocross lo tuvo rápido, BTT lo dejó de lado aún siendo el gran favorito y en el de carretera le vimos campeón hasta que petó a poco más de diez de meta, ojo que la carrera tuvo unos 280 kilometrazos.
Con este percal, lo que mueve el ciclocross parecería pequeño, pero no lo es ni en lo económico ni en el compromiso que parece haber sellado con la disciplina.
Si un día se aburre, como a veces puede aburrirle la carretera, pensará que son servidumbres de su clase, de un talento único y un motor, lo vemos, que resiste las peores pruebas.
Entretanto el ciclocross tiene el privilegio de tener uno de los grandes pisando sus campas, y eso no siempre ocurre.
Imagen: FB Corendon-Circus
Mathieu Van der Poel
Moments23 Una Roubaix a medida de Van der Poel
El manejo de Van der Poel de la Roubaix fue excepcional
Ganar en Roubaix son palabras mayores, muchos grandes no lo han logrado, muchas estrellas con espacio para el pedrusco en su estantería, y éste que nunca llegó, por eso que Mathieu Van der Poel lo tenga ya es un motivo para celebrar.
Entre los grandes instantes del año está la alineación de los astros por parte del neerlandés camino del infierno.
Una carrera en varios actos en los que se jugó el éxito en el monumento más deseado y en todos Van del Poel manejó a su conveniencia con la imagen en lo más alto del podio de Roubaix.
Siempre estuvo ahí, primero en minoría, tras Arenberg frente a los Jumbo, y luego sacando partido de un compañero que fue oro.
El momento fue, por eso, más adelante, en el Carrefour de l´Arbre, en ese mal paso entre él, Philipsen y el desgraciado Degenkolb, por los suelos en la que quizá estaba siendo su última opción de repetir en el infierno.
Y llegó Carrefour de l´Arbre…
La salvada monumental de Van der Poel entre Degenkolb y Philipsen ya era una señal, la otra vino con la remontada a Van Aert, al ataque, y descolgarlo a la salida del tramo porque el belga, que para mí iba fundido, se quedó atrás con la bici rota.
Ganó el mejor, el de los cuatro monumentos, primero, segundo y primero en los celebrados este año, amasando la leyenda y alimentando un futuro que no tiene techo.
Así lo contamos ese día, con la calentura post carrera por la mente.
Esquivado Degenkolb, descolgado Van Aert… más todo lo de antes, es complicado encontrar una carrera tan a favor de obra como esta Roubaix para Van der Poel.
Mathieu Van der Poel
Top23 Van der Poel, una temporada de francotirador
Los éxitos de Van der Poel en 2023 parecían descontados por adelantado
Ahí está Mathieu Van der Poel, en el suelo, buscando aire tras el monumental esfuerzo entre París y Roubaix, en el césped del velódromo, en un instante tangible, entre el dolor y la felicidad absoluta.
Qué año de Mathieu, innegablemente top 2 o top 3, en rivalidad absoluta con Pogacar y Vingegaard.
Año de francotirador, cirujano del palmarés, manos pequeñas, piernas poderosas.
El 2023 que se cierra le ha dado a Mathieu Van der Poel un tridente de éxitos que quien más quien menos imaginaba para neerlandés.
Sin embargo no es sólo la estadística, no sólo el asiento contable, es la forma de hacerlo, de perdurar en los libros y las crónicas de hacerlo a su manera.
En San Remo, Van der Poel le dejó el sello a Pogacar y cía, en el mismo Poggio, en plena faena destructiva del esloveno.
Su ataque, en el momento clave, en el umbral de los 300 kilómetros, nos presenta un ciclista evolucionado y mejorado para ser lo que es.
Luego estuvo Roubaix, en un juego estratégico perfecto del su equipo, formando tándem efectivo con Philipsen, escondido y comedido gran parte de la carrera y emergiendo cuando se le requería, en especial en el Carrefour de l´Arbre, dando cuenta del Van Aert.
Finalmente el Mundial, sellado en otro ataque demoledor, en el momento de caza a Bettiol y salvando esa caída en la que el mundo se paró.
Son tres triunfos, no hay muchos más, pero qué éxitos, de época y diferenciales, que por mucho que sean cantados para su palmarés, tienen un mérito indiscutible.
Porque Mathieu Van der Poel puedes imaginar cómo lo va a hacer, y casi siempre te lo hace, a su manera y conveniencia.
Ahora que le vemos darle brillo al arcoíris de ciclocross, esperamos que haga lo propio con el de carretera en la primavera, incluido en Flandes, donde tiene una revancha con Pogacar.
Incluso cayendo, el neerlandés es enorme, como aquel día en Flandes.
Imagen: A.S.O./Pauline Ballet
Mathieu Van der Poel
Van der Poel también tiene y pone límites
El calendario de Van der Poel cada año es más pequeño y centrado
Hubo unos meses, no sé si por la salida de la pandemia, o por las ganas de estos chavales, que el ciclismo entró en un stress competitivo que nos hizo preguntarnos por la longevidad de estos corredores en el tiempo y espacio, corredores como Remco, como Van Aert, con Pogacar o el mismo Van der Poel.
Ciclistas que le metieron una velocidad más a este deporte, descolocando a otros que venían de liderar el ciclismo antes de la pandemia.
Una cambio de ritmo en el que Mathieu Van der Poel ha tenido mucho que ver.
Aquella famosa Strade Bianche de 2021 es un icono de esta nueva realidad, un ciclismo asilvestrado, corrido a pura fuerza, sin reserva ni rodeo, con siete grandes nombres metidos en la escapada y todos tirando como si no hubiera un mañana.
Van der Poel salió victorioso de aquella jornada en la que el propio Alaphilippe probó uno de los ataques más brutales que recordamos en mucho tiempo.
Ese Mathieu era campeón del mundo de ciclocross, brillaba en carretera y tenía billete para la carrera olímpica de MTB
Lo corría todo, doce meses al año non stop, incluso clásicas más pequeñas, en las que su sola presencia era invitación a ponerte la tele y disfrutar del espectáculo.
Estos tiempos tocan a su fin.
Mathieu Van der Poel hará el año que viene 29 años y admite que «un invierno sin ciclocross también estaría bien«.
Es decir que lo que le vamos a ver competir este invierno, ojo que si no está Van Aert, se queda sin interlocutor, habrá que disfrutarlo mucho y bien porque en el futuro nada está claro.
Y lo mismo sucede con MTB, pues Van der Poel en persona ha admitido que mejor centrarse en algo, y ese algo creo que va a ser carretera.
El Van der Poel que hemos visto este año ya anticipaba estos movimientos, pero creo que vamos a una selección más fina de objetivos y carreras para el neerlandés, carreras que si todo va a bien se va a hinchar a ganar varias veces, com Roubaix o Flandes, donde no se baja de la segunda plaza del podio desde hace cuatro ediciones.
Luego estarán los objetivos ajenos, que no aleatorios, Mathieu Van der Poel querrá etapas en las tres grandes, haber sido líder en todas ellas y firmar éxitos en los pocos sitios que le quedan por situar en su palmarés.
Nada que ver con ese ciclista de 2019, 2020 y 2021 que todo lo competía y casi todo para ganar.
Al final todos, también él, tenemos límites.
Mathieu Van der Poel
Moments23: Con Van der Poel emergió el arcoíris en Glasgow
La proeza irisada de Van der Poel en Glasgow nos dejó sin respiración
Me hablaba hace poco Flecha sobre su experiencia en la versión escocesa de Further de las sorpresas que guardaba Escocia para el ciclista, que en medio del temporal, el cielo podía dejar de descargar de golpe y regalarte un arcoíris memorable.
Un tiempo tan azaroso como cambiante, incluso en verano, incluso una tarde cualquiera de domingo de agosto cuando los mejores del mundo, con Mathieu Van der Poel al frente, se juegan el arcoíris entre Edimburgo y Glasgow.
El mundial, el supermundial de ciclismo, el que puso a Glasgow en el centro del universo de todos los ciclismos, disfrutó en exclusiva de la mejor versión de siempre de un Mathieu Van der Poel que mereció más que nadie el premio que se llevó a casa, el maillot más bonito de nuestro deporte.
La tarde la recordáis bien, mientras todos moríamos de calor en medio continente, Escocia recibía el pelotón con esa calidez gris, espesa y húmeda que le caracteriza.
El circuito ratonero y estresante hizo el resto, una carrera memorable que pasó a los anales mal que les pese a muchos que esperan recorridos en el desnivel por el desnivel sea el protagonista casi único.
Por suerte, en el ciclismo que se impone se premian virtudes como las de Mathieu Van der Poel, a priori encantado con el recorrido de Glasgow, aunque había que competir, mucho y bien.
Y lo hizo, vaya si lo hizo, en medio de un grupo de estrellas, reducido y selecto, sacando la cabeza en medio de tanto coco.
Atento siempre, dio el golpe final, uno y definitivo, en una penúltima vuelta que tuvo el susto de la curva y la caída para ponerle la zozobra que el supremo estado de forma del neerlandés no iba a conceder.
Incluso con la caída, con la maneta medio rota, las zapatillas con las boas colgando, incluso con todo eso, Van der Poel voló en una travesía suprema hacia uno de los oros más deseados del ciclismo actual.
Su triunfo fue la guinda a su temporada de francotirador y una muesca más en su cuenta privada con Van Aert.
Mirad los anales, porque yo de memoria no recuerdo un año con el mismo campeón mundial de ruta y ciclocross.
Si uno tenía que abrir ese capítulo, tenía que ser él.
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